viernes, 1 de abril de 2011

Domingo, 24 de Abril de 2011

¡NO ESTA AQUÍ HA RESUCITADO!



Hemos vivido la Semana Mayor, hemos hecho un proceso y un camino de muerte y vida y llegamos por fin, al Día central de nuestra fe, a la Pascua gloriosa de Jesús. Él está vivo. Ha vencido la muerte y hoy nos ofrece su Victoria y su Vida.
Si leemos detenidamente los textos, notaremos cómo los que hablan son testigos de una experiencia que a ellos mismos les ha transformado y, por eso, la comunican a los oyentes con alegría.

La Buena Nueva de la Resurrección de Jesús es palabra poderosa que impulsa nuestra vida.

PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 10,34a-37-43



“¡NOSOTROS COMIMOS Y BEBIMOS CON ÉL DESPUÉS QUE RESUCITÓ!”



Discurso de Pedro en casa de Cornelio
Pedro entonces comenzó a hablar, y dijo:
--Ahora entiendo que de veras Dios no hace diferencia entre una persona y otra, sino que en cualquier nación acepta a los que lo reverencian y hacen lo bueno. Dios habló a los descendientes de Israel, anunciando el mensaje de paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Ustedes bien saben lo que pasó en toda la tierra de los judíos, comenzando en Galilea, después que Juan proclamó que era necesario bautizarse. Saben que Dios llenó de poder y del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y que Jesús anduvo haciendo bien y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo. Esto pudo hacerlo porque Dios estaba con él, y nosotros somos testigos de todo lo que hizo Jesús en la región de Judea y en Jerusalén. Después lo mataron, colgándolo en una cruz. Pero Dios lo resucitó al tercer día, e hizo que se nos apareciera a nosotros. No se apareció a todo el pueblo, sino a nosotros, a quienes Dios había escogido de antemano como testigos. Nosotros comimos y bebimos con él después que resucitó. Y él nos envió a anunciarle al pueblo que Dios lo ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos. Todos los profetas habían hablado ya de Jesús, y habían dicho que quienes creen en él reciben por medio de él el perdón de los pecados.



REFLEXIÓN
Los Hechos de los Apóstoles reflejan el esfuerzo de las primeras comunidades por presentar el ministerio de Jesús en forma sencilla y atractiva. El texto que hoy leemos es una especie de anuncio fundamental,, llamado también "Kerigma" Se narran los antecedentes de la misión de Jesús y el significado de su acción para los pobres. Luego se hace un gran énfasis en la labor de la comunidad como testigo de su resurrección.

La comunidad cristiana siempre estuvo interesada en comunicar el significado y valor de la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret y no sólo en narrar el acontecimiento como tal. Toda la vida de Jesús ha sido concentrada en esta predicación que está destinada a mostrar a los nuevos discípulos cómo la acción del Maestro de Galilea perdura en la obra de la comunidad.

El discurso de Pedro conserva el recuerdo fiel de lo que ellos, los apóstoles, predicaban después de la resurrección de Jesús. Es el llamado «Kerygma» o proclamación solemne del centro de la fe cristiana, destinada a los judíos y a los paganos, invitándolos a creer en Jesucristo, a confiarse en Él y a incorporarse a su Iglesia. No se trata de una ideología, ni de un código moral. Se trata del anuncio de los acontecimientos que acabamos de celebrar en la Semana Santa: la vida de Jesús de Nazaret, vivida en Galilea, al norte del país de los judíos, hasta Jerusalén, la capital. Su predicación y sus milagros como signos de la misericordia de Dios. Su muerte en la cruz y su resurrección, de la cual los apóstoles han sido fieles testigos. A sus oyentes, y a nosotros hoy, Pedro exhorta a creer en Jesucristo para obtener la salvación. Este es el contenido fundamental de nuestra fe, que todos debemos testimoniar gozosamente con nuestra vida y con nuestras palabras. Porque son hechos salvadores, liberadores, por los cuales Dios se nos entrega como Padre, perdonando nuestros pecados y dándole sentido a nuestra vida.

