lunes, 1 de noviembre de 2010

Lunes, 29 de noviembre 2010

“HOY VOY A CURARLOS”

PRIMERA LECTURA

ISAÍAS 2,1-5

“EL SEÑOR REUNE A SU PUEBLO EN TORNO A ÉL”

Estas son las profecías que Isaías, hijo de Amós, recibió por revelación acerca de Judá y Jerusalén: En los últimos tiempos quedará afirmado el monte donde se halla el templo del Señor. Será el monte más alto, más alto que cualquier otro monte. Todas las naciones vendrán a él; pueblos numerosos llegarán, diciendo: "Vengan, subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y podamos andar por sus senderos." Porque de Sión saldrá la enseñanza del Señor, de Jerusalén vendrá su palabra. El Señor juzgará entre las naciones y decidirá los pleitos de pueblos numerosos. Ellos convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. Ningún pueblo volverá a tomar las armas contra otro ni a recibir instrucción para la guerra. ¡Vamos, pueblo de Jacob, caminemos a la luz del Señor!

REFLEXIÓN
La primera lectura nos presenta una hermosa visión de la ciudad santa, Jerusalén, como centro bendito de peregrinación de todos los pueblos. Es como un Babel al revés: si en aquella ocasión de un punto todos salieron sin poder entenderse y se alejaron unos de otros, ahora de todos los puntos sale un solo clamor, surgen un solo anhelo, nace un solo lenguaje, de camino hacia una misma meta: Jerusalén. Jerusalén es Babel vencida, como ya nos lo enseñó el Apocalipsis en los ecos de la última semana del año litúrgico pasado.
Jerusalén es así el centro del mundo. Mas hay un centro en la misma Jerusalén: el templo; y hay un corazón en el templo: la ley, la palabra del Señor. La peregrinación universal hacia Jerusalén no es la búsqueda de un lugar turístico sino es la expresión del hambre profunda que todo ser humano tiene por eso que sólo puede saciarse con la Palabra de Dios. En el fondo todos vienen a la misma ciudad porque a todos les empuja una misma necesidad y les convoca una misma hambre: hambre de la luz, de la verdad, de la vida.

SALMO RESPONSORIAL: 121
R: Qué alegría cuando me dijeron : Vamos a la casa del Señor.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 8, 5-11

“VENDRÁN DE ORIENTE Y OCCIDENTE Y SE SENTARÁN EL EN REINO”

Al entrar Jesús en Cafarnaúm, un capitán romano se le acercó para hacerle un ruego. Le dijo:
--Señor, mi criado está en casa enfermo, paralizado y sufriendo terribles dolores.
Jesús le respondió:
--Iré a sanarlo.
El capitán contestó:
--Señor, yo no merezco que entres en mi casa; solamente da la orden, y mi criado quedará sano. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que vaya, va; cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado que haga algo, lo hace.
Jesús se quedó admirado al oir esto, y dijo a los que le seguían:
--Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe como este hombre. Y les digo que muchos vendrán de oriente y de occidente, y se sentarán a comer con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.

REFLEXIÓN
Ese es Jesús, el Hijo de Dios que está por venir. Aquel que para dar cumplimiento al diseño salvífico del Padre, se “encarnó en las entrañas de María, la virgen campesina de Nazaret” y se hizo hombre, todo eso por amor a la humanidad,
de la cual hacemos parte tú y yo.
En el evangelio, Jesús se pone al servicio del centurión romano que tiene en casa a su criado paralítico y con unos dolores: “Voy a curarlo”, porque para eso he sido enviado: a llevar la buena nueva a los pobres, a anunciar la libertad a los presos, a dar la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor (Lucas 4,18-22). Hoy Jesús nos trae una noticia consoladora a todos, hombre y mujer que sufre el dolor, la soledad, la separación, que atraviesa un momento difícil en la vida, que tal vez está afligido por la enfermedad: “ Yo iré a curarlo (a)”. Sólo se necesita tener fe, como el centurión romano para recibir la bendición y la sanación del buen Jesús.

El reino de Dios es para toda la humanidad y no sólo para un pequeño grupo de personas; de igual forma, el mensaje de Jesús es universal, no es exclusivo, es una propuesta para el mundo entero. Y es esto lo que expresa el texto que leemos hoy. El centurión, quien forma parte del aparato opresor de la época y religiosamente es pagano, cree en la acción salvífica de Jesús, cree que es el Señor y que por lo mismo es superior a las fuerzas del mal y puede sanar y otorgar vida. Por esta expresión de fe, el centurión se convierte en modelo de creyente, pues se pone en manos de Jesús y tiene fe en sus palabras, superando los prejuicios religiosos y dando cabida a la misericordia universal de Dios. La fe del centurión sorprende a Jesús y lo lleva a afirmar que no ha encontrado en Israel una fe semejante a esta (v. 10), lo cual quiere decir que muchos israelitas se han cerrado a la Buena Noticia proclamada por Jesús, mientras los paganos han encontrado en él su propia esperanza, su propia salvación. Es un llamado a abrir nuestro horizonte misionero, a abrir nuestra mente a la constante novedad del Evangelio.

PARA REFLEXIONAR
1. ¿Dejó a entrar a Jesús en mi casa, en mi vida, en mis cosas?
2. ¿Qué me aporta la fe de este hombre del relato?
3. ¿Pongo barreras a los demás para impedir el acceso a Jesús?

ORACIÓN
Te agradecemos, bendecimos y adoramos, Buen Señor, por este nuevo encuentro con tu palabra que nos da vida. Quiero ver mi historia desde tu visión, Señor, reconocer en ella tu bendita voluntad, la intervención de tu mano poderosa a mi favor. Amén

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