martes, 1 de marzo de 2011

Sábado, 26 de marzo de 2011

“¿ME PAREZCO AL HIJO MAYOR O AL MENOR?”

PRIMERA LECTURA
MIQUEAS 7,14-15.18-20

“ARROJARÁ A LO HONDO DEL MAR TODOS NUESTROS DELITOS”

¡Cuida, Señor, de tu pueblo,
de las ovejas de tu propiedad,
que están solas en el bosque,
rodeadas de fértiles tierras!
Llévalas, como en tiempos pasados,
a los pastos de Basán y Galaad.
Hazles ver maravillas,
como en los días en que los sacaste de Egipto.
No hay otro Dios como tú,
porque tú perdonas la maldad
y olvidas las rebeliones
de este pequeño resto de tu pueblo.
Tú nos muestras tu amor
y no mantienes tu enojo para siempre.
Ten otra vez compasión de nosotros
y sepulta nuestras maldades.
Arroja nuestros pecados
a las profundidades del mar.
¡Mantén, Señor, la fidelidad y el amor
que en tiempos antiguos prometiste
a nuestros antepasados Abraham y Jacob!

REFLEXIÓN
Nuestro mundo mide la grandeza en términos de poder, fuerza, riqueza, ostentación o capacidad de daño. La Biblia conoce un modo distinto de medir el poder: es más fuerte el que puede perdonar más.
¿De quién sino del Espíritu Santo podría venir una frase tan sorprendente como esta que hemos escuchado en la primera lectura: "¿Qué Dios hay como tú, que quitas la iniquidad y pasas por alto la rebeldía del resto de tu heredad?"
Dios no nos trata como enemigos, sino que se pone a nuestro lado contra nuestro enemigo, que es también su enemigo: el pecado. Por eso el perdón es parte de su estrategia de amor con nosotros. Como dice el salmo 103: "él aparta de nosotros nuestros delitos", con lo cual le quita al arrogante su presa, que éramos nosotros mismos.
Dicho de otro modo: perdonar demuestra el poder de Dios porque es la victoria contra uno que era inmensamente más fuerte que nosotros: el pecado.

SALMO RESPONSORIAL: 102
R: El Señor es compasivo y misericordioso.

1 Bendeciré al Señor con toda mi alma;
bendeciré con todo mi ser su santo nombre.

2 Bendeciré al Señor con toda mi alma;
no olvidaré ninguno de sus beneficios.

3 Él es quien perdona todas mis maldades,
quien sana todas mis enfermedades,

4 quien libra mi vida del sepulcro,
quien me colma de amor y ternura,

5 quien me satisface con todo lo mejor
y me rejuvenece como un águila.

6 El Señor juzga con verdadera justicia
a los que sufren violencia.

7 Dio a conocer sus caminos y sus hechos
a Moisés y al pueblo de Israel.

8 El Señor es tierno y compasivo;
es paciente y todo amor.

9 No nos reprende en todo tiempo
ni su rencor es eterno;

10 no nos ha dado el pago que merecen
nuestras maldades y pecados;

11 tan inmenso es su amor por los que lo honran
como inmenso es el cielo sobre la tierra.

12 Nuestros pecados ha alejado de nosotros,
como ha alejado del oriente el occidente
.
R./

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 15,1-3.11-32

“ESTE HERMANO TUYO ESTABA MUERTO Y HA REVIVIDO”

