miércoles, 1 de septiembre de 2010

Jueves 23 de Septiembre

“¿SIMPLE CURIOSIDAD?”

PRIMERA LECTURA
ECLESIASTÉS 1, 2-11


“NADA HAY NUEVO BAJO EL SOL”

Estos son los dichos del Predicador, hijo de David, que reinó en Jerusalén.

¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!
¿Qué provecho saca el hombre
de tanto trabajar en este mundo?
Unos nacen, otros mueren,
pero la tierra jamás cambia.
Sale el sol, se oculta el sol,
y vuelve pronto a su lugar
para volver a salir.
Sopla el viento hacia el sur,
y gira luego hacia el norte.
¡Gira y gira el viento!
¡Gira y vuelve a girar!
Los ríos van todos al mar,
pero el mar nunca se llena;
Y vuelven los ríos a su origen
para recorrer el mismo camino.
No hay nadie capaz de expresar
cuánto aburren todas las cosas;
nadie ve ni oye lo suficiente
como para quedar satisfecho.
Nada habrá que antes no haya habido;
nada se hará que antes no se haya hecho.
¡Nada hay nuevo en este mundo!
Nunca faltará quien diga:
"¡Esto sí que es algo nuevo!"
Pero aun eso ya ha existido
siglos antes de nosotros.
Las cosas pasadas han caído en el olvido,
y en el olvido caerán las cosas futuras
entre los que vengan después.

REFLEXIÓN

Todo es vana ilusión, vanidad de vanidades, así dice el predicador del Eclesiastés, esta primera lectura cuestiona la seguridad que puedan proporcionar los bienes sean materiales, o los que dan el conocimiento, el estatus, el origen, las creencias. Parece un poco pesimista el pensamiento del sabio autor del libro del Eclesiastés, su conocimiento le ha llevado a ver que de nada valen los bienes ni la sabiduría, pues al final la muerte dejará en igualdad al sabio, al necio, al rico y al pobre, en nada quedarán todas las fatigas, finalmente el fruto de todos los esfuerzos lo disfrutará aquel que nada hizo, pero en medio de esto el autor comprende lo más importante, y es que “Todo es Don de Dios.”

SALMO RESPONSORIAL: 89
R: Señor, tu has sido nuestro refugio de generación en generación.


LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 9, 7-9
“HERODES DESEABA TAMBIÉN VER A JESÚS”

El rey Herodes oyó hablar de todo lo que sucedía; y no sabía qué pensar, porque unos decían que Juan había resucitado, otros decían que había aparecido el profeta Elías, y otros decían que era alguno de los antiguos profetas, que había resucitado. Pero Herodes dijo:
--Yo mismo mandé que le cortaran la cabeza a Juan. ¿Quién será entonces este, de quien oigo contar tantas cosas?
Por eso Herodes procuraba ver a Jesús.

REFLEXIÓN:

Ayer hablábamos sobre el discípulo y la misión, en que éste debía efectuar en el seguimiento de Jesús: Proclamar el Reino de Dios. Hoy, Lucas y su comunidad nos presentan al rey Herodes Antipas hijo de Herodes el Grande, desconcertado por los prodigios que Jesús hacía por lo lados de Cafarnaúm y pueblos aledaños, y se preguntaba: ¿Quién será este de quien oigo tales cosas? Unos decían que Juan el Bautista había resucitado de entre los muertos recordemos que a Juan lo mandó a decapitar el mismo Herodes por influencia de Herodías. Juan denunció a Herodes por haber tomado como mujer a Herodías mujer de su hermano Filipo. Otros decían que era Elías, Elías fue el profeta que anunció el comienzo de los últimos tiempos por medio del cual vendría el Mesías e Israel reinaría sobre todas las naciones. Otros veían a Jesús como un profeta más a la manera de los grandes del antiguo Israel. Herodes deseaba ver a Jesús, pero ¿con que intención? Es lógico que no serían buenas las intenciones del virrey de Galilea, porque ese tal Jesús estaba suscitando un movimiento que atentaba contra su poder. La dimensión profética de Jesús iba marcando el caminar misionero de sus discípulos. Todos nosotros como discípulos misioneros de Jesús estamos llamados a buscar lo esencial en nuestra vida: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura”. También el divino maestro nos lo recuerda en el evangelio: “¿De qué le sirve al hombre amontonar tantas riquezas, si al final pierde su alma?”. Y las palabras del libro del Eclesiastés igualmente nos dan una luz para valorar las cosas en su justa medida y para buscar lo que verdaderamente es importante: “¿Qué provecho saca el hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol?”. Pidamos hoy al Señor la gracia de no afanarnos tanto ni andar con tantas preocupaciones en la vida. Qué sepamos escoger la mejor parte que nadie podrá quitarnos: Estar a los pies del maestro escuchando su bendita palabra.

PARA REFLEXIONAR:

¿Mi deseo de ver, seguir y escuchar a Jesús es para obedecer a su palabra o por pura curiosidad, costumbrismo, autodefensa y control, como en el caso de Herodes?

ORACIÓN

Quiero en este nuevo día Señor, darte gracias, alabarte y bendecirte; pero también quiero captarte, Jesús, como eres, estar dispuesto a prestar mis oídos a tu mensaje, a tu palabra, a tu invitación a ser discípulo misionero. Amén.

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