lunes, 1 de noviembre de 2010

Sábado 6, de noviembre de 2010

“EL DINERO AL SERVICIO DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
FILIPENSES 4,10-19

Me alegro mucho en el Señor de que ustedes hayan vuelto a pensar en mí. No quiero decir que me hubieran olvidado, sino que no tenían la oportunidad de ayudarme. No lo digo porque yo esté necesitado, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a no tener nada. A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece. Sin embargo, ustedes hicieron bien compartiendo mis dificultades.

Cuando partí de Macedonia, al comenzar a anunciar el evangelio, fueron ustedes, los de la iglesia de Filipos, los únicos con quienes tuve este intercambio de bienes. Pues incluso estando yo en Tesalónica, más de una vez ustedes me enviaron ofrendas para mis necesidades. No es que yo esté cobrándoles nada; lo que quiero es que ustedes lleguen a tener más en su cuenta delante de Dios. Acuso recibo de todo, y hasta tengo de sobra. Con lo que me enviaron por medio de Epafrodito, tengo más que suficiente. Lo que me enviaron fue como una ofrenda de incienso perfumado, un sacrificio que Dios recibe con agrado. Por lo tanto, mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús. ¡Gloria para siempre a nuestro Dios y Padre! Amén.

REFLEXIÓN
Pablo usualmente ganó con sus propias manos los recursos materiales que necesitaba para subsistir. Sabemos por Hch. 18,3 que se dedicaba a tejer lonas para tiendas o toldos. Sin embargo, no hemos de mirarle como una persona autosuficiente o como alguien que no supiera valorar un regalo. Era escrupuloso en evitar que la gente creyera que él obraba por mezquino interés, pero sabía apreciar el apoyo no sólo espiritual, en la oración, sino también material, en el cubrimiento de sus necesidades.
Esto queda particularmente claro en la primera lectura de hoy, que nos presenta un episodio más de la relación de entrañable afecto que unió a este apóstol con una comunidad cristiana, la de Filipos. Los filipenses fueron solícitos de los gastos y estrecheces que veían que pasaba Pablo y él aceptó la bondad de ellos.
Lo más hermoso aquí es que Pablo, que estaba adaptado a todo, a vivir en abundancia o necesidad, se regocija en los bienes que recibe pero no tanto por lo que él mismo recibe sino porque está convencido que dar atrae bendiciones y por eso se goza al ver que sus amigos se están colmando de bendiciones gracias a todo lo que están dando y compartiendo. ¡Qué preciosa lección para nosotros!

SALMO RESPONSORIAL: 111
R. Dichoso quien teme al Señor

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 16, 9-15

“NO SE PUEDE ESTAR AL SERVICIO DE DOS SEÑORES”

"Les aconsejo que usen las falsas riquezas de este mundo para ganarse amigos, para que cuando las riquezas se acaben, haya quien los reciba a ustedes en las viviendas eternas.
"El que se porta honradamente en lo poco, también se porta honradamente en lo mucho; y el que no tiene honradez en lo poco, tampoco la tiene en lo mucho. De manera que, si con las falsas riquezas de este mundo ustedes no se portan honradamente, ¿quién les confiará las verdaderas riquezas? Y si no se portan honradamente con lo ajeno, ¿quién les dará lo que les pertenece?
"Ningún sirviente puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas."
Los fariseos, que eran amigos del dinero, oyeron todo esto y se burlaron de Jesús. Jesús les dijo: "Ustedes son los que se hacen pasar por justos delante de la gente, pero Dios conoce sus corazones; pues lo que los hombres tienen por más elevado, Dios lo aborrece.

REFLEXIÓN
El relato de este día nos invita en la oración a usar bien el dinero. No se puede servir a Dios y al dinero, pero con el dinero si se puede servir a Dios, presente en las necesidades de los pobres, excluidos e indigentes. El dinero administrado rectamente, con justicia y sabiduría, se puede convertir en ofrenda y sacrificio que acepta a Dios con agrado y recompensa en bendición y, al mismo tiempo constituye una maravillosa ocasión para Él hacernos ricos ante Él por medio de nuestros donativos. Un ejemplo de generosidad sin medida lo encontramos en la comunidad de Filipos que nos recuerda la primera lectura, Pablo que ayudó especialmente cuando se encontraba en momentos de gran dificultad.
Para conquistar el tesoro del cielo es necesario ser buenos administradores, esto es lo que representa ser fieles en lo mínimo o poco, en comparación con la inefable riqueza de la vida futura de gloria prometida por nuestro Padre Celestial. Pidamos hoy al Señor nos conceda un corazón generoso, sensible a las necesidades de los demás. Recordemos el sabio consejo del anciano Tobit a su hijo: “practica con tus bienes la limosna y no apartes tu rostro de ningún pobre, porque así no apartará de ti su rostro el Señor”. Aprendamos también la serenidad y el equilibrio de San Pablo para afrontar las situaciones como se van presentando, dando siempre gracias a Dios por la abundancia y la prosperidad, pero también por la escasez y la adversidad.
La limosna en el antiguo testamento era muy apreciada y valorada por encima de los ayunos, sacrificios y prácticas similares., en el nuevo testamento se le dan nuevos motivos, como el amor al prójimo (ofrenda). La limosna no puede ser una mera obra exterior, sino que debe corresponder a una actitud interior.

PARA REFLEXIONAR
1. ¿Por qué se alaba la actitud del buen administrador?
2. ¿Pongo mis bienes y creatividad al servicio del evangelio?
3. ¿Cómo discípulo(a) qué valor le doy al dinero?
4. ¿Pongo a circular mis bienes para el beneficio de mi comunidad?
5. ¿Me siento dueño o simplemente administrador de los bienes de Dios?

ORACIÓN
Gracias te damos buen Señor en este nuevo día, gracias te damos por cada sonrisa, gracias por cada amistad, gracias por tu provisión, gracias Señor por el don de la vida que eres tú mismo. Haznos buenos administradores del dinero y de todo bien; como tu buen Señor haznos misericordiosos y generosos para compartir con los demás. Amén

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