“¿CREES TU EN EL HIJO DE DIOS?”
Las lecturas de hoy nos hablan de varios personajes de esta cuaresma: El profeta Samuel, el niño David ungido como rey, Jesús y un ciego de nacimiento. David es el gran ungido en el Antiguo Testamento. Su unción indica no sólo la elección sino sobre todo la presencia divina que le acompaña y guía. Jesucristo nuestro ungido, el nuevo David, el rey colmado tanto de poder como de bondad. Su ministerio es arrancarnos de las tinieblas, sanar nuestra ceguera, regalarnos nueva luz.
PRIMERA LECTURA
SAMUEL 16,1b.6-7-13a
“DIOS NO MIRA LAS APARIENCIAS, MIRA EL CORAZÓN ”
DAVID ES UNGIDO REY DE ISRAEL El Señor dijo a Samuel: ¿Hasta cuándo vas a estar triste por causa de Saúl? Ya no quiero que él siga siendo rey de Israel. Anda, llena de aceite tu cuerno, que quiero que vayas a la casa de Jesé, el de Belén, porque ya escogí como rey a uno de sus hijos. Cuando llegó, Samuel vio a Eliab y pensó: "Con toda seguridad este es el hombre que el Señor ha escogido como rey." Pero el Señor le dijo: "No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón." Jesé presentó a Samuel siete de sus hijos, pero Samuel tuvo que decirle que a ninguno de ellos lo había elegido el Señor. 11 Finalmente le preguntó: ¿No tienes más hijos? Falta el más pequeño, que es el que cuida el rebaño --respondió Jesé. --Manda a buscarlo --dijo Samuel--, porque no comenzaremos la ceremonia hasta que él llegue. Jesé lo mandó llamar. Y el chico era de piel sonrosada, agradable y bien parecido. Entonces el Señor dijo a Samuel: Este es. Así que levántate y conságralo como rey. En seguida Samuel tomó el recipiente con aceite, y en presencia de sus hermanos consagró como rey al joven, que se llamaba David. A partir de aquel momento, el espíritu del Señor se apoderó de él. Después Samuel se despidió y se fue a Ramá.
REFLEXIÓN
El profeta de Dios, Samuel es enviado por Dios a la casa de Jesé, para elegir entre sus hijos al escogido del Señor, se deja llevar por las apariencias y cree ver en Eliab al rey de Israel. Pero con su mirada miope y la Palabra del Señor, aprende que “el hombre se fija en a las apariencias pero el Señor se fija en el corazón”. David fue elegido gracias a que finalmente la mirada de Samuel se dejo llevar por la mirada del Señor, pudo ver con luz de Dios, con esa luz pudo ver las cosas un poco a la manera de Dios. Por eso rechazo lo que parecía evidente y se inclinó por el candidato que nadie hubiera pensado, el menor de los hijos, David, que ni siquiera era contado como hijo, porque recibía tratamiento de siervo y cuidador de rebaños. Es interesante que la Biblia haga un elogio de la belleza de David. No es cosa frecuente en la Escritura ensalzar el aspecto físico de nadie y no se ve al principio qué relación pueda tener esta gallardía con las tareas más bien guerreras y de gobierno que pronto tendrá que asumir este pastorcillo. Pero hay algo ahí: la hermosura, señal de armonía y de salud, la hermosura interior, habla también de un corazón que transparenta algo interior, tanto más notable porque no lo esperaríamos en uno que ha llevado vida de siervo o pastor y que además ha sido relegado por su propia familia. Mas David no está lleno de recelo o resentimiento: su corazón está en otras cosas; al parecer, él sabe remontarse por encima de lo exterior y también tiene algo de la luz del profeta que mira más allá de las apariencias. Esas dos miradas se encuentran y Samuel pronuncia el veredicto de parte de Dios: "¡éste es!" Reflexionemos hoy como nosotros que creemos caminar en la luz, no nos damos cuenta de la oscuridad y la miopía de nuestras visiones y nuestros proyectos. Necesitamos de Jesús, que nos dice en esta Cuaresma: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la Luz de al vida”. Juan 8,12.
SALMO RESPONSORIAL: 22
R: El Señor es mi pastor, nada me falta. SEGUNDA LECTURA
EFESIOS 5,8-14 “LEVÁNTATE DE ENTRE LOS MUERTOS Y CRISTO SERÁ TU LUZ”
Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero ahora, por estar unidos al Señor, viven en la luz. Pórtense como quienes pertenecen a la luz, pues la luz produce toda una cosecha de bondad, rectitud y verdad. Examinen siempre qué es lo que agrada al Señor. No compartan la conducta estéril de los que son de la oscuridad; más bien sáquenla a la luz. Pues hasta vergüenza da hablar de lo que ellos hacen en secreto; pero cuando todas las cosas son puestas al descubierto por la luz, quedan en claro, porque todo lo que se deja poner en claro, participa de la luz. Por eso se dice: "Despierta, tú que duermes; levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará."
