lunes, 1 de noviembre de 2010

Domingo, 28 de noviembre 2010

“UNA ESPERA ACTIVA”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 2,1-5

“EL SEÑOR REUNE A LAS NACIONES EN LA PAZ DEL REINO DE DIOS”

Estas son las profecías que Isaías, hijo de Amós, recibió por revelación acerca de Judá y Jerusalén: En los últimos tiempos quedará afirmado el monte donde se halla el templo del Señor. Será el monte más alto, más alto que cualquier otro monte. Todas las naciones vendrán a él; pueblos numerosos llegarán, diciendo: "Vengan, subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y podamos andar por sus senderos." Porque de Sión saldrá la enseñanza del Señor, de Jerusalén vendrá su palabra. El Señor juzgará entre las naciones y decidirá los pleitos de pueblos numerosos. Ellos convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. Ningún pueblo volverá a tomar las armas contra otro ni a recibir instrucción para la guerra. ¡Vamos, pueblo de Jacob, caminemos a la luz del Señor!

REFLEXIÓN
En esta primera lectura, vemos al profeta, no muy convencido que su gente haya entendido adecuadamente la presencia de Dios en Jerusalén. Para él, Jerusalén debe ser la ciudad de la paz y la justicia, ya que de esa manera, asi, acontece la presencia viva de Dios, en medio de su pueblo. Por eso Isaías nos habla de una Jerusalén que debe ser sabia y que se atreva a hacer de las “espadas arados” es decir, la paz que no es ausencia de guerra, sino la oportunidad que todos deben tener para vivir bien, empezando por el derecho de que todos tengan trabajo, educación, salud y vivienda digna.

SALMO RESPONSORIAL: 121
R: Que alegría cuando me dijeron “vamos a la casa del Señor”.

SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 13, 11-14

“NUESTRA SALVACIÓN ESTÁ CERCA”

En todo esto tengan en cuenta el tiempo en que vivimos, y sepan que ya es hora de despertarnos del sueño. Porque nuestra salvación está más cerca ahora que al principio, cuando creímos en el mensaje. La noche está muy avanzada, y se acerca el día; por eso dejemos de hacer las cosas propias de la oscuridad y revistámonos de luz, como un soldado se reviste de su armadura. Actuemos con decencia, como en pleno día. No andemos en banquetes y borracheras, ni en inmoralidades y vicios, ni en discordias y envidias. Al contrario, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no busquen satisfacer los malos deseos de la naturaleza humana.

REFLEXIÓN
En esta segunda lectura, Pablo en su carta a los Romanos, nos hace un llamado a salir de la vida sin sentido, que muchas veces vivimos. Nos dirá que las armas de la luz son la justicia y la paz, y que revestirse del Señor Jesús, colmar nuestra interioridad de la vida de Jesús, es vivir en el proyecto del evangelio que nos transforma y nos da vida verdadera.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 24, 37-44

“ESTÉN PREVENIDOS Y EN VELA”

Como sucedió en tiempos de Noé, así sucederá también cuando regrese el Hijo del hombre. En aquellos tiempos antes del diluvio, y hasta el día en que Noé entró en el arca, la gente comía y bebía y se casaba. Pero cuando menos lo esperaban, vino el diluvio y se los llevó a todos. Así sucederá también cuando regrese el Hijo del hombre. En aquel momento, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra será dejada.
"Manténganse ustedes despiertos, porque no saben qué día va a venir su Señor. Pero sepan esto, que si el dueño de una casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto y no dejaría que nadie se metiera en su casa a robar. Por eso, ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.

REFLEXIÓN
Comenzamos hoy un nuevo año litúrgico y a la vez el tiempo de adviento que nos prepara para la Navidad, momento clave para recibir en nuestro corazón a Jesús, como nuestro Salvador y Señor. Como cristianos y discípulos(as) de Jesús, estamos llamados a preparar el camino del nacimiento de Señor Jesús de una manera diversa a la que propone la sociedad de consumo. Adviento es tiempo de penitencia y de conversión. Los cristianos estamos invitados a esperar con atención y vigilancia orante la venida del Señor. Por eso la principal recomendación que nos hace el Señor en el evangelio es a permanecer despiertos en la fe con mucha responsabilidad personal y comunitaria. Pero no podemos esperar con los brazos cruzados, nuestra espera debe ser activa y dinámica. Esperar al Señor implica transformar la existencia; significa ponernos en marcha caminar a la luz del Señor, como lo resalta hoy el profeta Isaías: es propiciar nuevas situaciones de progreso y superación. No tiene sentido esperar al Señor, hacer un pesebre y rezar la novena y con odios y resentimientos seguir preparándonos para la guerra, todo lo contrario, debemos prepararnos para la paz, es la invitación urgente que se hace a nuestros pueblos en este tiempo de adviento y navidad. Esperamos al Mesías para que transforme nuestro caminar de tinieblas en luz para el mundo. En este texto del evangelista Mateo y su comunidad que nos estará acompañando este nuevo año litúrgico, encontramos un pasaje de su último discurso, de los cinco que estructuran su obra, y que tiene un lenguaje apocalíptico. El mensaje central es un llamado a la conversión, a un recomenzar. Tenemos que comenzar una nueva etapa, un momento nuevo, una actitud distinta ya que recibiremos al “Hijo de Dios” a Jesús de Nazareth, el que comenzó de parte de Dios una nueva historia completamente nueva, y que nos enseña a vivir en dignidad, sin miedo a que nos destruyan, sino con discernimiento, para arrancar de raíz lo que no tiene sentido; es tiempo para nacer y hacer nacer un proyecto, un propósito, una meta nueva. Dios, el Dios de Jesús siempre tendrá, un proyecto de salvación con la humanidad.

PARA REFLEXIONAR
1. ¿Qué sentido le doy al adviento?
2. ¿Cómo celebrar este adviento de una manera nueva?
3. ¿Cómo vivir hoy las exhortaciones de Jesús: “Velar y estar preparados”?

ORACIÓN
Gracias, Buen Señor, Dios de la vida, por alimentarnos con tu Palabra que nos da vida, hoy te pedimos que quienes nos gloriamos de confesar nuestra fe en Cristo como Rey del universo, estemos preparados, en una espera vigilante y orante para tu venida definitiva a nuestras vidas. Amén.

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