Todos los que cobraban impuestos para Roma y otra gente de mala fama se acercaban a Jesús, para oírlo. Los fariseos y los maestros de la ley lo criticaban por esto, diciendo:
--Este recibe a los pecadores y come con ellos.
Entonces Jesús les dijo esta parábola
La parábola del padre que recobra a su hijo
Jesús contó esto también: "Un hombre tenía dos hijos, y el más joven le dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de la herencia que me toca.' Entonces el padre repartió los bienes entre ellos. Pocos días después el hijo menor vendió su parte de la propiedad, y con ese dinero se fue lejos, a otro país, donde todo lo derrochó llevando una vida desenfrenada. Pero cuando ya se lo había gastado todo, hubo una gran escasez de comida en aquel país, y él comenzó a pasar hambre. Fue a pedir trabajo a un hombre del lugar, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Y tenía ganas de llenarse con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Al fin se puso a pensar: '¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores.' Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre.
"Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos. El hijo le dijo: 'Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.' Pero el padre ordenó a sus criados: 'Saquen pronto la mejor ropa y vístanlo; pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a celebrar esto con un banquete! Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.' Comenzaron la fiesta.
"Entre tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Cuando regresó y llegó cerca de la casa, oyó la música y el baile. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. El criado le dijo: 'Es que su hermano ha vuelto; y su padre ha mandado matar el becerro más gordo, porque lo recobró sano y salvo.' Pero tanto se enojó el hermano mayor, que no quería entrar, así que su padre tuvo que salir a rogarle que lo hiciera. Le dijo a su padre: 'Tú sabes cuántos años te he servido, sin desobedecerte nunca, y jamás me has dado ni siquiera un cabrito para tener una comida con mis amigos. En cambio, ahora llega este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas para él el becerro más gordo.'
"El padre le contestó: 'Hijo mío, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero había que celebrar esto con un banquete y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.' "

REFLEXIÓN:
En esta parábola es donde mejor presenta Jesús al Dios Padre-Madre. Tiene dos hijos diferentes y los ama inmensamente a los dos. No quiere elegir entre ellos. Son ellos quienes deben creer en tanto amor y gratuidad y recibirse mutuamente como hermanos. Ambos deben aprender del Padre-Madre que el amor no hace cálculos mezquinos, sino que crece en la gratuidad y en la aceptación de los otros tal como son. El hijo mayor refleja a los fariseos, mezquinos y calculadores. El hijo menor a los pecadores que Jesús está recibiendo en su comunidad. Los fariseos lo critican y se niegan a entrar a la fiesta del Reino para no juntarse con ellos. No creen en la capacidad de los demás de arrepentirse y volver a amar. En el fondo han dejado de creer en la capacidad de amar que tiene el Padre-Madre revelado por Jesús.
Los verbos fundamentales de esta parábola son: que el hijo menor "recapacitó" y que el Padre se "conmovió".
Recapacitar, reconsiderar la vida que estamos llevando, descubrir en el fondo de la alforja vacía el llamado de Dios, que todavía tiene sus brazos abiertos y nos está aguardando.
El hijo recapacitó, el padre se conmovió, estas dos acciones van juntas, y así como este hijo se abrazó con su padre, así también cuando el ser humano recapacita, se abraza con Dios que se compadece.
El hijo mayor se quedó fuera de las casa, fuera de la fiesta; el hijo mayor, que sentía envidia por la generosidad del papá con el hijo menor, ese hijo mayor se quedó sin el abrazo, sin la compasión, sin el ternero cebado, sin la música, sin el baile, sin la fiesta, sin la alegría. El hijo mayor, aunque estaba cerca del papá, no lo conocía, estaba en realidad lejos del papá.
Es impresionante lo que le dice el papá al hijo mayor: "Todo lo mío es tuyo" San Lucas 15,31, también esta alegría tendría ser tuya; si todo lo mío es tuyo cuando yo estoy alegre, alégrate tú; si todo lo mío es tuyo cuando yo me compadezco, compadécete tú; cuando yo perdono, perdona tú.
Cristo termina la parábola sin decirnos qué hizo el hijo mayor; no sabemos qué hizo, pero hasta donde llega la parábola, el hijo mayor se quedó sin fiesta, sin ternero, sin abrazo, sin amor, ¿por qué? Porque el hijo mayor no recapacitó, no entró en sí mismo ni se arrepintió, porque no se puso ante Dios con ese corazón abierto.
Si yo abro mi corazón, Dios me abre su corazón; si cierro mi corazón para mí estará cerrado el corazón de Dios. El hijo menor, aunque había cometido muchas locuras, abrió su corazón y encontró abierto el corazón de Dios. El hijo mayor, aunque parecía que se portaba muy bien, cerró su corazón, y por eso encontró cerrado el corazón de su padre.

PARA REFLEXIONAR:
¿A cuál de los tres personajes de la parábola nos parecemos nosotros?

ORACIÓN
Señor gracias por ser un Padre Misericordioso, te pedimos perdones hoy todos nuestro errores, nuestra falta de amor, por todas aquellas veces que hemos dicho NO a tu proyecto, queremos reconocer que te hemos fallado muchas veces y abrir nuestro corazón a su acción. Amén.

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