lunes, 1 de noviembre de 2010

Lunes, 8 de noviembre de 2010

"MANOS PURAS Y CORAZÓN LIMPIO"

PRIMERA LECTURA

TITO 1, 1-9

“ESTABLECE SERVIDORES SIGUIENDO LAS INSTRUCCIONES QUE TE DÍ”

Saludo
Carta de Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, enviado por él para que los elegidos de Dios lleguen a la fe y al conocimiento de la verdad que se encuentra en nuestra religión, sostenidos por la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, prometió esta vida desde la eternidad, y ahora, a su debido tiempo, ha dado a conocer su mensaje por medio de la predicación que me ha sido confiada por mandato de Dios nuestro Salvador. A Tito, verdadero hijo en la fe común a los dos. Que Dios nuestro Padre y Jesucristo nuestro Salvador derramen su gracia y su paz sobre ti.

Responsabilidades de Tito en Creta.
Cuando te dejé en la isla de Creta, lo hice para que arreglaras lo que quedaba por arreglar y para que, en cada pueblo, nombraras ancianos de la iglesia, de acuerdo con lo que yo te encargué. Un anciano debe llevar una vida irreprochable. Debe ser esposo de una sola mujer, y sus hijos deben ser creyentes y no estar acusados de mala conducta o de ser rebeldes. Pues el que preside la comunidad está encargado de las cosas de Dios, y por eso es necesario que lleve una vida irreprochable. No debe ser terco, ni de mal genio; no debe ser borracho, ni amigo de peleas, ni desear ganancias mal habidas. Al contrario, siempre debe estar dispuesto a hospedar gente en su casa, y debe ser un hombre de bien, de buen juicio, justo, santo y disciplinado. Debe apegarse al verdadero mensaje que se le enseñó, para que también pueda animar a otros con la sana enseñanza y convencer a los que contradicen.

REFLEXIÓN
La primera lectura nos permite asomarnos a un momento muy singular de la vida de la Iglesia primitiva. Una primera generación de testigos declina y es preciso que el mensaje sea custodiado en su pureza y ofrecido con vigor a todos y en todas partes. Semejante coyuntura no podía escapar a la preocupación del apóstol que, precisamente porque no ha vivido para sí mismo sino para el Evangelio, escribe con rasgos vigorosos y profundos para definir en cuanto le es posible el cauce de la obra de la gracia en favor del pueblo santo.
Es hermoso percibir el alto sentido de responsabilidad que siente el apóstol. Sabe que la predicación es el gran instrumento querido por Dios para la realización de un designio antiguo y maravilloso, como no hay otro: la vida eterna. Este es el telón de fondo de toda su reflexión sobre la vida y el ministerio de los pastores al servicio de la Iglesia de Cristo.
Esta vida, por lo demás, no es una pura promesa, ni apunta sólo hacia el futuro. Tiene ya su expresión en la concreción de la fe. La fe es la circulación vital que liga a Pablo con Tito, a quien escribe, y por eso lo llama "verdadero hijo en la fe que compartimos". Así como en un organismo animal todo se pierde si deja de circular la sangre, así también, en este organismo vivo que es la Iglesia todo depende de la circulación vital de la fe.

SALMO RESPONSORIAL: 23
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 17,1-6

“SI SIETE VECES VUELVE TU HERMANO ARREPENTIDO, PERDÓNALO”

Jesús dijo a sus discípulos: "No se puede evitar que haya incitaciones al pecado; pero ¡ay del hombre que haga pecar a los demás! Mejor le sería que lo echaran al mar con una piedra de molino atada al cuello, que hacer caer en pecado a uno de estos pequeñitos. ¡Tengan cuidado!
"Si tu hermano peca, repréndelo; pero si cambia de actitud, perdónalo. Aunque peque contra ti siete veces en un día, si siete veces viene a decirte: 'No lo volveré a hacer', debes perdonarlo."
El poder de la fe
Los apóstoles pidieron al Señor:
--Danos más fe.
El Señor les contestó:
--Si ustedes tuvieran fe, aunque solo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol: 'Arráncate de aquí y plántate en el mar', y les haría caso.

