“BASTA UNA PALABRA”
PRIMERA LECTURA
1ª CORINTIOS 11,17-33
1ª CORINTIOS 11,17-33
“ASÍ RESULTA IMPOSIBLE COMER LA CENA DEL SEÑOR”
Al escribirles lo que sigue, no puedo felicitarlos, pues parece que sus reuniones les hacen daño en vez de hacerles bien. En primer lugar, se me ha dicho que cuando la comunidad se reúne, hay divisiones entre ustedes; y en parte creo que esto es verdad. ¡No cabe duda de que ustedes tienen que dividirse en partidos, para que se conozca el valor de cada uno! El resultado de esas divisiones es que la cena que ustedes toman en sus reuniones ya no es realmente la Cena del Señor. Porque a la hora de comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y mientras unos se quedan con hambre, otros hasta se emborrachan. ¿No tienen ustedes casas donde comer y beber? ¿Por qué menosprecian la iglesia de Dios y ponen en vergüenza a los que no tienen nada? ¿Qué les voy a decir? ¿Que los felicito? ¡No en cuanto a esto!
La Cena del Señor
Porque yo recibí esta tradición dejada por el Señor, y que yo a mi vez les transmití: Que la misma noche que el Señor Jesús fue traicionado, tomó en sus manos pan y, después de dar gracias a Dios, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que muere en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mí." Así también, después de la cena, tomó en sus manos la copa y dijo: "Esta copa es la nueva alianza confirmada con mi sangre. Cada vez que beban, háganlo en memoria de mí." De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclaman su muerte cada vez que comen de este pan y beben de esta copa.
Modo de celebrar la Cena del Señor
Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor. Por tanto, cada uno debe examinar su propia conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. Porque si come y bebe sin fijarse en que se trata del cuerpo del Señor, para su propio castigo come y bebe. Por eso, muchos de ustedes están enfermos y débiles, y también algunos han muerto. Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no tendría que castigarnos, aunque si el Señor nos castiga es para que aprendamos y no seamos condenados con los que son del mundo.
Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. Y si alguno tiene hambre, que coma en su propia casa, para que Dios no tenga que castigarlos por esa clase de reuniones. Los otros asuntos los arreglaré cuando vaya a verlos.
REFLEXIÓN
La Cena del Señor
Porque yo recibí esta tradición dejada por el Señor, y que yo a mi vez les transmití: Que la misma noche que el Señor Jesús fue traicionado, tomó en sus manos pan y, después de dar gracias a Dios, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que muere en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mí." Así también, después de la cena, tomó en sus manos la copa y dijo: "Esta copa es la nueva alianza confirmada con mi sangre. Cada vez que beban, háganlo en memoria de mí." De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclaman su muerte cada vez que comen de este pan y beben de esta copa.
Modo de celebrar la Cena del Señor
Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor. Por tanto, cada uno debe examinar su propia conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. Porque si come y bebe sin fijarse en que se trata del cuerpo del Señor, para su propio castigo come y bebe. Por eso, muchos de ustedes están enfermos y débiles, y también algunos han muerto. Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no tendría que castigarnos, aunque si el Señor nos castiga es para que aprendamos y no seamos condenados con los que son del mundo.
Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. Y si alguno tiene hambre, que coma en su propia casa, para que Dios no tenga que castigarlos por esa clase de reuniones. Los otros asuntos los arreglaré cuando vaya a verlos.
REFLEXIÓN
Si en otras ocasiones Pablo elogia a los miembros de sus comunidades por la fe, la esperanza y la caridad que los distingue, esta vez no sucede lo mismo con los corintios, pues las celebraciones de su fe en lugar de ser lugares de encuentro y de fraternidad se han convertido en espacios de ritualismos vacíos, de discordia y división; mientras que unos se sacian, otros pasan hambre, mientras que unos se hacen cada vez más ricos y muchas veces a costa del culto, otros cada vez son más pobres. Eso, ya no es vida comunitaria y celebrar la Cena del Señor.
Celebrar la Cena del Señor o Eucaristía es vivenciar el don que el Señor Jesús hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada ser humano, hombre o mujer, rico o pobre. Por eso la Eucaristía como signo o experiencia de salvación manifiesta el amor “más grande”, ese amor que impulsa a dar la vida por los propios amigos.
