jueves, 1 de septiembre de 2011

Lunes, 19 de septiembre de 2011

“RECUPERAR LO PERDIDO”


PRIMERA LECTURA
ESDRAS 1,1-6


“LOS QUE PERTENEZCAN AL SEÑOR, SUBAN AL TEMPLO”

En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliera la palabra del Señor anunciada por Jeremías, el Señor impulsó a Ciro a que en todo su reino promulgara, de palabra y por escrito, este decreto: "Ciro, rey de Persia, declara lo siguiente: El Señor, Dios de los cielos, ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra, y me ha encargado que le construya un templo en Jerusalén, que está en la región de Judá. Así que, a cualquiera de ustedes que pertenezca al pueblo del Señor, que Dios lo ayude, y vaya a Jerusalén, que está en Judá, a construir el templo del Señor, el Dios de Israel, que es el Dios que habita en Jerusalén. Y a cualquiera de los sobrevivientes que emigre del lugar donde ahora vive, que le ayuden sus vecinos con plata, oro, bienes y ganado, además de donativos para el templo de Dios en Jerusalén."
Los jefes de las familias de Judá y Benjamín, y los sacerdotes y los levitas, o sea todos los que habían sido animados por Dios, se prepararon para ir a Jerusalén y reconstruir el templo del Señor. Todos sus vecinos les ayudaron con plata, oro, bienes, ganado y objetos valiosos, además de toda clase de ofrendas voluntarias.

REFLEXIÓN
Esta catástrofe quedó registrada en el alma del pueblo elegido, como lo podemos leer especialmente en el libro de las lamentaciones; ahí se recoge el sabor de muerte, el dolor y la impotencia que los judíos experimentaron cuando lo más precioso que tenían, su templo, fue destruido por las fuerzas enemigas.

Esta tragedia había sido anunciada anteriormente, con bastante plazo, por los profetas. Y los profetas hablaban de esta catástrofe no como algo inevitable, sino como el fruto al que irían a conducir las infidelidades del pueblo de Dios. Pero el pueblo no se convirtió y entonces, a mano de Nabucodonosor, la ciudad de Dios, la ciudad de Jerusalén, fue destruida. Este rey impío, era jefe del pueblo de los caldeos, y los llevó a Babilonia; el reino de los caldeos no fue eterno, y fue dominado por el pueblo persa.

Fue así como Ciro, rey de los persas, decidió que no tenía sentido guardar en Babilonia toda esa cantidad de gente judía. Y decide que salgan de Babilonia los judíos y que vuelvan a su tierra. Ciro no era un rey en realidad muy piadoso, pero fue un instrumento de Dios. Porque a través de esta decisión de Ciro, los años amargos del destierro terminaron y entonces los judíos pudieron volver a Jerusalén. Tenían un propósito: reconstruir el templo, y encontraron apoyo en las decisiones, en los decretos de Ciro.


Muchos años después, fue leído como la mano de Dios obrando a través de un hombre pagano. Pasado el tiempo, los escritores sagrados vieron en Ciro un instrumento de Dios; y por eso, el libro de Esdras, que hoy empezamos a leer, cuenta ese momento, en que Dios se vale de un hombre sin fe, un hombre pagano para hacerle un bien inmenso al pueblo de Dios.

SALMO RESPONSORIAL: 125
R./ El Señor ha estado grande con nosotros.


LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 8,16-18

“LA LÁMPARA SE PONE EN EL CANDELERO PARA DAR LUZ”

"Nadie enciende una lámpara para después taparla con algo o ponerla debajo de la cama, sino que la pone en alto, para que tengan luz los que entran. De la misma manera, no hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse y ponerse en claro. Así pues, oigan bien, pues al que tiene se le dará más; pero al que no tiene, hasta lo que cree tener se le quitará."

REFLEXIÓN

En estos tres versículos, el evangelista nos presenta un tema central para el discipulado, que Jesús viene desarrollando a lo largo del camino que ha emprendido: la luz. La luz y la experiencia de compartirla con otros son parte importante de la vida de comunidad que está formando Jesús. Una comunidad que, teniendo la luz no la comparte, no está animada por el espíritu de Jesús.

El versículo 16, entra de lleno en el tema, afirmando que la luz es una realidad que debe resplandecer para los demás. Esto es lo que busca Jesús con sus discípulos, que encuentren la luz del Reino, se la apropien y la compartan hasta los confines del mundo. Estamos llamados a ser hombres y mujeres de luz. El versículo siguiente afirma categóricamente, al mejor estilo de la sabiduría, que no hay nada encubierto que no vea la luz; que la fuerza del Reino tiene capacidad para disipar la oscuridad y para dejar al descubierto las realidades del anti-reino.

El texto se cierra con una advertencia: “Presten atención y oigan bien...”. En aparente contradicción se dice que al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.

PARA REFLEXIONAR
1. ¿Soy lámpara y una bendición para mi familia y comunidad?
2. ¿Cuáles situaciones personales me impiden ser luz para los otros?
3. ¿En este día Jesús me invita a alguna acción concreta?

ORACIÓN

Señor tu has iluminado nuestra vida, tu Palabra ha sido luz y esperanza para nosotros. Te pedimos Señor, ser hombres y mujeres de luz para otros. Ayúdanos Señor a ser lámpara encendida en medio de la oscuridad y la desesperanza, a dar testimonio de tu actuar en nosotros, a ser verdaderos discípulos anunciadores de tu mensaje, que tu presencia se irradie en cada lugar en que nos hallemos, que seamos anunciadores de la verdadera vida que sólo tu sabes dar. Amén.

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