martes, 1 de marzo de 2011

Sábado, 19 de marzo de 2011

“EL SER HUMANO NO SE JUSTIFICA POR CUMPLIR PRECEPTOS RELIGIOSOS SINO POR VIVIR COMO JESÚS”


PRIMERA LECTURA
SAMUEL 7,4-5a.12-14a.16


“YO SERÉ PARA ÉL, PADRE, Y ÉL, SERÁ PARA MÍ, HIJO”

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: "Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."

REFLEXIÓN

Dios prometió a David, por boca del profeta Natán, que consolidaría su descendencia en el trono de Judá. Y así se cumplió visiblemente, por lo menos en el curso de unos siglos, pues mientras que los reyes del reino del Norte, el reino de Israel, se sucedían uno tras otro por las vías de hecho sin llegar a consolidar una dinastía, en el reino del Sur, el de Judá, la palabra dada se cumplía una generación tras otra. Fue así como pudo sostenerse el cetro de David a sus descendientes, por varias centurias.
Mas la profecía quedó en entredicho con el terrible acontecimiento del exilio. Desterrados a Babilonia, los israelitas vieron cómo sus más caras instituciones se derrumbaban estrepitosamente: el tempo profanado, el rey cautivo, la tierra antes prometida hoy abandonada... La palabra divina parecía irse al traste en medio de la devastación y agrietarse como se habían agrietado los muros de Jerusalén, impotentes ante la altanería y la agresividad del impío invasor, Nabucodonosor.
Dios había dicho que la dinastía de David no caería, y sin embargo los hechos estaban desmintiendo a Dios. ¿Quién, cuál sucesor de David podía ser llamado rey en medio de la humillación del destierro? Todo parecía sepultado bajo montañas de escombros y despojos de destrucción. Y sin embargo, siglos después, hay un hombre, de nombre José, cuyo primer título es "descendiente de David". ¡José es aquel por quien se sigue cumpliendo la promesa! José es el vínculo humildísimo, oculto a ojos del mundo y de su propio pueblo, por el que habría de brillar la increíble fidelidad de Dios.

SALMO RESPONSORIAL: 88
R: Su linaje será perpetuo.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 1,16.18-21.24a


“JOSÉ HIZO LO QUE LE HABÍA MANDADO EL ÁNGEL DEL SEÑOR”

Jacob fue padre de José, el marido de María, y ella fue madre de Jesús, al que llamamos el Mesías.
De modo que hubo catorce generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta la cautividad de los israelitas en Babilonia, y otras catorce desde la cautividad hasta el Mesías.
El origen de Jesucristo fue este: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes que vivieran juntos, se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo.
María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados."
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: "La virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrán por nombre Emanuel" (que significa: "Dios con nosotros").
Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y tomó a María por esposa.

REFLEXIÓN

La grandeza de la santidad de María y la infinita santidad de Jesucristo de tal modo nos deslumbran que en medio de tantísima luz queda como oculta la santidad, que no es pequeña, del buen José.
José, un hombre justo, un hombre que escuchó la voz de Dios. José es de algún modo contrario a todo lo que nos propone el mundo. Al pensar en cuál es el ideal masculino, qué es un hombre de éxito para el mundo, qué es una persona respetable, qué es ser feliz, si estas preguntas las queremos responder de acuerdo con los valores de nuestro tiempo, José quedaría muy mal calificado.
Según el mundo se supone que para ser feliz, hay que tener gran importancia, hay que tener gran dinero, hay que tener gran poder. Todas las cosas que no tuvo José. Es tan fuerte esta imagen de la felicidad, es tan fuerte esta especie de estereotipo que tenemos de hombre en nuestro tiempo, que incluso nos puede parecer sencillamente imposible algunas de las cualidades, de las bondades, de las gracias que recibió José.
José no aparece haciendo nada para sí mismo, y precisamente su plan es hacer el plan de Dios, un hombre dócil, obediente a las sugerencias de Dios, dispuesto a cumplir la voluntad de Dios. José con la sencillez, la oración, con el amor, con la humildad, con la fidelidad, con la obediencia, es una victoria de Dios sobre los valores de esta tierra.
Un hombre feliz, un hombre gozoso, un hombre que tenía una alegría distinta, realmente, un hombre de éxito. Un hombre al que las cosas le salieron bien. Un hombre que tenía cada día nuevos motivos para alegrarse y para bendecir a Dios.
Esta alegría perfumada de José, este maravilloso amor, este gozo maravilloso del corazón de José, este gozo lleno de generosidad y obediencia, éste es el que necesitamos hoy para nosotros.

PARA REFLEXIONAR:
¿Cómo José buscamos vivir el plan de Dios en nosotros, escuchamos su plan y le decimos Si al llamado?

ORACIÓN
Ayúdanos Señor a comprometernos en tu causa, a cumplir tu plan en nosotros, a ser solícitos con nuestros hermanos, a sentirnos solidarios con nuestra comunidad. Amén

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