lunes, 1 de noviembre de 2010

Domingo, 21 de noviembre de 2010

“EL REINADO DE LA CRUZ”

PRIMERA LECTURA
SEGUNDA DE SAMUEL 5, 1-3

“UNGIERON A DAVID COMO REY DE ISRAEL”

Más tarde, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón para hablar con David, y le dijeron: "Nosotros somos de tu misma sangre, y en realidad, aunque Saúl era nuestro rey, tú eras el que verdaderamente dirigía a Israel en sus campañas. Además, el Señor te ha prometido que tú serás quien dirija y gobierne a Israel."
De esta manera, todos los ancianos de Israel fueron y hablaron con el rey David en Hebrón, y él hizo un pacto con ellos, poniendo al Señor por testigo. Entonces ellos consagraron a David como rey de Israel.

REFLEXIÓN
En esta primera lectura el libro de Samuel nos muestra cómo Dios busca un rey para sembrar la justicia y dar la paz a su pueblo. Los del sur a cuya tribu de Judá pertenecía David, ya han proclamado a éste como rey y ahora vienen las tribus del norte las de Israel para decirle que ellos también lo quieren como rey.
David tenía fama de buen defensor y sobre él se tejerá la leyenda sagrada de un rey justo y capaz de alcanzar la unidad.
Esta lectura evoca la figura grande y fascinante del rey David. En efecto, fue durante su reinado cuando los hebreos experimentaron de manera más tangible a Dios en medio de su pueblo. Es decir: el reinado de David vino a ser como una imagen de qué significa reinar sin quitarle el reinado de Dios. David era el rey pero los bienes que el pueblo recibió en aquellos años hacían sentir a todos que Dios estaba guiando, defendiendo y fortaleciendo a los suyos.
El rey David es el "rey-pastor." Habiendo sido él mismo pastor de ovejas en su temprana juventud, David conoció que significa guiar al rebaño pero también qué quiere decir poner la vida por el rebaño o buscar los mejores pastos y las aguas más limpias. La enseñanza de esto es que hay dos maneras de gobernar: hay unos que gobiernan para sí mismos, preocupándose de su gloria, su fama, sus riquezas, su bienestar y nada más. Hay en cambio otros, como David, que tienen por norma gobernar cuidando de los que gobiernan.

SALMO RESPONSORIAL: 121
R. ¡Que alegría cuando me dijeron vamos alegres a la casa del Señor!

SEGUNDA LECTURA
COLOSENSES 1,12-20

“DIOS NOS HA TRASLADADO AL REINO DE SU HIJO AMADO”

…..darán gracias al Padre, que los ha capacitado a ustedes para recibir en la luz la parte de la herencia que él dará al pueblo santo. Dios nos libró del poder de las tinieblas y nos llevó al reino de su amado Hijo, por quien tenemos la liberación y el perdón de los pecados.
Cristo es la imagen visible de Dios, que es invisible; es su Hijo primogénito, anterior a todo lo creado. En él Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, tanto lo visible como lo invisible, así como los seres espirituales que tienen dominio, autoridad y poder. Todo fue creado por medio de él y para él. Cristo existe antes que todas las cosas, y por él se mantiene todo en orden. Además, Cristo es la cabeza de la iglesia, que es su cuerpo. Él, que es el principio, fue el primero en resucitar, para tener así el primer puesto en todo. Pues en Cristo quiso residir todo el poder divino, y por medio de él Dios reconcilió a todo el universo ordenándolo hacia él, tanto lo que está en la tierra como lo que está en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que Cristo derramó en la cruz.

REFLEXIÓN
Pablo en esta segunda lectura recoge y adapta un himno litúrgico característico de las comunidades de esos tiempos, para mostrarnos que Cristo es la imagen de Dios, pero que es criatura como nosotros también. Cristo ha traído la salvación y la liberación, no solamente para un pueblo, sino para todos los pueblos y para todas las naciones, Porque Él es la imagen visible de Dios. El reinado de Cristo queda caracterizado por su manera de entregarse por nosotros, pues "por su sangre recibimos la redención, el perdón de los pecados." Sin embargo, un tema nuevo aparece: Cristo, "el primero."
La idea es que Cristo no empieza a ser rey por su triunfo en la Cruz sino que de hecho por Él y para Él han sido creadas todas las cosas. Cómo llego Pablo a esta conclusión tan profunda y general es cosa que no sabemos al detalle pero es posible sugerir un camino que sirve para que también nosotros reconozcamos la amplitud del reinado del Señor.
Lo que nosotros conocemos más inmediatamente es la obra redentora de Cristo. Al encuentro con Él descubrimos que nuestras vidas pueden ser levantadas, limpiadas, embellecidas y sanadas por el amor desbordante de Dios manifiesto en Cristo Jesús. Descubrimos también que esa belleza y salud que recobran nuestras almas no es otra cosa sino el plan original de Dios, y entonces entendemos que la vida en Cristo no es un plan subsidiario o de emergencia sino que así nos quiso Dios desde siempre: en él. Así pues, Cristo es el primero.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 23,35-43

!SEÑOR, CUANDO LLEGUES A TU REINO ACUÉRDATE DE MÍ!

