miércoles, 1 de septiembre de 2010

Viernes 17 de septiembre

“LA RESURRECIÓN DE CRISTO CAMBIA NUESTRA VIDA”

PRIMERA LECTURA
1ª CORINTIOS15, 12-20


“SI CRISTO NO HA RESUCITADO, NUESTRA FE NO TIENE SENTIDO”

Pero si nuestro mensaje es que Cristo resucitó, ¿por qué dicen algunos de ustedes que los muertos no resucitan? Porque si los muertos no resucitan, entonces tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no vale para nada, ni tampoco vale para nada la fe que ustedes tienen. Si esto fuera así, nosotros resultaríamos ser testigos falsos de Dios, puesto que estaríamos afirmando en contra de Dios que él resucitó a Cristo, cuando en realidad no lo habría resucitado si fuera verdad que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, entonces tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes no vale para nada: todavía siguen en sus pecados. En este caso, también están perdidos los que murieron creyendo en Cristo. Si nuestra esperanza en Cristo solamente vale para esta vida, somos los más desdichados de todos.

Pero lo cierto es que Cristo ha resucitado. Él es el primer fruto de la cosecha: ha sido el primero en resucitar.

REFLEXIÓN

Confesar que Cristo resucitó al tercer día según las escrituras, es un hecho que trasciende las palabras. No basta con aceptarlo porque sí, porque se ha venido trasmitiendo de generación en generación. La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe cristiana. Lo dice enfáticamente el Apóstol Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana es nuestra fe. No tendría ningún sentido ser testigos y anunciadores de un Jesús que se quedó por siempre en el sepulcro.
Si cada Eucaristía no significa para el cristiano celebrar la resurrección de Cristo, el triunfo de la vida sobre la muerte, entonces ¿Con qué finalidad nos reunimos en la asamblea dominical?, ¿Sólo por una costumbre, o por un compromiso social para tranquilizar nuestra conciencia? Si no aceptamos que Cristo ha resucitado, también nosotros también estaríamos condenados a la muerte eterna y nuestra vida perdería su horizonte, pues bien sabemos que por el bautismo fuimos sepultados por Cristo para participar de su gloriosa resurrección.

SALMO RESPONSORIAL: 16
R: Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.


LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 8,1-3


“ALGUNAS MUJERES ACOMPAÑABAN A JESÚS”

Después de esto, Jesús anduvo por muchos pueblos y aldeas, anunciando la buena noticia del reino de Dios. Los doce apóstoles lo acompañaban, como también algunas mujeres que él había curado de espíritus malignos y enfermedades. Entre ellas iba María, la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; también Juana, esposa de Cuza, el que era administrador de Herodes; y Susana; y muchas otras que los ayudaban con lo que tenían.

REFLEXIÓN:

Y para ligar nuestra reflexión con el tema del evangelio, fueron precisamente las mujeres las primeras testigas y difusoras de la Buena Noticia de la resurrección de Cristo; otra cosa es que el grupo de los apóstoles haya tomado el relato de las mujeres como una fantasía y nos les hayan creído.
La presencia de la mujer en la vida de Jesús ha sido supremamente importante. En primer lugar, su madre María, primera discípula fiel a su hijo hasta la cruz; María Magdalena también ejemplo de conversión y seguimiento; la hemorroisa y su acto de fe; la samaritana, Marta y María, hermanas de Lázaro, entre otras muchas más. Es indudable que con Jesús hayan caminado muchas mujeres aunque en los evangelios poco se habla de ello. Este pasaje es una de esas excepciones. Pero causa curiosidad, porque para la cultura judía era impensable que una mujer fuera discípula de un maestro. Las mujeres tenían que estar en su casa, en sus labores cotidianas y atendiendo a sus maridos. En caso de que fueran a salir, tenían que hacerlo bien cubiertas desde la cabeza hasta los pies; Sólo se les veía los ojos, y era prohibido entablar una conversación con alguien que no fuera su marido, incluso ni mirar a nadie en la calle. La intencionalidad de Lucas, al colocar este pasaje, nos da a entender que Jesús fue un hombre libre, que caminó junto con las mujeres sin importarle el que dirán. Hoy, la iglesia es una comunidad de mujeres, son ellas mayoría y las que van marcando la pauta en las parroquias y diferentes movimientos o grupos eclesiales. Hoy nuestra oración podría ser, pedirle al Señor para que el machismo eclesial, vaya mermando poco a poco hasta darle el verdadero lugar que debe ocupar la mujer en la iglesia.

PARA REFLEXIONAR:

¿Has visto algún cambio notorio en la participación de las mujeres, en la vida pastoral de nuestras iglesias? Indique cuales.

ORACIÓN

Permíteme, Señor, ir contigo donde quiera que me necesites estar dispuesto para dejarlo todo y seguirte. Que el signo de tu resurrección sea para mi hoy y siempre un nacer de nuevo. Amén.

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