SALMO RESPONSORIAL: 117
R./ Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

SEGUNDA LECTURA
COLOSENSES 3,1-4



BUSQUEN LAS COSAS DEL CIELO, DONDE CRISTO ESTÁ SENTADO A LA DERECHA DE DIOS”



Por lo tanto, ya que ustedes han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes murieron, y Dios les tiene reservado el vivir con Cristo. Cristo mismo es la vida de ustedes. Cuando él aparezca, ustedes también aparecerán con él llenos de gloria.



REFLEXIÓN
La carta a los Colosenses, nos invita a radicalizar nuestro estilo de vida cristiano. La invitación a buscar los bienes «de arriba» no es ha evadir nuestras responsabilidades en el presente, sino, por el contrario, una invitación a enfrentarlas desde la perspectiva y los valores de Jesús. Los valores de ‘arriba’, del "cielo", son los valores que en su vida histórica proclamó y vivió el resucitado: el amor para todos, la justicia y la solidaridad. Los valores que nos conducen hacia él, hacia su experiencia de resurrección. Los valores del «mundo» son aquellos modos de vida que predominan en los sistemas que imponen el egoísmo, el individualismo y la acumulación de bienes y riquezas materiales, modos de vida que son incompatibles con el evangelio, con el Reino de Dios.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,1-9



"ÉL HABÍA DE RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS”



El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro; y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Entonces se fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:
--¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos; pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar, y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas; y además vio que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado, y creyó. Pues todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar. Luego, aquellos discípulos regresaron a su casa.



REFLEXIÓN
Juan nos habla hoy precisamente de ese conjunto de dificultades que nublan el entendimiento humano y lo hacen incapaz de comprender las verdades de la fe. Los discípulas y discípulos no deben ir a buscar al Maestro al sepulcro. El lugar de Jesús de Nazaret ya no está entre los muertos, sino en la presencia de Dios desde donde anima a la comunidad a continuar su misión. María Magdalena comprende perfectamente este acontecimiento y, en lo profundo de su corazón, experimenta una alegría desbordante cuando descubre que el lugar para buscar a su Señor ya no es el cementerio.

Pedro y el otro discípulo corren alertados por la voz de la Magdalena. Pero, sólo el otro discípulo comprende el significado de la ausencia de Jesús. Pedro examina la tumba y las vendas, pero su entendimiento aún está atado a sus temores.

El evangelio concluye con la frase: «hasta entonces no habían comprendido la Escritura», para mostrarnos cómo la comunidad de creyentes debió recorrer un largo camino antes de comprender el significado y el alcance histórico de la resurrección de Jesús. Mientras ellos y ellas aún lloraban de dolor por la ausencia del Maestro, él ya estaba animando la vida de la comunidad, en la vida comunitaria y en la solidaridad con los más pobres.
El texto nos invita a hacer un camino de fe que nos haga comprender el significado de la resurrección de Jesús para nuestras vidas. No basta con correr de un lado para otro buscando al Señor sin comprender lo que su resurrección significa. Es necesario aprender a descubrir en los signos de muerte el germen de la vida. Allí donde el discípulo desprevenido experimenta el vacío de la tumba, el ‘otro discípulo’, el que ama entrañablemente al Señor, descubre la manifestación más profunda del Dios de la vida.

PARA REFLEXIONAR:
1. ¿Qué primeros frutos puedo recoger hoy del camino preparatorio de la Cuaresma, de esta Semana Santa y del Triduo Pascual que hoy culmina?

2. ¿De qué manera me invita a vivir el Evangelio la alegría Pascual? ¿Que áreas de mi vida debo resucitar hoy, en mi familia, en mi lugar de trabajo, en mi realidad comunitaria ?

3. ¿Con qué signos externos concretos voy a celebrar la Resurrección de Jesús en mi casa y en mi comunidad?

ORACIÓN
Señor Jesús, en este tiempo de Pascua que se inicia, te pedimos que podamos ser firmes en nuestros propósitos de cambio, que abramos nuestro corazón y nuestra mente a tu Palabra para que la fuerza de vida que ella contiene sea savia que corra por todas las dimensiones de nuestra existencia y se transforme en frutos de vida nueva. Amén.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mensaje o Intercesión por: