martes, 1 de marzo de 2011

Miércoles 2 de Marzo de 2011

“EL PODER ES PARA SERVIR Y NO PARA HUMILLAR”

PRIMERA LECTURA

ECLESIÁSTICO 36,1-2 a. 5-6.13-19

“QUE SEPAN LAS NACIONES QUE NO HAY DIOS FUERA DE TI”

Sálvanos Dios del Universo, y haz que todas las naciones te teman, amenaza al pueblo extranjero para que experimente tu fuerza.
Renueva tus prodigios, repite tus maravillas, muestra tu gloria y el poder de tu brazo. Haz que se encienda tu ira, y descarga tu enojo, y humilla y dispersa a nuestros enemigos.
Llena a Sión de tu majestad, llena tu templo con tu gloria. Son las primeras cosas que creaste; muéstrate a favor de ellas y haz que se cumplan las profecías dichas en tu nombre. Da el premio a los que esperan en ti, demuestra que tus profetas dijeron la verdad. Escucha las oraciones de tus siervos, según el amor que tienes a tu pueblo, y que se sepa en todos los rincones de la tierra que tú eres Dios del universo. La garganta puede pasar cualquier alimento, pero hay unos alimentos más sabrosos que otros. El paladar distingue los sabores y la inteligencia distingue las mentiras.

REFLEXIÓN:

La primera lectura nos ayuda entre otras cosas a destacar un aspecto básico de la oración: la búsqueda de la gloria de Dios.
Nosotros oramos y hacemos peticiones porque somos necesitados. Clamamos a Dios y lo llamamos "Padre" porque reconocemos que Él puede remediar nuestras carencias y aliviar nuestros sufrimientos. Esto, sin embargo, no significa que la oración tenga que ser un ejercicio de egoísmo y puro interés propio. Así como un médico deja ver su sabiduría curando a un enfermo que estaba muy grave, así también cuando Dios atiende nuestras súplicas aparece muy bien cómo es grande su poder y cómo es inmensa su providencia.
Por eso el autor del libro Eclesiástico suplica pidiendo que se revele la gloria de Dios. Cuando nuestras necesidades son atendidas por Él, cuando Él hace aparecer su poder y nos defiende de nuestros enemigos, es su gloria la que queda de manifiesto.
La gloria de Dios es como la "traducción" al universo creado de la bondad incomparable del que es Creador de todos. Es simplemente la verdad de Dios que resplandece en medio de los que ha creado. Esta verdad, al revelarse, no añade nada a Dios pero sí añade mucho a quienes la reciben. Dicho de otra manera: cuando Dios nos muestra qué los beneficiados somos nosotros, pues dependemos de Él y sólo en Él encontramos toda nuestra felicidad y plenitud. Por eso la manifestación de la gloria divina es la revelación de su misericordia.

SALMO RESPONSORIAL: 40
R: Muéstranos Señor la luz de tu misericordia.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 10, 32-45

“MIREN, EL HIJO DEL HOMBRE VA A SER ENTREGADO”

Se dirigían a Jerusalén, y Jesús caminaba delante de los discípulos. Ellos estaban asombrados, y los que iban detrás tenían miedo. Jesús volvió a llamar aparte a los doce discípulos, y comenzó a decirles lo que le iba a pasar: "Como ustedes ven, ahora vamos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros. Se burlarán de él, lo escupirán, lo golpearán y lo matarán; pero tres días después resucitará."
Jesús responde a Santiago y Juan
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:
--Maestro, queremos que nos hagas el favor que vamos a pedirte. Él les preguntó: --¿Qué quieren que haga por ustedes? Le dijeron: --Concédenos que en tu reino glorioso nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús les contestó: --Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber este trago amargo que voy a beber yo, y recibir el bautismo que yo voy a recibir?
Ellos contestaron: --Podemos.
Jesús les dijo: --Ustedes beberán este trago amargo, y recibirán el bautismo que yo voy a recibir; pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo, sino que les será dado a aquellos para quienes está preparado.
Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se enojaron con Santiago y Juan. Pero Jesús los llamó, y les dijo:
--Como ustedes saben, entre los paganos hay jefes que se creen con derecho a gobernar con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera ser grande entre ustedes, deberá servir a los demás, y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser el esclavo de los demás. Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.

REFLEXIÓN
Desde el comienzo del evangelio de Marcos, Jesús aparece invitando a hombres y mujeres a seguirle. Y es justamente en ese camino de Galilea a Jerusalén donde Jesús va explicando claramente cuáles son las principales actitudes del discípulo. Es en ese camino, que le conduce a él al supremo servicio de entregar su vida, donde debe corregir en su comunidad la herejía del poder. Esta herejía no consiste en cometer un error teórico, sino en desfigurar el rostro y la misión de Jesús. Cada cristiano debe mostrar el verdadero rostro de Jesús y su misión. La forma de organizar nuestra comunidad, nuestra iglesia, puede o mostrar o desfigurar el rostro de Jesús.
Jesús entendía el ejercicio del poder como servicio, y además como servicio compartido entre servidores, con orden y con diferentes roles, pero sin jerarquías ni centralización del poder. Pero entre Jesús y nosotros hubo un acontecimiento que marcó a la Iglesia para siempre: la alianza con el emperador Constantino. Y desde entonces fuimos volviéndonos, como Juan y Santiago, buscadores del poder y no del servicio.

PARA REFLEXIONAR:
1. ¿Soy reflejo del verdadero rostro de Jesús?
2. ¿Entiendo y pongo en práctica el sentido que Jesús vino a darle al poder y a la jerarquía con sus hechos y palabras: “El que quiera ser grande entre ustedes, deberá servir a los demás, y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser el esclavo de los demás?

ORACIÓN
Señor que podamos entender y asumir el sentido de tu proyecto, nuestra misión de servicio, que entendamos que también tenemos que ir de camino contigo a Jerusalén y aceptar la cruz. Señor capacítanos, fortalécenos para hacerlo y dar la vida. Amén.

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