miércoles, 1 de septiembre de 2010

Sábado 18 de septiembre

SÍMBOLOS DE RESURRECIÓN"

PRIMERA LECTURA
1ª CORINTIOS 15, 35-37. 42-49

SE SIEMBRA LO CORRUPTIBLE, RESUCITA LO INCORRUPTIBLE”

Tal vez alguno preguntará: "¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpo tendrán?" ¡Vaya pregunta tonta! Cuando se siembra, la semilla tiene que morir para que tome vida la planta. Lo que se siembra no es la planta que ha de brotar, sino el simple grano, sea de trigo o de otra cosa.
Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos. Lo que se entierra es corruptible; lo que resucita es incorruptible. Lo que se entierra es despreciable; lo que resucita es glorioso. Lo que se entierra es débil; lo que resucita es fuerte. Lo que se entierra es un cuerpo material; lo que resucita es un cuerpo espiritual. Si hay cuerpo material, también hay cuerpo espiritual.
Así dice la Escritura: "El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente"; pero el último Adán se convirtió en espíritu que da vida. Sin embargo, lo espiritual no es primero, sino lo material; después lo espiritual. El primer hombre, hecho de tierra, era de la tierra; el segundo hombre es del cielo. Los cuerpos de la tierra son como aquel hombre hecho de tierra; y los del cielo son como aquel que es del cielo. Así como nos parecemos al hombre hecho de tierra, así también nos pareceremos a aquel que es del cielo.

REFLEXIÓN

Es indudable que tomar el tema de la resurrección no es tarea fácil en el presente siglo, como tampoco lo fue para Pablo en la comunidad de Corinto. Muchos se preguntan, como en aquel entonces, con qué cuerpo van a resucitar los muertos: atléticos, gordos, altos, feos, bonitos, etc. Y San Pablo nos tiene la respuesta: “Necio(a) lo que tú siembras no germina sino muere”. Las papas que sembramos, el maíz o el trigo u otra semilla, no son las mismas que recolectamos en el momento de la cosecha. Hay que morir para vivir, sacado del evangelio dice el canto popular.
La resurrección implica una transformación, dice Pablo en seguida, se siembra algo corruptible, y resucita incorruptible; se siembra una cosa débil y resucita con fuerza; el primer hombre es terrestre, el segundo es del cielo, el primero es material, y el segundo es espiritual, y así sucesivamente. La vida del cristiano, por consiguiente debería ser una constante resurrección: morir al odio y al egoísmo, para resucitar al amor; morir a la venganza y a la guerra para resucitar al perdón y a la paz; morir a los celos nocivos, para resucitar a la confianza plena en el otro, etc. Que no pase un día sin morir a la maldad para vivir en la gracia de Dios.

SALMO RESPONSORIAL: 55
R: Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 8, 4-15

“LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS”

Muchos salieron de los pueblos para ver a Jesús, de manera que se reunió mucha gente. Entonces les contó esta parábola: "Un sembrador salió a sembrar su semilla. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y fue pisoteada, y las aves se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras; y cuando esa semilla brotó, se secó por falta de humedad. Otra parte de la semilla cayó entre espinos; y al nacer juntamente, los espinos la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra; y creció, y dio una buena cosecha, hasta de cien granos por semilla."
Esto dijo Jesús, y añadió con voz muy fuerte: "¡Los que tienen oídos, oigan!"
El porqué de las parábolas
Los discípulos le preguntaron a Jesús qué quería decir aquella parábola. Les dijo: "A ustedes Dios les da a conocer los secretos de su reino; pero a los otros les hablo por medio de parábolas, para que por más que miren no vean, y por más que oigan no entiendan.
Jesús explica la parábola del sembrador
"Esto es lo que quiere decir la parábola: La semilla representa el mensaje de Dios; y la parte que cayó por el camino representa a los que oyen el mensaje, pero viene el diablo y se lo quita del corazón, para que no crean y se salven. La semilla que cayó entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y lo reciben con gusto, pero no tienen suficiente raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba fallan. La semilla que cayó entre espinos representa a los que escuchan, pero poco a poco se dejan ahogar por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, de modo que no llegan a dar fruto. Pero la semilla que cayó en buena tierra, son las personas que con corazón bueno y dispuesto escuchan y hacen caso del mensaje y, permaneciendo firmes, dan una buena cosecha.

REFLEXIÓN:

Si la semilla de trigo no cae en tierra y muere, permanece infecunda, entra en vía de extinción. El evangelio de hoy hace alusión a la parábola del sembrador que un día salió a sembrar la semilla. La semilla que cae en la tierra (pedregosa, con espinos, fértil) es la palabra de Dios, como bien lo explica el Señor Jesús a sus discípulos. Esa palabra es la que va iluminando nuestro caminar como cristianos, y es esa misma palabra a la que estamos llamados a sembrar en cada persona con quien compartimos en nuestro diario vivir. Jesús revela a los suyos los misterios del Reino porque en definitiva ellos serán los encargados de continuar su misión. Los demás no entienden lo que la parábola quiere decir, inclusive, los mismos discípulos tampoco logran captar el mensaje, y por eso, Jesús se ve en la obligación de decirles lo que significa. Los que tienen la plena disposición para escuchar la Palabra se relacionan con la tierra fértil, que se caracterizan por se generosos y perseverantes en su respuesta a esa palabra. Deberíamos hoy preguntarnos, ¿estamos siendo de verdad tierra fértil para que esa palabra crezca y de fruto para la vida eterna? o más bien, ¿nuestra tierra tiene piedras y espinos que no dejan crecer en mí y en los demás la palabra del Señor que ha sido sembrada?

PARA REFLEXIONAR
Procuraré en cuanto sea posible que mi vida sea testimonio y signo de resurrección en mi hogar y en mis diferentes ambientes.

ORACIÓN
Gracias, Señor por tu bendita palabra. Que esta palabra que compartes hoy conmigo de frutos abundantes y permanentes de bendición, que tenga apertura total a ti, para que yo dé testimonio de tu resurrección. Amén.

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