jueves, 1 de septiembre de 2011

EL ARTE DE CORREGIR


"Si tu hermano hace algo malo, habla con él a solas y hazle reconocer su falta. Si te hace caso, ya has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a una o dos personas más, para que toda acusación se base en el testimonio de dos o tres testigos. Si tampoco les hace caso a ellos, díselo a la comunidad; y si tampoco hace caso a la comunidad, entonces habrás de considerarlo como un gentil o como un publicano. Mateo 18, 15-20

El arte de educar implica el arte difícil de corregir.
—Qué te gustaría ser, Luis (Pregunta la maestra a su alumno)
—Mayor, dice Luis
—Y ¿por qué?
—Para poder mandar y tener siempre razón.
—¿Tú crees que los mayores nunca se equivocan?
—Se equivocan muchas veces, pero siempre dicen tienen razón.


Es natural que los jóvenes y las personas mayores vean las cosas de distinto modo. Lo que sería extraño es que un adolescente y una persona madura pensaran de idéntica manera. La educación no es empeñarse en que nuestros hijos sean como Einstein, o como ese genio de las finanzas, o como aquella princesa que sale en las revistas. Tampoco es el destino de los chicos llegar a ser lo que nosotros fuimos incapaces de alcanzar, ni hacer esa espléndida carrera que tanto nos gusta..., a nosotros. No, sino ser ellos mismos.


El que ama, corrige y educa …… e implica elaborar toda una labor de artesanía. No se puede meter a los hijos y a los que están a nuestro cargo, en un molde a presión. Nuestra labor tiene que ser más creativa, es como descubrir una fina escultura dentro de un bloque de mármol, quitando lo que sobra, limando asperezas y mejorando detalles…. corrigiendo cuando es necesario. Se trata de ir ayudándole a quitar sus defectos para desvelar la riqueza de su forma de ser y de entender las cosas.Necesitamos hombres y mujeres en equilibrio, de nobleza, de responsabilidad. Lo que importa es proponerse puntos de mejora que le ayuden a ser ellos mismos, para ser cada día un poco mejor, fijarse metas y cumplirlas.


La tarea de educar y corregir en la libertad es tan delicada y difícil como importante, porque hay padres o educadores que, por afanes de libertad mal entendida, no educan; y otros que, por afanes pedagógicos desmedidos, no respetan la libertad, y recordemos que todo extremo es negativo.


LAS CUATRO REGLAS


Primera. Para que alguien tenga derecho a corregir, tiene primero que ser persona que esté capacitada para reconocer lo bueno de los demás, y que sea capaz también de decirlo: que no corrija quien no sepa elogiar de vez en cuando.


Segunda. Ha de corregirse por cariño. Tiene que ser la crítica del amigo, no la del enemigo. Y para eso, tiene que ser serena y ponderada, sin precipitaciones y sin apasionamiento. Tiene que ser cuidadosa, con el mismo amor con que se cura una herida, sin ironías ni sarcasmos, con esperanza de verdaderaNegrita mejoría.


Tercera. Tampoco debe darse la corrección sin antes hacer examen sobre la propia culpabilidad en lo que se va a corregir. Cuando algo marcha mal, casi nunca nadie puede decir que está libre de culpa. La crítica destructiva es tan fácil como difícil es la constructiva.


Cuarta. Es una regla múltiple, se refiere a la forma de llevar a cabo la corrección: ha de ser cara a cara, a la persona interesada y en privado; sin comparar con otras personas, con mucha prudencia antes de juzgar las intenciones; específica y concreta, no generalizadora; sabiendo centrarse en el tema, sin exageraciones, sin superlativos, sin reiterarlas demasiado: hay que dar tiempo para mejorar...,hay que saber elegir el momento para corregir o aconsejar, (aunque debe ser cuanto antes) y poniéndose antes en su lugar, haciéndose cargo de sus circunstancias, procurando, “calzar un mes sus zapatos antes de juzgar”.


Actuando así, se corrige de modo distinto, que el Señor nos enseñe el arte de educar y corregir, y que nosotros también actuemos con integridad en todo lo que nos encomienden.

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