PRIMERA LECTURA
1ª CORINTIOS 3,1-9
"SOMOS COLABORADORES Y USTEDES SON EL CAMPO DE DIOS"
A fin de cuentas, ¿quién es Apolo?, ¿quién es Pablo? Simplemente servidores, por medio de los cuales ustedes han llegado a la fe. Cada uno de nosotros hizo el trabajo que el Señor le señaló: yo sembré y Apolo regó, [a] pero Dios es quien hizo crecer lo sembrado. De manera que ni el que siembra ni el que riega son nada, sino que Dios lo es todo, pues él es quien hace crecer lo sembrado. Los que siembran y los que riegan son iguales, aunque Dios pagará a cada uno según su trabajo. Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios, y ustedes son un sembrado y una construcción que pertenecen a Dios.
REFLEXIÓN
De forma habitual, San Pablo inicia sus cartas identificándose como apóstol y siervo de Jesucristo. En el texto de hoy, una vez más, confirma esa condición reconociendo que tanto él como Apolo, son únicamente colaboradores de la obra de Dios y, por tanto, la comunidad de Corinto no puede entrar en discordia y división al tomar partido a favor de uno u otro. Lejos de ellos cualquier intención de dividir a la comunidad; al contrario, se declara símbolo de unidad, instrumentos por medio de los cuales la comunidad ha abrazado la fe en Cristo. Nosotros hoy también, a la luz de las palabras de San Pablo, tenemos una bella oportunidad para confrontar en qué grado de madurez se halla nuestra vida cristiana; seguramente a veces somos causa de división en lugar de promover la unión y la fraternidad, poniendo así en evidencia que somos todavía niños en la fe, que nuestra dimensión espiritual debe ser fortalecida aun más. El compromiso es madurar, volvernos adultos, independientes, autónomos y libres.
SALMO RESPONSORIAL: 32
R: Dichoso el pueblo que el Señor escogió como heredad.
LECTURA DEL EVANGELIO
"DEBEMOS LLEVAR LA BUENA NOTICIA A OTRAS PARTES"
Jesús salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma, con mucha fiebre, y rogaron por ella a Jesús. Jesús se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, y la fiebre se le quitó. Al momento, ella se levantó y comenzó a atenderlos.
Jesús sana a muchos enfermos
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diferentes enfermedades los llevaron a Jesús; y él puso las manos sobre cada uno de ellos, y los sanó. De muchos enfermos también salieron demonios, que gritaban:
--¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Jesús anuncia el mensaje en las sinagogas
Al amanecer, Jesús salió fuera de la ciudad, a un lugar solitario. Pero la gente lo buscó, y llegaron a donde él estaba. Querían detenerlo, para que no se fuera, pero Jesús les dijo:
--También tengo que anunciar la buena noticia del reino de Dios a los otros pueblos, porque para esto fui enviado.
Así iba Jesús anunciando el mensaje en las sinagogas del país de los judíos.
REFLEXIÓN
El evangelio de Lucas nos presenta hoy a Jesús desempeñando la misión que Dios le ha encomendado realizar en la tierra: “me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres, a anunciar la libertad a los presos, a dar la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos (Lc.4, 18)” precisamente en el episodio de hoy Jesús cura a la suegra de Pedro, quien estaba postrada en cama a causa de una fiebre muy alta. Jesús tiene muy claro que el lugar prioritario de su misión se debe desarrollar en el seno familiar.
El evangelista resalta la compasión que Jesús tenía ante las enfermedades que sometían al pueblo pobre, imponiéndoles las manos le salían demonios que gritaban desesperados. Pero también se siente urgido para ir a otros pueblos a llevarles la buena noticia del Reino de Dios. Servir a Jesús es equivalente a servir a todas las personas, de manera especial a los más pobres y menesterosos. Por eso, quien diga que sirve a Jesús y no ayuda al hermano solo y desamparado, dice mentiras. Ambos servicios son inseparables, mejor dicho, ambos se complementan mutuamente. Entonces, ¿Cuál es nuestra misión y nuestro compromiso en el Reino de Dios?
PARA REFLEXIONAR
ORACIÓN