SALMO RESPONSORIAL: 39
R: Proclamen la muerte del señor hasta que vuelva
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 7, 1-10
LUCAS 7, 1-10
"NI EN ISRAEL HE ENCONTRADO TANTA FE"
Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, se fue a Cafarnaúm. Vivía allí un capitán romano que tenía un criado al que estimaba mucho, el cual estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, mandó a unos ancianos de los judíos a rogarle que fuera a sanar a su criado. Ellos se presentaron a Jesús y le rogaron mucho, diciendo:
--Este capitán merece que lo ayudes, porque ama a nuestra nación y él mismo hizo construir nuestra sinagoga.
Jesús fue con ellos, pero cuando ya estaban cerca de la casa, el capitán mandó unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no merezco que entres en mi casa; 7 por eso, ni siquiera me atreví a ir en persona a buscarte. Solamente da la orden, para que sane mi criado. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que vaya, va; cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado que haga algo, lo hace."
Jesús se quedó admirado al oír esto, y mirando a la gente que lo seguía dijo:
--Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre.
Al regresar a la casa, los enviados encontraron que el criado ya estaba sano.
REFLEXIÓN
--Este capitán merece que lo ayudes, porque ama a nuestra nación y él mismo hizo construir nuestra sinagoga.
Jesús fue con ellos, pero cuando ya estaban cerca de la casa, el capitán mandó unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no merezco que entres en mi casa; 7 por eso, ni siquiera me atreví a ir en persona a buscarte. Solamente da la orden, para que sane mi criado. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que vaya, va; cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado que haga algo, lo hace."
Jesús se quedó admirado al oír esto, y mirando a la gente que lo seguía dijo:
--Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre.
Al regresar a la casa, los enviados encontraron que el criado ya estaba sano.
REFLEXIÓN
El episodio de la curación del súbdito del centurión romano pone en evidencia el contraste entre la incredulidad de Israel y la aceptación del mensaje de Jesús por parte del mundo pagano.
El evangelio de este día nos invita a una cosa en concreto: a vivir la fe desde la experiencia en Jesús. La fe intensa que demuestra el centurión siendo una persona “no religiosa”, pero que seguramente simpatizaba con el judaísmo, nos manifiesta la profunda experiencia que debe haber tenido de Dios a pesar de su condición. El mismo Jesús se ve sorprendido y exclama: una fe semejante no la he encontrado en Israel. La fe profunda de este centurión romano debe llamarnos la atención y preguntarnos: ¿Cómo estoy viviendo mi fe frente a la necesidad del otro? Hoy siempre estamos invitados a creer en la eficacia de la Palabra del Señor, quien nos ha prometido que siempre está con nosotros y que nos salva precisamente a través de esta misma Palabra, siempre y cuando la acojamos día a día como a la semilla que cayó en tierra buena. Pidamos hoy al Señor que nos aumente la fe para que se iguale a la del centurión que confió plenamente en el poder de Jesús: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará hoy para sanarme”.
El evangelio de este día nos invita a una cosa en concreto: a vivir la fe desde la experiencia en Jesús. La fe intensa que demuestra el centurión siendo una persona “no religiosa”, pero que seguramente simpatizaba con el judaísmo, nos manifiesta la profunda experiencia que debe haber tenido de Dios a pesar de su condición. El mismo Jesús se ve sorprendido y exclama: una fe semejante no la he encontrado en Israel. La fe profunda de este centurión romano debe llamarnos la atención y preguntarnos: ¿Cómo estoy viviendo mi fe frente a la necesidad del otro? Hoy siempre estamos invitados a creer en la eficacia de la Palabra del Señor, quien nos ha prometido que siempre está con nosotros y que nos salva precisamente a través de esta misma Palabra, siempre y cuando la acojamos día a día como a la semilla que cayó en tierra buena. Pidamos hoy al Señor que nos aumente la fe para que se iguale a la del centurión que confió plenamente en el poder de Jesús: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará hoy para sanarme”.
PARA REFLEXIONAR
¿Con qué frecuencia leo y medito la Palabra de Dios? ¿Estoy dispuesto a dejarme trasformar por ella?
ORACIÓN
Dándote gracias por este nuevo hoy Señor, quiero compartir con todos el tesoro más grande que me diste, sin hacer distinción, sin guardarme nada, sin esperar algo a cambio. Amén
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