"RECOBRAR LA VISTA"
PRIMERA LECTURA
APOCALIPSIS 1, 1-4,2,1-5a
“Recuerda de dónde has caído y arrepiéntete”
Juan, a las siete
Iglesias de Asia: Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene, de
parte de los siete espíritus que están ante su trono.
El último libro de la Biblia es también el que
acompaña la última parte de nuestro año litúrgico. Se trata del
"apocalipsis", como solemos llamarlo, o también
"revelación". Una palabra sobre el conjunto de la historia humana,
pronunciada en el contexto doloroso de la persecución. El libro empieza con una
serie de mensajes de Jesucristo a las comunidades cristianas de la época. Esto
tiene sentido, porque si el conjunto de la historia humana debe comparecer ante
Cristo, los que han sido elegidos por Cristo deben, antes que nadie, escuchar
su voz majestuosa y verdadera. En efecto, si algún privilegio tiene el
cristiano es que su Juez de mañana es hoy su Salvador. La palabra que hoy le
corrige mañana no le castiga. Las comunidades de la época son llamadas aquí
"iglesias". Los mensajes que recoge el Apocalipsis no se dirigen a
todas estas iglesias, sino sólo a un conjunto de ellas, localizadas en lo que
se llamaba Asia Menor y que hoy corresponde a Turquía. Hoy, por ejemplo, hemos
oído el mensaje a la iglesia de Éfeso. Y para finalizar reflexionemos
con este texto, y
apliquémoslo hoy a nuestra vida, miremos como
está nuestro amor por el Señor, por la misión, por el evangelio, esta
prendido ese fuego en nuestro corazón
como antes?. Esa urgencia por anunciar la Palabra, por vivir en su amor, quizá, es la que hemos perdido?. Sabemos
dónde está la verdad y la mentira; hemos logrado vencer hasta cierto punto la
fatiga; somos, quizá, tenaces como esta Iglesia de Éfeso, pero esa prisa de
encontrar y de servir al Señor ¿dónde se encuentra?.
SALMO
RESPONSORIAL :1
R.
/ El Señor protege al justo
Dichoso
el hombre
que
no sigue el consejo de los impíos,
ni
entra por la senda de los pecadores,
ni
se sienta en la reunión de los cínicos;
sino
que su gozo es la ley del Señor,
y
medita su ley día y noche. R.
Será
como un árbol,
plantado
al borde de la acequia:
da
fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y
cuanto emprende tiene buen fin. R.
No
así los impíos, no así;
serán
paja que arrebata el viento.
Porque
el Señor protege el camino de los justos,
pero
el camino de los impíos acaba mal. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este
salmo, proclama la dicha de seguir
fielmente la voluntad de Dios, manifestada para el israelita en la Ley. Se
contrapone a la suerte que tendrán los que siguen el camino opuesto. Jesús
también proclama dichosos a los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.
Seguir “el buen camino” es seguir a Jesús, camino, verdad y vida.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 18, 35-43
“¿Qué quieres que haga por ti?. Señor, que
vea otra vez”
En aquel tiempo, cuando
se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo
limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello, y le explicaron:
"Pasa Jesús Nazareno". Entonces gritó: "¡Jesús, hijo de David,
ten compasión de mí!" Los que iban delante le regañaban para que se
callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de
mí!" Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó:
"¿Qué quieres que haga por ti?" El dijo: "Señor, que vea otra
vez". Jesús le contestó: "Recobra la vista, tu fe te ha curado".
En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo,
al ver esto, alababa a Dios. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
“Jesús, Hijo de David ten
compasión de mi” es la expresión que brota de un corazón rebosante de gratitud
y de fe, un corazón iluminado, es el clamor de un hombre que aunque tiene una
limitación física, la ceguera, los ojos de su corazón irradian la fe necesaria
para reconocer en Jesús la luz del mundo, el sol que nace de lo alto para
iluminar a los pueblos que viven en la oscuridad.
Aunque la multitud amenazante quiere callarlo, el ciego de Jericó logra
expresarle a Jesús con su grito su más grande anhelo: “Señor, quiero ver”. En
efecto, el hombre pudo volver a contemplar la luz de un nuevo día, gracias a su
fe en la persona de Jesús. Nosotros, como el ciego de Jericó, estamos quizás
también postrados hoy a la vera del camino de la vida, muchas veces sumidos en
la penumbra, en el sin sentido. Allí nos encontramos con una variedad de
obstáculos, como esa muchedumbre necia que quería callar al hombre que invocaba
a Jesús. Es el momento entonces de retar nuestra fe y ponerla a prueba, o
dejamos que los problemas y desafíos cotidianos nos derroten y silencien o
sacamos fuerzas de donde sea para confesar y reconocer abiertamente a Jesús
como nuestro Salvador y Señor, que ha venido para rescatarnos de toda oscuridad
que hoy mismo no nos deja ver ni disfrutar la bendición de esta bella vida.
Hoy, de nuevo Jesús está tocando a la puerta de nuestro corazón y con su
ternura y misericordia habitual nos pregunta: “¿Qué quieres que haga hoy por
ti?
Señor queremos
gritar con fe para pedirte y obtener tu misericordia, queremos ver, que tú nos
guíes, caminar bajo tu luz, que nada nos postre, ni nos derrote, necesitamos de
ti, de tu Espíritu, de tu fortaleza, necesitamos recuperar el primer amor.
Ayúdanos a construir comunidades que vivan los valores fundamentales de tu
proyecto, que logremos avanzar día a día en tu Reino, en el servicio hacia los
otros. Te lo pedimos Señor. Amén.
“El gran desafío es vencer los obstáculos y caminar con la persona de
Jesús”
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