viernes, 1 de octubre de 2010

Sábado, 23 de octubre de 2010

“UNIDAD EN LA DIVERSIDAD”

PRIMERA LECTURA
EFESIOS 4, 7-16

“CRISTO ES LA CABEZA DE TODO EL CUERPO”

Pero cada uno de nosotros ha recibido los dones que Cristo le ha querido dar. Por eso, la Escritura dice:

"Subió al cielo llevando consigo a los cautivos,
Y dio dones a los hombres. "

¿Y qué quiere decir eso de que "subió"? Pues quiere decir que primero bajó a esta tierra. Y el que bajó es el mismo que también subió a lo más alto del cielo, para llenarlo todo. Y él mismo concedió a unos ser apóstoles y a otros profetas, a otros anunciar el evangelio y a otros ser pastores y maestros. Así preparó a los del pueblo santo para un trabajo de servicio, para la edificación del cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a estar unidos por la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, y alcancemos la edad adulta, que corresponde a la plena madurez de Cristo. Ya no seremos como niños, que cambian fácilmente de parecer y que son arrastrados por el viento de cualquier nueva enseñanza hasta dejarse engañar por gente astuta que anda por caminos equivocados. Más bien, profesando la verdad en el amor, debemos crecer en todo hacia Cristo, que es la cabeza del cuerpo. Y por Cristo el cuerpo entero se ajusta y se liga bien mediante la unión entre sí de todas sus partes; y cuando cada parte funciona bien, todo va creciendo y edificándose en amor.

REFLEXIÓN
En la comunidad cristiana cada miembro ha sido enriquecido con algún don especial para que trabajando coordinadamente logre la perfección del cuerpo de Cristo. Unidad no es sinónimo de uniformidad, por el contrario, la diversidad nos hace más ricos. San Pablo nos habla de la unidad que se manifiesta en la diversidad de carismas y ministerios destinados al servicio de la comunidad; cada quien ha sido instituido en un oficio, reconocido o humilde, pero esto no es para sentirse más importante o con más méritos, sino que todo converge para el crecimiento y perfección de la comunidad.
La Iglesia es como un cuerpo humano, la cabeza está en la parte superior y coordina todos los movimientos y funciones, así es Cristo, Él nos guía a todos nosotros que somos sus miembros; donde está El estamos nosotros y viceversa, porque ningún miembro se desincorpora del cuerpo para actuar por si solo así sea la cabeza también ella necesita de los hombros y de todo lo demás para mantenerse en su lugar. Nuestra diversidad de pensamientos y funciones no es obstáculo, sino un don de Dios para los demás.

R: Vayamos alegres a la casa del Señor

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 3, 1-9

“SI USTEDES NO SE ARREPIENTEN PERECERAN TAMBIÉN”

Juan el Bautista en el desierto
Era el año quince del gobierno del emperador Tiberio, y Poncio Pilatos era gobernador de Judea. Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo gobernaba en Iturea y Traconítide, y Lisanias gobernaba en Abilene. Añas y Caifás eran los sumos sacerdotes. Por aquel tiempo, Dios habló en el desierto a Juan, el hijo de Zacarías, y Juan pasó por todos los lugares junto al río Jordán, diciendo a la gente que ellos debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados. Esto sucedió como está escrito en el libro del profeta Isaías:
"Una voz grita en el desierto:
'Preparen el camino del Señor;
Ábranle un camino recto.
Todo valle será rellenado,
Todo cerro y colina será nivelado,
Los caminos torcidos serán enderezados,
Y allanados los caminos disparejos
Todo el mundo verá la salvación que Dios envía. ' "

Cuando la gente salía para que Juan los bautizara, él les decía: "¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca? Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor, y no vayan a decir entre ustedes: '¡Nosotros somos descendientes de Abraham!'; porque les aseguro que incluso a estas piedras Dios puede convertirlas en descendientes de Abraham. Además, el hacha ya está lista para cortar los árboles de raíz. Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego. "

REFLEXIÓN
El evangelio que hoy leemos aclara una idea errónea que aún se mantiene entre nosotros: Cuando a alguien le sucede una tragedia lo calificamos como un castigo de Dios, pero las cosas pasan como consecuencia de la misma naturaleza de nuestros actos, no podemos echarle la culpa a Dios de una enfermedad ocasionada por un hábito nuestro; tampoco Dios es culpable del derrumbe de un edificio donde mueren varias personas, el error puede ser fortuito o de quienes no calcularon bien la estructura, como esto hay muchos ejemplos. Esto más bien nos invita a reflexionar y a cambiar aquello que puede causarnos algún daño.
El evangelista Lucas en ésta primera parte del texto nos hace una exhortación al arrepentimiento y por consiguiente a la reconciliación, mostrándonos que Jesús es compasivo y misericordioso, pero no inseguro, ni mucho menos alcahuete. De fondo, lo que Jesús propone es un cambio de mentalidad que lleve al ser humano a transformar la base de sus relaciones personales, interpersonales y comunitarias, haciendo las relaciones en resistencia no violentas, justas y generadoras de vida digna. En este sentido, la segunda parte del texto, la parábola de la higuera viene a dar la profundidad que necesita el discípulo de poder luchar contra las adversidades y conflictos que se presentan en el seguimiento, exigiéndole la tarea de poder dar frutos nacidos de la semilla del evangelio. Aunque dichos frutos requieren de tiempo y de condiciones apropiadas para madurar, todo tiene un límite. La productividad de la palabra de Dios se pondrá de manifiesto cuando demos abundantes frutos de solidaridad y fraternidad. Recordemos que la higuera es un símbolo muy usado en la Biblia, representa al pueblo de Israel y también a la ley antigua. Jesús con esta parábola está amonestando al pueblo que lo tuvo todo y aun así no dio frutos, es más, durante tres años les habló el mismo hijo de Dios y no lo escucharon, la paciencia de Dios se manifiesta dándoles aún otra oportunidad. De la misma manera Dios, El Señor, nos da el día de hoy a ti y a mí como una nueva oportunidad para que produzcamos frutos si no los hemos dado.

PARA REFLEXIONAR
¿Me siento unido a mi comunidad con el servicio específico que puedo prestar en ella?
¿Cuáles son los frutos que he producido hasta hoy?

ORACIÓN
Señor, que estemos siempre preparados para la vida o para la muerte, que nuestra existencia tenga sentido y podamos decir en cualquier momento que partimos felices a tu presencia. Amén

2 comentarios:

  1. Señor en este día queremos pedirte que nos mantengas unidos a tí para poder dar un buen fruto.

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  2. Señor hoy te agradecemos por cada don y talento que has colocado en cada uno de nosotros, enséñanos a compartirlos para enriquecernos y servirnos mutuamente.

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