PRIMERA LECTURA
JOB 3, 1-23
Por fin Job rompió el silencio, y maldijo el día en que había nacido.
Job ¡Maldita sea la noche en que fui concebido! ¡Maldito sea el día en que nací! ¡Ojalá aquel día se hubiera convertido en noche, y Dios lo hubiera pasado por alto y no hubiera amanecido! ¡Ojalá una sombra espesa lo hubiera oscurecido, o una nube negra lo hubiera envuelto, o un eclipse lo hubiera llenado de terror! ¡Ojalá aquella noche se hubiera perdido en las tinieblas y aquel día no se hubiera contado entre los días del mes y del año! ¡Ojalá hubiera sido una noche estéril, en que faltaran los gritos de alegría! ¡Ojalá la hubieran maldecido los hechiceros, que tienen poder sobre Leviatán! ¡Ojalá aquella mañana no hubieran brillado los luceros, ni hubiera llegado la luz tan esperada, ni se hubiera visto parpadear la aurora! ¡Maldita sea aquella noche, que me dejó nacer y no me ahorró ver tanta miseria! ¿Por qué no habré muerto en el vientre de mi madre, o en el momento mismo de nacer? ¿Por qué hubo rodillas que me recibieran y pechos que me alimentaran? Si yo hubiera muerto entonces, ahora estaría durmiendo tranquilo, descansando en paz, con los reyes y ministros que se construyen grandes pirámides, o con los gobernantes que llenan sus palacios de oro y plata. ¿Por qué no me enterraron como a los abortos, como a los niños muertos antes de nacer? En la tumba tiene fin la agitación de los malvados, y los cansados alcanzan su reposo; allí encuentran paz los prisioneros, y dejan de escuchar los gritos del capataz; allí están grandes y pequeños por igual, y el esclavo se ve libre de su amo. ¿Por qué deja Dios ver la luz al que sufre? ¿Por qué le da vida al que está lleno de amargura, al que espera la muerte y no le llega, aunque la busque más que a un tesoro escondido? La alegría de ese hombre llega cuando por fin baja a la tumba. Dios lo hace caminar a ciegas, le cierra el paso por todos lados.
REFLEXIÓN
En el episodio de hoy Job no presenta la profunda sumisión de los capítulos anteriores. Recurriendo a la forma literaria de la lamentación, el protagonista de la historia, nos manifiesta en medio de su profundo dolor la amargura de vivir una vida llena de tragedia y desgracias. En efecto, Job sufre una profunda crisis de fe en su comunión con Dios; ¡Y quién no la ha sufrido! Son diversos los motivos: La pérdida de un ser querido, el fracaso en los negocios y hasta una decepción amorosa.
Ante éste cuadro de dolor ¿Por qué?, es la gran pregunta que aflora de lo más profundo del corazón herido. Así lo deja oír el grito de Job: “¿Por qué no me quedé muerto en el seno materno? ¿Por qué me acogieron dos rodillas y me dieron de mamar dos pechos, por qué da Él la luz a un desgraciado? "Como no traer a la memoria en este momento al profeta Jeremías atravesando una crisis similar": “Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz” (Jr. 20,14). También el hombre y la mujer de hoy gritan a causa de la violencia, de la pobreza, del abandono de sus dirigentes políticos, del escándalo y anti testimonio de algunos de sus servidores; pero el Señor siempre estará atento a escuchar sus lamentos cuando lo invocan con humildad y confianza.
SALMO RESPONSORIAL: 87
R: Llegue hasta ti mi súplica Señor
LUCAS 9, 51-56
--Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo, y que acabe con ellos?
Pero Jesús se volvió y los reprendió. Luego se fueron a otra aldea.
REFLEXIÓN:
La subida a Jerusalén es una constante en el evangelio de Lucas. Jerusalén es el lugar donde Jesús consumará su misión, es el lugar en que han de morir los grandes profetas. Jesús, obediente a la voluntad del Padre, decide caminar hacia esta ciudad a pesar de las dificultades y oposiciones. Santiago y Juan, a quienes el mismo Jesús apodó como “Los hijos del Trueno (Mc 3,17), ante el rechazo de los samaritanos, querían enviar fuego del cielo, haciendo alusión al profeta Elías cuando pidió en dos ocasiones que bajara fuego del cielo para acabar con sus enemigos (2ª Reyes 1,10). Pero Jesús les reprende como signo que no quiere la violencia para cumplir su misión. La invitación de Jesús es que asumamos decididamente nuestra misión y que nuestro testimonio de vida sea coherente con nuestra opción. No nos dejemos hoy amilanar por las pruebas, a ejemplo del Señor Jesús debemos poner la cara dura y afrontar la dificultad.
PARA REFLEXIONAR
ORACIÓN
Quiero estar contigo, Señor, dejarme bendecir por ti, ir contigo donde quiera que me pidas, quiero hacer tu voluntad. Amén.
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