“LA NUEVA LEY”
PRIMERA LECTURA
SEGUNDA DE REYES 5,14-17
“VOLVIÓ NAHAMÁN AL PROFETA Y ALABO AL SEÑOR”
Naamán fue y se sumergió siete veces en el Jordán, según se lo había ordenado el profeta, y su carne se volvió como la de un jovencito, y quedó limpio. Entonces él y todos sus acompañantes fueron a ver a Eliseo. Al llegar ante él, Naamán le dijo:
¡Ahora estoy convencido de que en toda la tierra no hay Dios, sino solo en Israel! Por lo tanto, te ruego que aceptes un regalo de este servidor tuyo.
Pero Eliseo le contestó:
Juro por el Señor, que me está viendo, que no lo aceptaré.
Y aunque Naamán insistió, Eliseo se negó a aceptarlo. Entonces Naamán dijo:
En ese caso permite que me lleve dos cargas de mula de tierra de Israel; porque este servidor tuyo no volverá a ofrecer holocaustos ni sacrificios a otros dioses, sino al Señor.
REFLEXIÓN
El pasaje que leemos hoy en la primera lectura está orientado a presentar al Señor Dios de Israel, como el único que existe sobre la tierra su soberanía es absoluta y puede actuar a favor de cualquier ser humano sin importar su procedencia y condición social. Él es Dios de ricos y pobres, de amos y esclavos, y se vale, de los medios más inusuales, o de las personas menos reconocidas. Todo lo hace por su gracia y no esperando de nosotros retribución.
Nahamán pertenece a la clase gobernante alta y goza del favor del rey, y se entera por medio de una israelita esclava, de que su enfermedad (lepra) puede ser sanada. La búsqueda de sanación y salvación de Nahamán terminó en el encuentro con el profeta Eliseo. Ineludiblemente, Nahamán vio la necesidad de convertirse y confesar con fe viva que el Dios de Israel es el único Dios que da la vida. Dios es un Dios universal y su soberanía es absoluta. Soberanía que no está guiada por parámetros de poder opresor, ni excluyente, sino más bien, por la gratuidad, la misericordia y la fidelidad. El Dios liberador es pura entrega y donación de El a sus hijos, por tanto Eliseo rehúsa todo tipo de retribución por cumplir la voluntad de su Dios.
R: El Señor revela a las naciones su justicia.
SEGUNDA LECTURA
SEGUNDA DE TIMOTEO 2, 8-13
“SI PERSEVERAMOS, REINAREMOS CON CRISTO”
Acuérdate de Jesucristo, que resucitó y que era descendiente del rey David, según el evangelio que yo anuncio. Y por causa del evangelio soporto sufrimientos, incluso el estar encadenado como un criminal; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo soporto todo en bien de los que Dios ha escogido, para que también ellos alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.
Esto es muy cierto:
Si hemos muerto con él, también viviremos con él; si sufrimos con valor, tendremos parte en su reino; si le negamos, también él nos negará;
si no somos fieles, él sigue siendo fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
REFLEXIÓN
La carta a Timoteo nos presenta hoy el tema de la fortaleza apostólica, que permite a los seguidores de Jesús resucitado soportar los obstáculos, los sufrimientos y las adversidades de la misión evangelizadora. Por tanto, más allá de tales circunstancias, la palabra de Dios seguirá siendo fecunda en la historia.
Sentimos que los últimos versos de ésta segunda lectura ya no se ajustan a nuestro tiempo, y hasta nos puede despertar algo de desazón, que tales palabras hagan parte de la Biblia que es nuestro libro sagrado. El autor habla de su contexto social y cultural. Aunque en verdad en muchos aspectos la mujer hoy sigue siendo relegada es gracias a la oración y a las buenas obras de muchas de ellas que nuestras comunidades progresan, experimentan calor humano y acogida. Las mujeres son quienes constantemente generan vida a la Iglesia.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 17, 11-19
“EL QUE VOLVIÓ AGRADECIDO, ERA SAMARITANO”
En su camino a Jerusalén, pasó Jesús entre las regiones de Samaria y Galilea. Y llegó a una aldea, donde le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, los cuales se quedaron lejos de él gritando:
¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!
Cuando Jesús los vio, les dijo:
Vayan a presentarse a los sacerdotes.
Y mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad. Uno de ellos, al verse limpio, regresó alabando a Dios a grandes voces, y se arrodilló delante de Jesús, inclinándose hasta el suelo para darle las gracias. Este hombre era de Samaria. Jesús dijo:
¿Acaso no eran diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?
Y le dijo al hombre:
Levántate y vete; por tu fe has sido sanado.
REFLEXIÓN
El evangelista Lucas nos presenta cual debe ser la actitud del creyente respecto de la manera de acoger la novedad de Jesús. Diez enfermos le salen al encuentro en el camino, pero conservando cierta distancia, esto es un signo de sumisión a la ley que les prohibía acercarse a cualquier persona pues eran considerados impuros. Ir a presentarse a los sacerdotes y dar una ofrenda era parte del rito, que se debía seguir luego de ser sanado, en esto Jesús sigue la tradición, pero, al mismo tiempo la renueva al acoger al único que volvió a Él, le reconoce su fe y le da la salvación, ya no necesita ir a los sacerdotes por que ha encontrado a Jesús. El evangelio de hoy es signo de la obra misericordiosa de Jesús y la respuesta de gratuidad y de fe del leproso samaritano. Hoy tenemos que volver la vida al referente fundante de la manifestación misericordiosa de Dios en la historia. El samaritano que regresa agradecido sabe que es el encuentro con Jesús lo que lo ha sanado, y quiere permanecer fiel a ese momento y conservarlo en la memoria de su fe. Estamos en la tarea histórica y teológica de descubrir las acciones misericordiosas de nuestro Dios que constantemente se hace presente en nuestras vidas; ese Dios que se sigue cruzando en nuestro camino para proponernos su proyecto salvador, invitándonos a comprometernos con la causa de Jesús: “La humanización de la persona”.
PARA REFLEXIONAR
¿Qué siento que me está atando para acoger la salvación que me ofrece Cristo?
¿Cómo está mi gratuidad con Dios, con la vida, con los demás?
ORACIÓN
Dios Padre y Madre Bueno, gracias hoy te damos por todo lo que eres y haces en nosotros. Gracias por tu proyecto de amor y misericordia; gracias por el don de tu Hijo, nuestro Salvador, gracias por tu Espíritu, que nos enseña a amar. Gracias por nuestra vida, por la creación entera, por el mundo en que vivimos, por los hombres que lo habitan. Gracias por nuestra familia, por nuestros amigos. Que nunca nos cansemos de agradecer y amar a ti que mereces siempre ser amado. Amen.
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