ECLESIASTÉS 3, 1-11
En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre: Un momento para nacer, y un momento para morir. Un momento para plantar, y un momento para arrancar lo plantado. Un momento para matar, y un momento para curar. Un momento para destruir, y un momento para construir. Un momento para llorar, y un momento para reír. Un momento para estar de luto, y un momento para estar de fiesta. Un momento para esparcir piedras, y un momento para recogerlas. Un momento para abrazarse, y un momento para separarse. Un momento para intentar, y un momento para desistir. Un momento para guardar, y un momento para tirar. Un momento para rasgar, y un momento para coser. Un momento para callar, y un momento para hablar. Un momento para el amor, y un momento para el odio. Un momento para la guerra, y un momento para la paz.
¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar? Me doy cuenta de la carga que Dios ha puesto sobre los hombres para humillarlos con ella. Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará.
REFLEXIÓN
Hoy estamos invitados a reflexionar sobre cuál es el verdadero sentido de mi vida y de todo lo que hago, como también sobre quién es Dios para cada uno de nosotros, qué lugar ocupa en nuestro corazón, es verdaderamente El objeto diario de nuestros pensamientos, afectos, palabras o acciones.
En esta primera lectura recordemos que no es suficiente reconocerlo como el Señor, sino que hay que escuchar su palabra y ponerla en práctica. En medio de las agitaciones y contratiempos, hagamos hoy una pausa, e iluminados por el texto del Eclesiastés, pensemos si en nuestra jornada, si en nuestro día a día hay tiempo suficiente para orar, para pensar en Dios, para amar y hacer el bien a los demás, hay tiempo para descansar y fortalecer nuestras energías. En Dios “Todo tiene un tiempo, un momento y un lugar”.
R: Bendito el Señor, mi roca.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 9, 18-22
¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos contestaron:
Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres Elías, y otros dicen que eres uno de los antiguos profetas, que ha resucitado.
--Y ustedes, ¿quién dicen que soy? --les preguntó.
Y Pedro le respondió:
--Eres el Mesías de Dios.
Jesús anuncia su muerte
Pero Jesús les encargó mucho que no dijeran esto a nadie. Y les dijo:
--El Hijo del hombre tendrá que sufrir mucho, y será rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Lo van a matar, pero al tercer día resucitará.
REFLEXIÓN:
ORACIÓN
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