San Martín de Porres
“LO QUE CUENTA ES EL AMOR A DIOS Y AL
PRÓJIMO”
PRIMERA
LECTURA
FILIPENSES 2, 5-11
“Se rebajó, por eso Dios lo levantó”
Hermanos: Tened entre vosotros los
sentimientos propios de Cristo Jesús.
Él, a pesar de su
condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se
despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un
hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte
de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el
"Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua
proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Hoy estamos ante un texto precioso entre todos: el gran himno a la humildad de Cristo, de la humillación, del abajamiento de Cristo, que san Pablo nos ofrece en su carta a los filipenses. Aquel que no rechazo al suplicio, a la muerte en la cruz. En Jesús, la humillación se vuelve humildad. Es el amor quien lo ha hecho posible. Estábamos acostumbrados a que de la humillación nazca resentimiento, venganza, odio. Mas ahora nos volvemos a la Cruz de Cristo, y encontramos una humillación sin odio, sin venganza y sin resentimiento. Nuestra mente se confunde: ¿qué hay ahí? ¿Quién es ese que, humillado, no odia ni promete vengarse? No tiene el rostro vacío de la locura ni hay en su faz la inexpresividad propia del insensible. Sufre, no huye a la insensibilidad o a la enajenación, y sin embargo, no odia. La Cruz de Cristo, o mejor: Cristo en la Cruz revienta nuestros esquemas, desafía nuestra inteligencia, nos obliga a pensar de nuevo nuestras certezas sobre lo que es obvio, lógico o esperable en el ser humano. Cristo en la Cruz, es en primer lugar una inmensa pregunta, una gigantesca pregunta: ¿por qué? ¿Por qué el destino del inocente ha de ser la humillación?
Hoy el evangelio que leeremos nos muestra que los invitados finales al banquete son los humillados, son los depreciados, son los abajados. No nos podemos quedar en la admiración del misterio de la humillación sin mirar la evangelización, el anuncio de la Buena Nueva a aquellos que son como Cristo, a todos los que no suelen importar, todos los pobres, todos los excluidos, todos esos que no suelen interesarnos. Y por eso tenemos una buena noticia, la buena noticia no es otra que el mismo Cristo.Ellos y todos nosotros importantes para Dios, Él ha tomado nuestras vidas, ha tomado nuestra existencia, ha tomado nuestro dolor y construye con nosotros esperanza. Que Dios el Señor transforme nuestras vidas, nos abre la mente, cambie tantos criterios nuestros y que nos abra al desafío incomparable de la Cruz y del Evangelio.
SALMO RESPONSORIAL: 21
R. / El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R.
Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Porque del Señor es el reino,
él gobierna a los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba. R.
Mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R.
En
medio de una gran aflicción, el salmista, perseguido injustamente expresa su
confianza en la ayuda del Señor. Este salmo lo aplica el Nuevo Testamento a
Cristo en su pasión. Casi todo él puede leerse en esa perspectiva. Sin embargo,
la esperanza de no morir queda transformada por la realidad de la nueva vida de
Cristo resucitado. El discípulo de Cristo debe tomar la cruz y seguirlo.
LUCAS 14, 15-24
En aquel tiempo, uno de
los comensales dijo a Jesús: "¡Dichoso el que coma en el banquete del
Reino de Dios!" Jesús le contestó: "Un hombre daba un gran banquete y
convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los
convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron
uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a
verlo. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "He comprado cinco yuntas
de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me
acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir." El criado volvió a
contárselo al amo.
Entonces el dueño de
casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles
de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los
cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y
todavía queda sitio." Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y
senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo
que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Jesús compartió la mesa y la amistad, con publicanos, pecadores y prostitutas, como símbolo de la misericordia de Dios. En nuestra parábola de hoy, los primeros invitados (el latifundista que “compra” tierras, el ganadero que “compra yuntas de bueyes”, y el que se acaba de casar) representan a la elite que han hecho de las exigencias radicales del evangelio, un “evangelio de la prosperidad”. Recordemos que solo el 3% de la población en tiempos de Jesús controlaban tierras y ganados. Las bodas entre la elite servían para conservar sus privilegios y seguir controlando la economía. Para Jesús, la economía debe ser para todas las personas y no solo para unos cuantos, por eso trae a la memoria el banquete escatológico como signo del que reino ha llegado aquí y ahora. Esta parábola sigue manifestando el amor incondicional de Dios con sus pobres y marginados: con la madre soltera, migrante, indígenas, los desposeídos, los gays, Dios no excluye a nadie y en el banquete de Dios siempre “sobra lugar”.
Señor ayúdanos a desprendernos de todo, a
sentirnos necesitados(as) de Ti, porque
no en vano viniste a enseñarnos el verdadero sentido de la liberación que es
reconciliarse con el Padre Creador y
seguir tu ejemplo de dar la vida para encontrar la paz en tu proyecto
comunitario de fraternidad, de igualdad,
inclusión y justicia. Eso es en gran medida lo que
esperas de tus discípulos(as) ayúdanos a lograrlo. Amén.
“Estamos invitados(as) a
renunciar a toda expresión de poder dominante y convertirnos en signo de poder
de servicio y humildad”
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