RECONCILIACIÓN Y VIGILANCIA
PRIMERA LECTURA
EFESIOS 2,12-22
“JESÚS ES NUESTRA PAZ, EL HA HECHO DE TODOS LOS PUEBLOS UNA SOLA COSA”
Recuerden que en otro tiempo estaban sin Cristo, separados de la nación de Israel, y no tenían parte en las alianzas ni en la promesa de Dios. Vivían en este mundo, sin Dios y sin esperanza. Pero ahora, unidos a Cristo Jesús por la sangre que él derramó, ustedes que antes estaban lejos están cerca.
Cristo es nuestra paz. Él hizo de judíos y de no judíos un solo pueblo, destruyó el muro que los separaba y anuló en su propio cuerpo la enemistad que existía. Puso fin a la ley que consistía en mandatos y reglamentos, y en sí mismo creó de las dos partes un solo hombre nuevo. Así hizo la paz. Él puso fin, en sí mismo, a la enemistad que existía entre los dos pueblos, y con su muerte en la cruz los reconcilió con Dios, haciendo de ellos un solo cuerpo.
Cristo vino a traer buenas noticias de paz a todos, tanto a ustedes que estaban lejos de Dios como a los que estaban cerca. Pues por medio de Cristo, los unos y los otros podemos acercarnos al Padre por un mismo Espíritu. Por eso, ustedes ya no son extranjeros, ya no están fuera de su tierra, sino que ahora comparten con el pueblo santo los mismos derechos, y son miembros de la familia de Dios. Ustedes son como un edificio levantado sobre los fundamentos que son los apóstoles y los profetas, y Jesucristo mismo es la piedra principal. En Cristo, todo el edificio va levantándose en todas y cada una de sus partes, hasta llegar a ser, en el Señor, un templo santo. En él también ustedes se unen todos entre sí para llegar a ser un templo en el cual Dios vive por medio de su Espíritu.
REFLEXIÓN
Luego de una larga preparación y reflexión, Pablo da en el punto de su mensaje: La salvación ya no depende de ritos, ni de leyes, ni de privilegios de sangre o raza, ni de doctorados o méritos propios, sino que es un don gratuito de Dios, así que ya no existen diferencias entre judíos y no judíos, todos forman un solo cuerpo, porque Jesús con su muerte en cruz, unió a todos los pueblos derrumbando toda la división y abriendo el acceso a la salvación para la humanidad entera.
La superación de las divisiones se refiere a las diferencias históricas establecidas entre judíos y paganos. Los primeros se sentían escogidos y privilegiados, puros y únicos herederos de las promesas, a los demás los veían como gente sin esperanza y sin Dios, todo amparado en el legalismo religioso. Por su parte, los paganos calificaban a los judíos de animales insociables y enemigos del género humano. Y los cristianos no salimos tan bien librados, a pesar de tener estas enseñanzas, hasta hace muy poco seguíamos tildando a los judíos como “pérfidos o malos”, incluso así aparecía en la liturgia, y qué decir de cómo calificamos a creyentes de otros cultos. Aún nos queda camino por recorrer para comprender este mensaje de unidad de San Pablo en esta primera lectura.
R: Dios anuncia la paz a su pueblo.
LECTURA DEL EVANGELIO
Lucas 12, 35-38
“TENGAN LA ROPA PUESTA Y LAS LÁMPARAS ENCENDIDAS”
"Sean como criados que están esperando a que su amo regrese de un banquete de bodas, preparados y con las lámparas encendidas, listos a abrirle la puerta tan pronto como llegue y toque. Dichosos los criados a quienes su amo, al llegar, encuentre despiertos. Les aseguro que el amo mismo los hará sentarse a la mesa y se dispondrá a servirles la comida. Dichosos ellos, si los encuentra despiertos aunque llegue a la medianoche o de madrugada.
REFLEXIÓN
Estar despiertos es una recomendación permanente en el Nuevo Testamento. En sintonía con la primera lectura, el trabajo por la unidad de la iglesia debería ser una de las constantes tareas de vigilancia de la iglesia. Continuar agrediéndonos unos a otros es señal de inmadurez espiritual y de que no estamos listos, ni con las lámparas encendidas, ni revestidos para sentarnos a la mesa con el Señor.
El discipulado cristiano debe caracterizarse por el trabajo, la celebración viva, la atención y la vigilancia. La tarea de hacernos seguidores de Jesús no es para anestesiarnos sino para ponernos en un ejercicio continuo. No podemos ser discípulos anticuados y estáticos, sino que nuestra vida de seguidores de Jesús, está exigida a ser dinámica, alegre y despierta. Jesús declara dichoso al discípulo que haga realidad la práctica de la palabra. Celebración y trabajo; compromiso y constancia, son las notas distintivas del discípulo de Jesús que participa plenamente de la mesa y de la fiesta del Señor. Tenemos que dejar la pereza, la mediocridad y al incredulidad. Tenemos que ser peregrinos alegres del Reino y no fugitivos aburridos de la historia.
Cuando dormimos no sentimos lo que sucede a nuestro alrededor y tampoco al interior de la persona, vivimos en la inconsciencia, es decir, no nos importan los demás y sus sufrimientos, tampoco nuestro estado de gracia ante Dios. La somnolencia significa un estado de indiferencia ante el pecado que recurrentemente se manifiesta, nos mueven sólo los impulsos internos, que llevan más a que se manifieste el mal en nosotros.
PARA REFLEXIONAR
¿Si el Señor llegara a visitarme en este momento cómo me encontraría?
ORACIÓN
Señor Dios nuestro, Tú quisiste que donde abundó el pecado de ingratitud, por parte de los hombres, sobreabundará la gracia por tu misericordia y amor. Concédenos sensibilidad más viva ante los problemas de pueblos y familias que sufren en demasía por nuestra insensibilidad e indiferencia. Amén.
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