REFLEXIÓN
La segunda lectura de hoy nos dice: "Caminen como hijos de la luz. Toda bondad, justicia y verdad son frutos de la luz. Busquen lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas." Esto, que es la estrategia central de nuestra Cuaresma en este ciclo, bien merece convertirse en propósito para la vida entera, porque si lo pensamos bien, la Cuaresma es a la Pascua como esta vida es a la eternidad junto a Dios.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 9,1-41
“JESÚS DA LA VISTA A UN HOMBRE QUE NACIÓ CIEGO”
Al salir, Jesús vio a su paso a un hombre que había nacido ciego. Sus discípulos le preguntaron: Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de sus padres, o por su propio pecado? Jesús les contestó: Ni por su propio pecado ni por el de sus padres; fue más bien para que en él se demuestre lo que Dios puede hacer. Mientras es de día, tenemos que hacer el trabajo del que me envió; pues viene la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en este mundo, soy la luz del mundo. Después de haber dicho esto, Jesús escupió en el suelo, hizo con la saliva un poco de lodo y se lo untó al ciego en los ojos. Luego le dijo: Ve a lavarte al estanque de Siloé (que significa: "Enviado"). El ciego fue y se lavó, y cuando regresó ya podía ver. Los vecinos y los que antes lo habían visto pedir limosna se preguntaban: ¿No es este el que se sentaba a pedir limosna? Unos decían: Sí, es él. Otros decían: No, no es él, aunque se le parece. Pero él mismo decía: Sí, yo soy. Entonces le preguntaron: ¿Y cómo es que ahora puedes ver? Él les contestó: Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos, y me dijo: 'Ve al estanque de Siloé, y lávate.' Yo fui, y en cuanto me lavé, pude ver. Entonces le preguntaron: ¿Dónde está ese hombre? Y él les dijo: No lo sé. Los fariseos interrogan al ciego que fue sanado El día en que Jesús hizo el lodo y devolvió la vista al ciego era sábado. Por eso llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, y ellos le preguntaron cómo era que ya podía ver. Y él les contestó: Me puso lodo en los ojos, me lavé, y ahora veo. Algunos fariseos dijeron: El que hizo esto no puede ser de Dios, porque no respeta el sábado. Pero otros decían: ¿Cómo puede hacer estas señales milagrosas, si es pecador? De manera que hubo división entre ellos, y volvieron a preguntarle al que antes era ciego: Puesto que te ha dado la vista, ¿qué dices de él? Él contestó: Yo digo que es un profeta. Pero los judíos no quisieron creer que había sido ciego y que ahora podía ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: ¿Es este su hijo? ¿Declaran ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver? Sus padres contestaron: Sabemos que este es nuestro hijo, y que nació ciego; pero no sabemos cómo es que ahora puede ver, ni tampoco sabemos quién le dio la vista. Pregúntenselo a él; ya es mayor de edad, y él mismo puede darles razón. Sus padres dijeron esto por miedo, pues los judíos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a cualquiera que reconociera que Jesús era el Mesías. Por eso dijeron sus padres: "Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad." Los judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron: Dinos la verdad delante de Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador. Él les contestó: Si es pecador, no lo sé. Lo que sí sé es que yo era ciego y ahora veo. Volvieron a preguntarle: ¿Qué te hizo? ¿Qué hizo para darte la vista? Les contestó: Ya se lo he dicho, pero no me hacen caso. ¿Por qué quieren que se lo repita? ¿Es que también ustedes quieren seguirlo? Entonces lo insultaron, y le dijeron: Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Y sabemos que Dios le habló a Moisés,] pero de ese no sabemos ni siquiera de dónde ha salido. El hombre les contestó: ¡Qué cosa tan rara! Ustedes no saben de dónde ha salido, y en cambio a mí me ha dado la vista. Bien sabemos que Dios no escucha a los pecadores; solamente escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad. Nunca se ha oído decir de nadie que diera la vista a una persona que nació ciega. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada. Le dijeron entonces: Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros? Y lo expulsaron de la sinagoga. Ciegos espirituales Jesús oyó decir que habían expulsado al ciego; y cuando se encontró con él, le preguntó: ¿Crees tú en el Hijo del hombre? Él le dijo: Señor, dime quién es, para que yo crea en él. Jesús le contestó: Ya lo has visto: soy yo, con quien estás hablando. Entonces el hombre se puso de rodillas delante de Jesús, y le dijo: Creo, Señor. Luego dijo Jesús: Yo he venido a este mundo para hacer juicio, para que los ciegos vean y para que los que ven se vuelvan ciegos. Algunos fariseos que estaban con él, al oir esto, le preguntaron: ¿Acaso nosotros también somos ciegos? Jesús les contestó: Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables.
