“MORIR ES UNA GANANCIA”
PRIMERA LECTURA
FILIPENSES 1,18-26
“PARA MI EL VIVIR ES CRISTO, Y LA MUERTE GANANCIA”
Pero ¿qué importa? De cualquier manera, con sinceridad o sin ella, anuncian a Cristo; y esto me causa alegría.
Y todavía me alegraré más, pues yo sé que todo esto será para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo. Pues espero firmemente que Dios no me dejará quedar mal, sino que, ahora como siempre, se mostrará públicamente en mí la grandeza de Cristo, tanto si sigo vivo como si muero. Porque para mí, seguir viviendo es Cristo, y morir, una ganancia. Y si al seguir viviendo en este cuerpo, mi trabajo puede producir tanto fruto, entonces no sé qué escogerme es difícil decidirme por una de las dos cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mí; pero, por otro lado, a causa de ustedes es más necesario que siga viviendo. Y como estoy convencido de esto, sé que me quedaré todavía con ustedes, para ayudarlos a seguir adelante y a tener más gozo en su fe. Así me tendrán otra vez entre ustedes, y haré que aumente su orgullo en Cristo Jesús.
REFLEXIÓN
El título dice que Dios puede valerse de muchos medios para hacer que su reino crezca en medio de la humanidad, incluso de las circunstancias que parecieran más adversas, como la muerte misma. Así mismo Cristo es la vida del cristiano: Esta vida se desarrolla en medio de tensiones, pero todo fluye para bien de los que aman a Dios. Cuando se vive según Cristo, es decir en clave del Amor, las alegrías, los triunfos, así como las persecuciones y la muerte sirven para darle gloria al Dios mismo. La meta del cristiano es llegar a sentir que todo, incluyendo la muerte es de Cristo. Anunciar el evangelio no es andar siempre con las palabras de la Biblia en los labios sino encarnar sus valores en cada situación que se hace y se vive. Cristo puede ser predicado también por los que son de otra corriente religiosa, diferente a la nuestra, pero que viven de manera coherente con la voz de Dios que les habla en el sagrario de su propia conciencia, que les lleva a preocuparse de sus hermanos y de restablecer la justicia y la misericordia que han sido desterrados.
R: Mi alma tiene sed del Dios vivo.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 14, 1-11
“EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENGRANDECIDO”
Los invitados a un banquete
7 Al ver Jesús cómo los invitados escogían los asientos de honor en la mesa, les dio este consejo:
Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, pues puede llegar otro invitado más importante que tú; y el que los invitó a los dos puede venir a decirte: 'Dale tu lugar a este otro. ' Entonces tendrás que ir con vergüenza a ocupar el último asiento. Al contrario, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: 'Amigo, pásate a un lugar de más honor. ' Así recibirás honores delante de los que están sentados contigo a la mesa. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.
REFLEXIÓN
En el evangelio de hoy la comunidad lucana nos pone en sintonía con uno de los temas vitales de la comunidad de su tiempo: El del prestigio y el honor de ocupar los primeros puestos. En la mesa de los fariseos hay disputas por esos primeros puestos. Todos los invitados los desean. Los primeros en ocuparlos son los distinguidos los supuestos elegidos. Para ellos “ocupar los últimos puestos es una vergüenza” se muestra en este escenario, en contexto de la mesa y de la comida, el reflejo de la estratificación y exclusión social del tiempo de Jesús. Sin embargo, en la mesa del Reino de Dios los invitados buscan el último puesto. En la mesa de Jesús los últimos suben y los primeros deben estar dispuestos a bajar de manera que se llegue a conformar una mesa en la equidad, donde no haya jerarquías opresoras y delimitadoras de la dignidad humana.
Los invitados a la mesa del Reino, son invitados al gran banquete que es abierto a todos, en especial a los más pobres, necesitados, marginados, que en el evangelio son los considerados los “últimos”. El verdadero honor y prestigio evangélico del discípulo de Jesús tiene que pasar por el permanente servicio desinteresado a los demás. Estos son los rostros y las coordenadas del Reino de Dios.
PARA REFLEXIONAR
¿Es mi fe del tamaño, que hoy puedo decir: “Mi vida es Cristo”?
¿Cuáles son mis motivaciones cuando comparto algo con otra persona?
ORACIÓN
Señor mío, enséñame a servir como Tú, con el corazón enteramente comprometido, sin fijarme en si el servicio es merecido o no, sin que tenga excusas para no darlo todo. Amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: