martes, 1 de marzo de 2011

Jueves, 24 de marzo de 2011

“LA FELICIDAD DEPENDE DE NOSOTROS MISMOS”

PRIMERA LECTURA
JEREMÍAS 17,5-10

“MALDITO QUIEN CONFIA EN EL HOMBRE, BENDITO QUIEN CONFÍA EN DIOS”

El Señor dice:
"Maldito aquel que aparta de mí su corazón,
que pone su confianza en los hombres
y en ellos busca apoyo.
Será como la zarza del desierto,
que nunca recibe cuidados:
que crece entre las piedras,
en tierras de sal, donde nadie vive.
"Pero bendito el hombre que confía en mí,
que pone en mí su esperanza.
Será como un árbol plantado a la orilla de un río,
que extiende sus raíces hacia la corriente
y no teme cuando llegan los calores,
pues su follaje está siempre frondoso.
En tiempo de sequía no se inquieta,
y nunca deja de dar fruto.
"Nada hay tan engañoso y perverso
como el corazón humano.
¿Quién es capaz de comprenderlo?
Yo, el Señor, que investigo el corazón
y conozco a fondo los sentimientos;
que doy a cada cual lo que se merece,
de acuerdo con sus acciones."

REFLEXIÓN
Al Profeta Jeremías le tocó vivir uno de los tiempos más duros del pueblo de Dios, ya sólo quedaba el reino del sur, porque hay que recordar que según nos cuenta el Antiguo Testamento, se dividieron los hebreos. El reino del Norte y el reino del Sur. Pero ya el reino del norte se había acabado y sólo quedaba el reino del sur que tenía su capital en Jerusalén.

Pero fue desastroso lo que tuvo que vivir Jeremías, porque le tocó anunciar y luego le tocó padecer el destierro. Vino un pueblo cruel, el pueblo de los caldeos, y se llevó al destierro a los habitantes del reino del sur, también llamado reino de Judá. De ahí viene la palabra “judío”. Este destierro tuvo lugar en el siglo VI antes de Cristo.

Jeremías nos va enseñar entonces cómo tenemos que aprovechar el dolor, la tragedia y la calamidad. Es lo que nos indica el texto de hoy. Las palabras de Jeremías son duras porque lo que le había tocado vivir fue muy duro.

“Maldito quien confía en el hombre y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor” Jeremías 17,5.

Qué palabra tan dura la palabra de maldición: "Maldito quien confía en el hombre apartando del Señor su confianza" Jeremías 17,5, peor, repito, Jeremías tuvo que hablar así por que la vida le llevó a hablar así.

Y él se dio cuenta de que aquellas personas que se apartan de Dios y creen que porque tienen amigos o porque pertenecen a este grupo o a este otro grupo, a este partido o a este otro partido, a este reino o a este otro reino, que ya con eso tienen, esas personas traen la peores calamidades para ellas mismas y para su pueblo.

Jeremías no se queda en la palabra de maldición, tiene una palabra de bendición: “Bendito quien confía en el Señor” Jeremías 17,7.

Estas palabras valen mucho porque salieron de un corazón que pasó por la violencia, por la barbarie, por la crueldad, por las lágrimas, por el hambre, por la sangre.

Bendito, quien confía en el Señor; así como el metal se acrisola en el fuego, así también el corazón humano se vuelve oro puro cuando ha pasado por el sufrimiento y conserva su confianza en Dios. Entonces, ese metal es oro puro, entonces esa persona es verdaderamente fiel, es verdaderamente amiga de Dios. Y eso fue lo que vivió Jeremías.

Toda persona cuando descarga su corazón en Dios, descubre que hay vida, que hay gracia, que hay perdón, siente la amistad, la sonrisa, el abrazo, el cuidado, el amor de Dios y se convierte en una fuente de amor, en una raíz de paz, en el comienzo de un mundo nuevo según la voluntad del Señor.

SALMO RESPONSORIAL: 1
R: / Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 16,19-31

“RECIBISTE TUS BIENES EN VIDA, Y LÁZARO MALES”

La parábola del rico y el pobre Lázaro
"Había un hombre rico, que se vestía con ropa fina y elegante y que todos los días ofrecía espléndidos banquetes. Había también un pobre llamado Lázaro, que estaba lleno de llagas y se sentaba en el suelo a la puerta del rico. Este pobre quería llenarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Un día el pobre murió, y los ángeles lo llevaron a sentarse a comer al lado de Abraham. El rico también murió, y fue enterrado.
"Y mientras el rico sufría en el lugar adonde van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro sentado a su lado. Entonces gritó: '¡Padre Abraham, ten lástima de mí! Manda a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.' Pero Abraham le contestó: 'Hijo, acuérdate que en vida tú recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú sufres. Aparte de esto, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes; de modo que los que quieren pasar de aquí allá, no pueden, ni de allá tampoco pueden pasar aquí.'
"El rico dijo: 'Te suplico entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos, para que les llame la atención, y así no vengan ellos también a este lugar de tormento.' Abraham dijo: 'Ellos ya tienen lo escrito por Moisés y los profetas: ¡que les hagan caso!' El rico contestó: 'Padre Abraham, eso no basta; pero si un muerto resucita y se les aparece, ellos se convertirán.' Pero Abraham le dijo: 'Si no quieren hacer caso a Moisés y a los profetas, tampoco creerán aunque algún muerto resucite.'

REFLEXIÓN:
Es interesante en este orden de ideas que el nombre del rico no aparece por ninguna parte. Para él Lázaro no existía, pero ante Dios es Lázaro el que tiene nombre. Su historia y su dolor son preciosos ante los ojos de Dios, mientras que la comedia de placer del ricachón no tiene valor ni nombre en los cielos.
Ante Dios, pues, tenemos rostro en cuanto tenemos necesidad. Los rasgos de nuestra necesidad son los rasgos de nuestro rostro en el Cielo. Un hipotético ser "carente de necesidades" es un ser carente de Dios y es irreconocible para Dios, porque es un ser que niega su propia condición de dependencia creatural con el Dios único que a todos da el ser y lo conserva. Este tiempo de cuaresma, pues, nos invita con fuerza a reconocernos en la hondura de nuestras necesidades y carencias, como camino de encuentro con el Dios vivo.

PARA REFLEXIONAR:

1. ¿En quién estoy poniendo mi confianza diariamente, esté en dificultades o teniendo una vida cómoda?
2. ¿Descubro a Lázaro en las personas que están a mi alrededor, o simplemente me hago el o la desentendida ante su situación?

ORACIÓN
Señor, hoy te pedimos perdón porque no hemos reconocido tu rostro en nuestros hermanos más necesitados y muchas veces hemos discriminado a aquellos que no pertenecen a nuestro círculo social. Señor, danos un corazón generoso para poder compartir lo que hemos recibido de Tí. Amén

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