REFLEXIÓN
Estas dos condiciones resumen los requisitos para servir al Señor, para gozar de su presencia, para entrar en su “recinto santo”, así nos lo dice el salmista. La comunidad de Lucas en el evangelio de hoy nos describe algunos de los rasgos propios de un discípulo de Jesús para llevar adelante la convivencia en la vida comunitaria: 1º cada uno debe poner atención a su responsabilidad en los problemas comunitarios; 2º cada uno debe vivir en una actitud continua de perdón al agresor y de ayuda al hermano débil; 3ª cada uno debe esforzarse por crecer y fortalecer su fe; 4º cada discípulo(a) cada uno debe descubrirse a si mismo servidor de los demás. En otras palabras, una comunidad en verdad nunca perfecta, por eso los “escándalos”, pero siempre en camino, crece en torno a los tres grandes elementos del discipulado: el perdón, la fe y el servicio.
Quien se ha comprometido con el proyecto de Jesús no puede ser arrogante, violento ni iracundo, todo lo contrario debe ser una persona hospitalaria, amable, dueña de si misma, que sea capaz de anunciar y denunciar la conducta del adversario.
Pero el gran problema o enemigo característico del cristiano de todos los tiempos es la falta de capacidad para perdonar. No podemos ser tan ciegos para no reconocer que el perdón es una fuente de vida, de sanación y liberación. Qué otro medio sino el perdón nos ha dejado Dios para volver a una vida plena. Ojalá que nunca olvidemos que perdonar es el regalo más grande que podemos dar y debemos darnos. Quien perdona de corazón se brinda una nueva oportunidad de vida y, a la vez, permite que los demás vivan en armonía. Si no somos capaces de perdonar, podríamos convertirnos en motivo de escándalo para la gente sencilla.
Perdónate hoy a ti mismo. Acéptate tal como eres, con tus limitaciones, con tu edad, con tu enfermedad, con tu color, con tu estatura, con tu peso, con tu historia; deja de perder el tiempo lamentándote por lo que no eres o no tienes, para atrapar la felicidad que está al alcance de tu mano. La hormiga no envidia al elefante cuando lo ve comiendo, ella come lo necesario y queda satisfecha.

Jesús enseña a sus discípulos el elemento fundamental para permanecer unidos como comunidad alternativa y ser signo verdadero de la misericordia de Dios: la corrección fraterna. Únicamente quien tiene el don de la fe es capaz de perdonar ilimitadamente a su hermano, pues no tiene en cuenta la falta, el error, sino que tiene como prioridad la persona y su proceso de vida; el que actúa así es porque mira a su hermano y a su comunidad con los ojos de Dios y a reflexionado profundamente su querer: una comunidad fraterna y solidaria. El evangelio nos enseña que el perdón es un proceso de conversión personal y comunitario movido únicamente por la fe, por la acción misericordiosa de Dios con el fin de conducir a la comunidad a la santidad, es decir, a una vida regida por el amor y el servicio mutuo. El perdón entre los hermanos, así como el arrepentimiento y la corrección fraterna, es necesario para toda comunidad de creyentes, porque es la mejor forma de expresar que creemos en la misericordia de Dios y en una forma distinta de relacionarnos, en la que no nos condenamos ni nos juzgamos, sino que nos arrepentimos, enmendamos el error y perdonamos.

PARA REFLEXIONAR
1. ¿He Pedido y recibido el perdón de mis semejantes?
2. ¿Soy capaz de perdonar siempre
3. ¿Le brindo nuevas oportunidades a quien se equivoca?

ORACIÓN
Te agradecemos y te bendecimos Señor de la vida, en este nuevo encuentro con tu bendita palabra. Que nuestra vida, Señor, si va ha ser escándalo para los demás que lo sea por el amor, el perdón, la misericordia y solidaridad; por el testimonio que damos de ti, porque no concuerda con las lógicas egoístas de este mundo. Amén.

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