lunes, 1 de noviembre de 2010

Viernes, 12 de noviembre de 2010

“COMO EN LOS TIEMPOS DE NOÉ Y LOT”

PRIMERA LECTURA
SEGUNDA DE JUAN 4-9

“QUIEN PERMANECE EN LA SANA DOCTRINA POSEE AL PADRE Y AL HIJO”

El mandamiento del amor
Me he alegrado mucho de encontrar a algunos de los tuyos viviendo conforme a la verdad, como Dios el Padre nos ha mandado. Ahora, queridos hermanos, les ruego que nos amemos los unos a los otros. Esto que les escribo no es un mandamiento nuevo, sino el mismo que recibimos desde el principio. El amor consiste en vivir según los mandamientos de Dios, y el mandamiento, como ya lo han oído ustedes desde el principio, es que vivan en el amor.
La verdadera fe en Jesucristo
Pues andan por el mundo muchos engañadores que no reconocen que Jesucristo vino como hombre verdadero. El que es así, es el engañador y el Anticristo. Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.
Cualquiera que pretenda avanzar más allá de lo que Cristo enseñó, no tiene a Dios; pero el que permanece en esa enseñanza, tiene al Padre y también al Hijo.

REFLEXIÓN
Hoy san Juan nos ofrece una definición de amor: "El amor consiste en comportarse según sus mandamientos" (2 Jn 7). Literalmente: que caminemos según sus mandamientos. Amar no es lo que yo piense que es amor, ni lo que yo sienta o diga sobre el amor. El amor está ligado a la obediencia, como ya habíamos escuchado en el Evangelio: " Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Jn 14,15).
1.2 ¿Por qué este lenguaje suena tan extraño en nuestros oídos? ¿Por qué nuestro tiempo mira al amor como una experiencia de "libertad" y a la obediencia como una experiencia de "privación de amor"? ¿Por qué pensamos a menudo que cuando amamos no obedecemos y cuando obedecemos no amamos? Tal vez por un terrible malentendido en torno a la voluntad. Nuestro tiempo mira la voluntad como un absoluto que puede ser doblegado desde fuera, cosa que sucede en la "obediencia" pero que sólo tiene sentido cuando se goza en lograr su meta.
Según este modo de pensar, obediencia significa sometimiento y capitulación, renuncia a la propia meta, traición a la propia ruta. Amor, en cambio, quiere decir satisfacción del deseo, logro del propio objetivo. Es evidente que, así entendidos, no caben juntos el amar y el obedecer.

SALMO RESPONSORIAL: 118
R. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 17,26-37

“QUIEN TRATE DE CONSERVAR LA VIDA LA PERDERÁ”

Como pasó en los tiempos de Noé, así pasará también en los días en que regrese el Hijo del hombre. La gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca, y llegó el diluvio y todos murieron. Lo mismo sucedió en los tiempos de Lot: la gente comía y bebía, compraba y vendía, sembraba y construía casas; pero cuando Lot salió de la ciudad de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y todos murieron. Así será el día en que el Hijo del hombre aparezca.
"En aquel día, el que se encuentre en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, que no baje a sacarlas; y el que esté en el campo, que no regrese a su casa. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de conservar su vida, la perderá; pero el que la pierda, la conservará.

"Les digo que en aquella noche, de dos que estén en una misma cama, uno será llevado y el otro será dejado. De dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra será dejada."

Le preguntaron entonces:
--¿Dónde ocurrirá eso, Señor?
Y él les contestó:
--Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.

REFLEXIÓN
El Señor Jesús en la palabra orante de este día nos invita a seguir nuestra reflexión con ÉL, sobre la venida del Reino; ayer nos detuvimos en la primera parte, hoy nos centramos en la segunda: ¿cómo recibir el tiempo final?
La respuesta de Jesús es muy sencilla y bien concreta: debemos estar vigilantes y preparados.
Lo que sucedió en tiempos de Noé sucede en nuestros tiempos, con notables modificaciones, por supuesto. En tiempos de Noé comían y bebían; en nuestros tiempos hay numerosas poblaciones que padecen de hambre a causa de la desigualdad en la distribución de los recursos. En tiempos de Noé se casaban hombres con hombres y mujeres con mujeres, hoy conviven también hombres con hombres y mujeres con mujeres, el matrimonio se ha visto afectado por la cultura de lo “desechable”. En tiempos de Lot compraban y vendían, sembraban y construían; en nuestros tiempos hemos perdido la conciencia ecológica, poco o nada nos interesa que el planeta agonice lentamente, sigue creciendo la deforestación, no cesa la contaminación. ¡Hasta que vino el diluvio, hasta que llovió fuego y azufre y los hizo perecer a todos! ¿Qué futuro nos espera?
El evangelio de hoy y la liturgia de estos días nos invitan a reflexionar sobre el fin de los tiempos, sobre el Reino de Dios, sobre la venida del Hijo del Hombre. Nos preocupa la fecha y el lugar de esos acontecimientos, pero lo más importante es cumplir con nuestro deber actual, vivir de manera consciente cada día de nuestra vida con responsabilidad. No podemos dejarnos llevar por la rutina de la cotidianidad, como en los tiempos de Noé y de Lot.
La presencia viva y eficaz del reino en nuestras vidas depende de la prioridad que estemos dando a la vivencia de la fraternidad, la caridad, el servicio y la misericordia con nuestros hermanos.

PARA REFLEXIONAR
1. ¿Creo que en Jesús el Padre Dios me ha revelado todo?
2. ¿Qué es para mí lo último y definitivo de la historia?
3. ¿Cuándo celebro el encuentro con el Dios de Jesús?

ORACIÓN
Señor, gracias por renovar tu amor en este nuevo encuentro contigo, a través de tu bendita palabra. Maestro bueno, quiero reconocer hoy tu presencia en mi vida, tu acción en mi historia, tu presencia salvadora en mí. Amén

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