jueves, 1 de septiembre de 2011

Martes, 27 de septiembre de 2011

“EL ACONTECER DE DIOS EN LA VIDA DE CADA UNO”





PRIMERA LECTURA
ZACARÍAS 8,20-23






“VENDRÁN PUEBLOS NUMEROSOS A VISITAR AL SEÑOR EN JERUSALÉN”










Esto dice el Señor todopoderoso: "Todavía han de venir gentes y habitantes de muchas ciudades. Entonces los de una ciudad se dirigirán a los de otra, y les dirán: '¡Vamos a buscar al Señor todopoderoso y a pedirle que nos bendiga!' Y los otros les contestarán: '¡Nosotros también iremos!' Y vendrán a Jerusalén muchos pueblos y naciones numerosas, a buscar al Señor todopoderoso y a pedirle que los bendiga. En aquel tiempo, diez extranjeros de las demás naciones agarrarán por la ropa a un judío, y le dirán: '¡Queremos ir con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes!' "






REFLEXIÓN
El pueblo judío ha vuelto del destierro, fueron sacados de Jerusalén y después de unos años han vuelto a Jerusalén. Semejando un interruptor: se apagó la luz y luego se volvió a encender la luz. Pero nada sigue igual, aunque volvieron al mismo lugar, no volvieron del mismo modo.
Aunque volviéramos al mismo lugar, no volveríamos de la misma forma, cada experiencia que vivimos, nos otorga una riqueza que no teníamos.
El pueblo judío, experimento un cambio, hubo un cambio de mentalidad, de conversión, abrió su mentalidad. El pueblo después del destierro es el pueblo que se siente elegido, pero elegido para comunicar salvación y para dar salvación. Los judíos, en el destierro de Babilonia, compartieron la miseria y necesidad con muchos otros pueblos, descubrieron que había algo que les hacía hermanos de todos. Es decir, la experiencia de padecer un mismo dolor les hizo creer que era posible una misma salvación. El destierro sirvió para que los judíos consideraran la salvación como un don para todas las naciones.
Terminamos hoy, con dos oráculos, la lectura del profeta Zacarías, nos sigue recordando el carácter universal de la salvación que Dios tiene programada: “vendrán pueblos incontables, y numerosas naciones consultar al Señor. Los planes de Dios tiene una dimensión universal, y la realización de esta promesa llega a su plenitud para nosotros, con el cumplimiento de su Hijo Jesucristo quien con su muerte y resurrección y el envío de su Espíritu, da paso a la nueva Jerusalén, a la Iglesia, donde todos encontramos lugar.






SALMO RESPONSORIAL: 86
R./ Dios está con nosotros.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 9,51-56






“TOMÓ LA DECISIÓN DE IR A JERUSALÉN”





Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron:
--Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo, y que acabe con ellos? Pero Jesús se volvió y los reprendió. Luego se fueron a otra aldea.

REFLEXIÓN
La decisión está tomada; la peregrinación ha llegado a su destino; Jesús está frente a Jerusalén y es el momento de la encrucijada, o dar un paso atrás y dejarlo todo, o asumir con valentía las consecuencias del cumplimiento de la voluntad de Dios y la opción por el Reino. Jesús decide entrar en Jerusalén con sus discípulos: la ciudad centro del poder político, religioso y económico. Para Jesús será lugar de tortura y de muerte, para los discípulos símbolo del fracaso.
Es el momento de la prueba y de la fidelidad de quienes han caminado con él; las actuaciones de Jesús han despertado la inquietud de Herodes y su séquito, que lo buscarán para matarlo. Lucas nos anuncia el tema de la muerte, cuando dice: “cuando se iba cumpliendo el tiempo de que se lo llevaran al cielo”. Esta etapa del camino estará marcada por circunstancias dolorosas y, en cierta medida, decepcionantes: El rechazo por parte de los samaritanos al negarles alojamiento antes de entrar en la ciudad y la actitud agresiva de Santiago y Juan, que quieren que baje fuego sobre la aldea.
PARA REFLEXIONAR
¿Somos un signo lúcido y transparente de la presencia de Dios?
¿Los que nos ven actuar se sienten atraídos por nuestra manera de vivir, y quieren juntarse con nosotros en nuestra vida de fe?

ORACIÓN

. Amén.

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