La gente estaba allí mirando; y hasta las autoridades se burlaban de él, diciendo:
--Salvó a otros; que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido.
Los soldados también se burlaban de Jesús. Se acercaban y le daban a beber vino agrio, diciéndole:
--¡Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo!
Y había un letrero sobre su cabeza, que decía: "Este es el Rey de los judíos."
Uno de los criminales que estaban colgados, lo insultaba:
--¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos también a nosotros!
Pero el otro reprendió a su compañero, diciéndole:
--¿No tienes temor de Dios, tú que estás bajo el mismo castigo? Nosotros estamos sufriendo con toda razón, porque estamos pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo.
Luego añadió:
--Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar.
Jesús le contestó:
--Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.

REFLEXIÓN
No se podía clausurar mejor el año litúrgico que celebrando esta fiesta solemne de Cristo Rey del Universo. Qué ocasión tan maravillosa para empezar a hacer un balance anual de nuestra vida cristiana en sus diferentes áreas o dimensiones; y hacernos la gran pregunta: ¿Quién reina en nuestro corazón: el dinero, el placer, el egoísmo, la vanidad, etc.?
El evangelio de hoy al igual que las otras lecturas nos muestra claramente que el reinado de Jesús, es ciertamente, diferente a los demás reinados, como el de Cartagena; no tiene nada de triunfalismo, no de arrogancia y dominación, como los reinados de las naciones que oprimen y tiranizan. Jesús reina según la lógica de Dios, no según las normas y parámetros de los seres humanos: Jesús es el rey que nació “entre unas pobres y humildes pajas de un pesebre”, el gran desplazado, que desde su comienzo tuvo que huir a Egipto para escapar de la furia y tiranía de Herodes, el que estuvo a punto de ser despeñado por la muchedumbre, el que entró triunfante a Jerusalén montado en un asno 0 kms., el que lavó los pies de sus discípulos: en definitiva, un rey cuyo palacio y único trono es la cruz.
Desde allí muestra a la humanidad el distintivo y la esencia de su reinado:
El amor, la misericordia, la justicia y el perdón. Y un hombre arrepentido descubre esa dimensión salvífica y proclama su realeza, obteniendo como respuesta la entrada inmediata en el paraíso: “yo te aseguro, que hoy estarás conmigo en el paraíso”. El diálogo de Jesús con los ladrones pecadores muestra que el arrepentimiento humano y la misericordia de Dios son rasgos típicos del reino que Jesús viene a traernos, y que El mismo inaugura en la tierra. Todos estamos llamados a dar testimonio de ese reinado con nuestras actitudes de amor, de solidaridad, de justicia, de paz y de perdón.
La pregunta que le hacen los enemigos a Cristo nos ayuda también a penetrar el sentido de su reinado. No parece muy poderoso este rey que queda en manos de sus adversarios, que bien se ve cuánto lo odian. Y sin embargo, tal es su modo de reinar: poniendo su vida, como el pastor por sus ovejas. En la Cruz, eso de "dar la vida" deja de ser una metáfora bonita y se convierte en una viva y vivificante realidad.
La nota característica, pues, de este rey nuestro es que no puede salvarse a sí mismo, ocupado como está en salvarnos a nosotros. Un amor así tiene el poder suficiente para reventar las cadenas que nos amarraban al pecado y querían conducirnos a la muerte
La comunidad de Lucas nos enseña que el crucificado es el verdadero Mesías, Señor y Salvador y que por medio de su vida y de su muerte, Dios salva. Por lo tanto nosotros encontramos salvación inmediata en Él; “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.

PARA REFLEXIONAR
1. ¿Cual es el regalo de Jesús para quien está crucificado con Él?
2. ¿Qué significa aquí el “paraíso”?
3. ¿Por que esta escena es una profunda catequesis?

ORACIÓN
Te damos gracias, te bendecimos y adoramos Cristo Rey, al terminar este año litúrgico. Gracias por todo el itinerario bíblico que has caminado con nosotros a lo largo de este año. Gracias por la comunidad de Lucas que nos ha servido como guía y maestra del discipulado. Hoy te proclamamos solo a Ti como a nuestro Único Salvador y Señor de la vida; como al Rey Único y Soberano del Universo, te invitamos a que entres de nuevo a nuestro corazón, cenes con nosotros y renueves en tu amor y misericordia la experiencia preciosa del primer amor. Te amamos. Amén.

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