lunes, 1 de noviembre de 2010

Sábado 27 de noviembre de 2010

“VIGILANCIA Y ORACIÓN CLAVE DEL DISCIPULADO”

PRIMERA LECTURA
APOCALIPSIS 22, 1-7

"NO HABRÁ MAS NOCHE; EL SEÑOR IRRADIARÁ LUZ SOBRE ELLOS "

El ángel me mostró un río limpio, de agua de vida. Era claro como el cristal, y salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle principal de la ciudad y a cada lado del río, crecía el árbol de la vida, que da fruto cada mes, es decir, doce veces al año; y las hojas del árbol sirven para sanar a las naciones. Ya no habrá allí nada puesto bajo maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus siervos lo adorarán. Lo verán cara a cara, y llevarán su nombre en la frente. Allí no habrá noche, y los que allí vivan no necesitarán luz de lámpara ni luz del sol, porque Dios el Señor les dará su luz, y ellos reinarán por todos los siglos.
La venida de Jesucristo está cerca
El ángel me dijo: "Estas palabras son verdaderas y dignas de confianza. El Señor, el mismo Dios que inspira a los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos lo que pronto va a suceder."
"¡Vengo pronto! ¡Dichoso el que hace caso del mensaje profético que está escrito en este libro!"

REFLEXIÓN
Con la liturgia de este día llegamos al final de la lectura del libro del Apocalipsis y del año litúrgico también, y la comunidad joánica de este texto sigue ofreciéndonos una escenografía triunfal, esperanzadora. El Trono de Dios, el Cordero delante, vencedor, un río de agua viva que brota del trono (el Espíritu Santo; cf. Jn. 7,37-39), el árbol de la vida que da doce cosechas al año y cuyas hojas son medicinales. Allí no hay noche ni oscuridad, todo es luz, y los salvados por Cristo gozarán de alegría perpetua, y le prestarán servicio, “y lo verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente”. Juan recibe la promesa de que en la ciudad de Dios sus servidores le verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche porque Dios será su luz.

SALMO RESPONSORIAL: 94
R: ¡Maranatha! Ven, Señor Jesús.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 21, 34-36

“ESTÉN DESPIERTOS ORANDO ”

"Tengan cuidado y no dejen que sus corazones se hagan insensibles por los vicios, las borracheras y las preocupaciones de esta vida, para que aquel día no caiga de pronto sobre ustedes como una trampa. Porque vendrá sobre todos los habitantes de la tierra. Estén ustedes preparados, orando en todo tiempo, para que puedan escapar de todas estas cosas que van a suceder y para que puedan presentarse delante del Hijo del hombre."

REFLEXIÓN
Vigilancia y oración son 2 elementos claves que nunca deben borrarse del programa espiritual de todo buen cristiano (discípulo). Un verdadero cristiano vive siempre “en continua conversión progresando cada vez más”. En la iglesia encontramos personas que han sido fieles a estos propósitos y hoy son modelos discipulares (Francisco de Asís, Teresa de Ávila, etc). No han sido en vano sus esfuerzos lo han logrado precisamente porque integraron su a su vida la vigilancia y oración en grado extremo.
Vigilancia en el nuevo testamento se refiere a un estar siempre preparados para el encuentro con el Señor y la vida eterna. Para poder dar cumplimiento a las exigencias de Cristo, son necesarias la vigilancia y la oración.
Es verdad que el mundo moderno con su diversidad de tendencias se empeña en adormecernos, en desviarnos del sendero justo, de ahí la importancia de una vida rica en oración, entendida como una comunicación confiada y amorosa con nuestro Padre Dios. Es la invitación que Jesús nos hace repetidas veces en el evangelio y que hasta el último momento hizo a sus discípulos: “Velen y oren para que no caigan en tentación”.
Claro está que la oración que agrada a Jesús no es aquella que se hace únicamente en situaciones de emergencia extrema Él nos pide que oremos siempre y sin desanimarnos. La oración nos da la fuerza no tanto para “huir a los montes” cuando se presenten las adversidades, sino más bien para mantenernos firmes y confiados en medio de la tormenta, sabiendo que después de ella viene la calma y la alegría.

PARA REFLEXIONAR.
1. ¿Por qué debemos orar y estar vigilantes?
2. ¿Qué significa en este evangelio un corazón pesado?
3. ¿Lucho por tener el mismo rostro compasivo de Jesús?

ORACIÓN
Gracias, Señor de la vida, por el itinerario bíblico, caminado en este año que hoy termina; gracias por la comunidad de Lucas que nos ha acompañado; ayúdanos a tener un corazón maduro, que en este año que termina hayamos aprendido a ser mejores personas por tu Palabra, que nuestra vida entera sea signo de tu presencia. Amén.

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