martes, 1 de marzo de 2011

Miércoles 30 de marzo de 2011

“LA LEY ES UN MEDIO PERO NO UN FIN”

PRIMERA LECTURA

DEUTERONOMIO 4,1.-5-9

“PON OBRA EN TUS MANDATOS”

"Ahora pues, israelitas, escuchen las leyes y decretos que les he enseñado, y pónganlos en práctica, para que vivan y ocupen el país que el Señor y Dios de sus antepasados les va a dar. Yo les he enseñado las leyes y los decretos que el Señor mi Dios me ordenó, para que los pongan en práctica en el país que van a ocupar. Cúmplanlos y practíquenlos, porque de esta manera los pueblos reconocerán que en ustedes hay sabiduría y entendimiento, ya que cuando conozcan estas leyes no podrán menos que decir: '¡Qué sabia y entendida es esta gran nación!' Porque, ¿qué nación hay tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella, como tenemos nosotros al Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? ¿Y qué nación hay tan grande que tenga leyes y decretos tan justos como toda esta enseñanza que yo les presento hoy? Así pues, tengan mucho cuidado de no olvidar las cosas que han visto, ni de apartarlas jamás de su pensamiento; por el contrario, explíquenlas a sus hijos y a sus nietos.

REFLEXIÓN

En la primera lectura de hoy encontramos una fuerte advertencia: "no te olvides de lo que vieron tus ojos", advertencia que bien podemos considerar nacida de la experiencia, porque es muy cierto que hemos visto maravillas y es cierto también que las hemos olvidado. No es la menor de las desdichas humanas eso de que haya tantos males que al recordarlos nos parecen tan recientes y tan capaces de afectarnos, mientras la niebla de un recuerdo borroso e inocuo se apodera de los bienes y las bendiciones que también tuvimos en el pasado. Por algo san Agustín, habló de la memoria como de una de las "potencias" o "facultades" del alma. La memoria tiene poder porque somos en buena parte lo que recordamos ser. Gracias a la memoria no tenemos que reinventar cada día lo que significa "vivir". Y recordar las maravillas que hizo el Señor es el principio ineludible para reconocer su grandeza, admirar su poder y agradecer su misericordia. Y ciertamente no es posible una vida agradable a Dios sin estas tres cosas. Además, el texto nos habla de la obediencia, la obediencia a los mandatos divinos es dura, casi imposible, si nos quedamos mirando lo que hay que hacer; es suave, en cambio, posible e incluso deleitable, si atendemos a quién nos los ha mandado y qué planes de gracia y salvación ha dispuesto a favor nuestro.

SALMO RESPONSORIAL: 147

R: Glorifica al Señor, Jerusalén. LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 5, 17-19


“QUIEN CUMPLA Y ENSEÑE SERÁ GRANDE”

"No crean ustedes que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su pleno valor. Pues les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, no se le quitará a la ley ni un punto ni una letra, hasta que todo llegue a su cumplimiento. Por eso, el que no obedece uno de los mandatos de la ley, aunque sea el más pequeño, ni enseña a la gente a obedecerlo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los obedece y enseña a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el reino de los cielos.

REFLEXIÓN:

El Evangelio de hoy vuelve a llevarnos al “sermón de la montaña” para centrar la atención de nuestro corazón en Jesús, plenitud de la Ley y los Profetas, el verdadero Maestro –superior a Moisés- que nos hace entrar en el corazón de Dios Padre. Jesús comienza con un planteamiento fundamental: “No piensen que he venido a abolir la ley y los profetas, no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” , la ley de Dios, entregada al pueblo por mediación de Moisés expresa la voluntad de Dios que quiere que hagamos el bien y evitemos el mal, que busquemos lo que promueve la vida e evitemos lo que genera muerte. ( Deuteronomio 32,47). Jesús entonces no vino a dar una abolición de la Ley sino darle un nuevo sentido, a darle una vivencia más perfecta de ella. Testimonio y proclamación, cumplimiento y enseñanza, son las dos caras de la misma moneda del evangelio de Jesús, del Reino de Dios. El anuncio y la llegada del Reino fue el centro del mensaje de Jesús. Por él vivió, habló, hizo milagros, rezó, lloró, se alegró, discutió, juntó discípulos, expuso la vida, le arrestaron, le condenaron y le asesinaron. El Reino fue su razón de ser y de vivir. La Ley del Reino lleva a plenitud la Ley de Moisés, declarando felices a los pobres, los que lloran, los necesitados de amor, pan y justicia. Jesús no achica las exigencias de la Ley, sino que libera a la Ley de su carga de exclusión y la transforma en plataforma para poder amar más y mejor. Para quien ama como Jesús toda ley ha caducado, porque el amor la ha llevado a plenitud. ¿Qué ley obligaba a la Madre Teresa de Calcuta a una solidaridad “hasta que duela”, como ella decía? La ley del amor. En cambio, para quien no ama todo servicio es carga y hace falta la ley que lo obligue. No es cuestión de ley sí o ley no. Es cuestión de amor si o amor no, es cuestión de presencia de amor o ausencia de amor, es cuestión de vivir en el amor.

PARA REFLEXIONAR:

1. ¿Qué quiere decir Jesús cuando afirma que no vino a abolir la ley sino a darle su cumplimiento? 2. ¿Cómo puedo, o podemos, darle cumplimiento a la ley de Dios a la manera de Jesús?


ORACIÓN

Señor hoy quiero expresarte un canto de alabanza y agradecimiento por tu paso por mi vida, recordar y nunca olvidar todas las maravillas que has hecho en mi, en mi familia, en mi realidad, quiero vivir para construir tu Reino y vivir bajo la ley del amor. Amén.

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