jueves, 1 de septiembre de 2011

Lunes, 12 de septiembre de 2011

“EL PODER DE LA INTERCESIÓN”

PRIMERA LECTURA
PRIMERA CARTA DE TIMOTEO 2,1-8




“QUE TODOS LOS HOMBRE SE SALVEN Y LLEGUEN AL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD”




Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias a Dios por toda la humanidad. Se debe orar por los que gobiernan y por todas las autoridades, para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agrada a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad. Porque no hay más que un Dios, y un solo hombre que sea el mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús. Porque él se entregó a la muerte como rescate por la salvación de todos y como testimonio dado por él a su debido tiempo. Para anunciar esto, yo he sido nombrado mensajero y apóstol, y se me ha encargado que enseñe acerca de la fe y de la verdad a los que no son judíos. Lo que digo es cierto; no miento.
La conducta de los hombres y las mujeres
Así pues, quiero que los hombres oren en todas partes, y que eleven sus manos a Dios con pureza de corazón y sin enojos ni discusiones.

REFLEXIÓN
El apóstol Pablo nos llama a orar y a orar en serio. Pablo recomienda a Timoteo y a su comunidad hacer una oración universal: “rogar por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en el mundo”, pues “Dios quieren que todos se salven” y lleguen al conocimiento de la verdad. Además hay que pedir el don maravilloso de la paz: “que podamos llevar una vida tranquila y apacible”.
Generalmente nuestra oración se centra en nosotros, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros problemas. Pero debemos que permitir al Espíritu Santo que nos lleve más allá de nuestros límites personales y nos haga orantes universales. Pedir a Dios por los demás, por el mundo, por la Iglesia, es una actitud fundamental de nuestra fe que nos debe caracterizar y nos convierte en intercesores de nuestro hermanos, de nuestra realidad, ante el dueño de la vida.




SALMO RESPONSORIAL: 27
R./ ¡BENDITO EL SEÑOR QUE ESCUCHÓ MI VOZ SUPLICANTE!.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 7,1-10




“NI EN ISRAEL HE ENCONTRADO TANTA FE”




Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, se fue a Cafarnaúm. Vivía allí un capitán romano que tenía un criado al que estimaba mucho, el cual estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, mandó a unos ancianos de los judíos a rogarle que fuera a sanar a su criado. Ellos se presentaron a Jesús y le rogaron mucho, diciendo:
--Este capitán merece que lo ayudes, porque ama a nuestra nación y él mismo hizo construir nuestra sinagoga.
Jesús fue con ellos, pero cuando ya estaban cerca de la casa, el capitán mandó unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no merezco que entres en mi casa; por eso, ni siquiera me atreví a ir en persona a buscarte. Solamente da la orden, para que sane mi criado. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que vaya, va; cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado que haga algo, lo hace."
Jesús se quedó admirado al oir esto, y mirando a la gente que lo seguía dijo:
--Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre.
Al regresar a la casa, los enviados encontraron que el criado ya estaba sano.

REFLEXIÓN
Toda la instrucción contenida en el capítulo sexto, Jesús la ofrece de camino, en espacios exteriores y de cara a la realidad que vive la gente que le sigue. Varias actitudes positivas se destacan en el Centurión: ama a la nación y ha construido una sinagoga; una segunda es su humildad. Él se declara indigno de recibir a Jesús bajo su techo, reconoce de esa forma la superioridad de Jesús sobre él, quien también es una persona de autoridad, su reconocimiento del poder de Jesús, al cual considera absoluto y sin límites. El puede mandar con una palabra a la enfermedad y ésta desaparecerá. El centurión reconoce la grandeza de Jesús como persona y reconoce la fuerza dinámica y efectiva de su palabra. Al final del relato Jesús añade otra más: su fe: “Qué grande es tu fe”.




Los emisarios consideran que esas son razones suficientes para que Jesús haga el milagro; Jesús camina con ellos hasta la casa, pues quiere enterarse de la situación que requiere su presencia. El propósito de Jesús al ubicarse en la frontera era comunicar que Dios es Padre de todos; y se concretará en la expresión que nos informa de la tercera característica que tiene el centurión, su fe… Es la fe de un pagano la que Jesús ha suscitado. La condición de extranjero lo hace ajeno a la religión judía, pero, por su misma actitud y expresión, al decir que una sola palabra de Jesús bastaría para lograr la sanación, lo hace merecedor de la gracia de Dios y del elogio del mismo Jesús acerca de su fe.




PARA REFLEXIONAR
¿De qué “calibre” es mi fe? ¿Se puede comparar con la del centurión?
¿Estoy listo(a) para aceptar el reto que me presenta hoy el Señor haciendo una “oración universal” en mi oración y meditación diaria?

ORACIÓN
Señor una vez más nos podemos delante de ti, buscando de tu presencia, te pedimos haznos hombres y mujeres orantes, haznos intercesores de otros, que dejemos de pensar en nosotros para pensar en el otro. Así mismo te pedimos que nuestra fe en ti sea cada vez mayor, que podamos ver más allá de lo que ven nuestros ojos y que podamos creer como lo hizo el centurión. Amén.

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