REFLEXIÓN:
Recordemos que el domingo pasado teníamos también una historia de San Juan, teníamos la historia hermosa de otro encuentro, del diálogo entre Jesús y la samaritana. En esta ocasión también tenemos a Jesús con otra persona, y otra persona que está en necesidad, pero su necesidad es distinta; el relato de la curación de un ciego de nacimiento. Jesús realiza esta curación, pero no es sólo el acto de misericordia o el acto de poder divino lo que atrae nuestra atención; sino cómo, a través del desarrollo mismo de los acontecimientos, Jesús hace una maravillosa catequesis que culmina precisamente cuando le pregunta a este ciego si cree en el Hijo del hombre, si cree en el enviado de Dios. Y entonces el ciego, una vez curado, le pregunta quién es, y Jesús se revela ante este hombre, y le dice: "Soy yo" Juan 9,37, y entonces, el que era ciego, dice: "Sí creo" Juan 9,38 y adora a Jesucristo. Es decir que toda esta narración, toda esta curación, no lleva simplemente a que este hombre recupere su capacidad para ver la luz del sol, o para ver las cosas de este mundo; sino se trata sobre todo de que se encuentre con el sol divino, se encuentre con la luz verdadera y celestial, se encuentre con esa luz que no muere, que se encuentre con la Luz del Señor. Porque la luz de este sol muere, de hecho muere cada día. En cambio, la luz divina, la luz de esta revelación que se da en Jesucristo, esa no acaba, esa no muere. Es decir que la verdadera ceguera es no reconocer a Jesucristo, y la verdadera luz es el mismo Cristo. Y tener vista, gozar de la vista, gozar de la visión es poder reconocer a Jesús; reconocerlo como Aquel que necesitamos, reconocerlo como el único que puede marcar un antes y un después en nuestra vida. "Antes de Cristo" y "después de Cristo". Así tiene que suceder también en nosotros. Antes de que yo reconociera a Jesús como mi Señor, es una vida, o más bien en muerte; y después de que he empezado a reconocer a Jesús como mi Señor, esa es la plenitud de gracia, porque por Él hemos recibido la gracia y la verdad. Este texto también nos habla de cómo vivir el Camino de la Luz, que vivió el ciego de nacimiento, te invitamos a que lo sigas de la mano del evangelio: Son cinco pasos.
Primero: Es la toma de conciencia de la oscuridad de la vida. Reconocer la ceguera, el ciego era ciego de nacimiento y reconocía su ceguera.
Segundo: Es el encuentro con Jesús, como él se encuentra con el ciego, aparece como el autor de la luz y la Luz misma de la vida humana.
Tercero: Es el baño de la regeneración que todo lo transforma: Vé a lavarte a la piscina de Siloé, él fue, se lavó y recobro la vista.
Cuarto: es el testimonio personal de Jesús que da el que ahora ve. Su encuentro con Jesús le permite un diálogo personal con él y una declaración de fe: Jesús es el Profeta de Dios, el Hijo del Hombre, el Mesías, y postrándose ante él, lo adora.
Quinto: es una vida de discipulado. ha conocido al Señor, se ha entregado a él y da testimonio; ahora, está a sus pies como discípulo, para aprender todo de él, para vivir todo con él. Y esta vida de discípulo le trae consecuencias costosas: denunciar las obras de las tinieblas que hay a su alrededor, rechazarlas y hasta ser expulsado de la sinagoga para vivir ahora como hombre nuevo en la Escuela de Jesús.
En el ciego estamos todos representados, y como él, podemos vivir en esta Cuaresma el camino hacia la luz. Trabajemos duro para hacerlo y pidamos la fuerza del Señor.
PARA REFLEXIONAR:
1. ¿Qué significa para nosotros vivir en la oscuridad, en ceguera?
2. ¿Qué áreas de mi vida están en ceguera (mi vida sentimental, mi área económica, espiritual etc?
ORACIÓN
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temere?, Señor gracias por llamarnos a caminar contigo, ayúdanos a tener tu mirada, que no mira las apariencias sino el corazón. Señor queremos ir caminando en este tiempo de Cuaresma hacia tu Luz Verdadera, que seas tú quien nos conduzca en el Camino de la Vida, donde siempre podamos ver. Amén.
soy religiosa y me da mucha alegría encontrarme con laicos tan comprometidos....que el Señor nos haga a todos cada dia mejores en el amor y en el servicio
ResponderBorrarUna palabra maravillosa y muy edificante, debemos reconocer a Jesus como nuestra luz y salvación....animo hermanos a seguirlo y a seguir creciendo en su obra...Amen
ResponderBorrarLeonardo M.
Gracias por estos comentarios tan reconfortantes, y que sea el Señor, el Dios de la vida que nos de a todos la fortaleza y la guía para seguir caminando en su proyecto.
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