domingo, 1 de noviembre de 2020

Miércoles 4 de Noviembre 2020

 

San Carlos Borromeo

 

“EL QUERER DE DIOS Y EL QUERER HUMANO”

PRIMERA LECTURA

FILIPENSES 2,12-18

 

Seguid actuando vuestra salvación, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la actividad

Queridos hermanos, ya que siempre habéis obedecido, no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, seguid actuando vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la actividad para realizar su designio de amor.

Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y límpios, hijos de Dios sin tacha, en medio de una gente torcida y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo, mostrando una razón para vivir. El día de Cristo, eso será una honra para mí, que no he corrido ni me he fatigado en vano. Y, aún en el caso de que mi sangre haya de derramarse, rociando el sacrificio litúrgico que es vuestra fe, yo estoy alegre y me asocio a vuestra alegría; por vuestra parte, estad alegres y asociaos a la mía. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Pablo nos sorprende hoy con una expresión que puede sonarnos extraña: “esfuércense con santo temor en lograr su salvación" (Flp 2,12). Pablo nos tenía acostumbrados a un lenguaje distinto. La salvación es un regalo, la salvación es gracia: este es el estilo del Nuevo Testamento en general, y de Pablo en particular, por ejemplo allí donde dice: " la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres" (Tit 2,11). O también: "por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios" (Ef 2,8). Ahora en cambio se nos habla de una salvación por la que hay que "esforzarse", y no de cualquier modo, sino "con santo temor", o "con temor y con temblor", como dice esta versión.¿Por qué este cambio?

 

Si seguimos el pasaje de hoy encontramos algo bien profundo: "es Dios quien, más allá de su buena disposición, realiza en ustedes el querer y el actuar". Lo que hay detrás de este cambio (aparente) es una enseñanza sobre la relación entre nuestra voluntad y la voluntad de Dios, entre nuestro querer y el querer de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL: 26

R. / El Señor es mi luz y mi salvación.

 

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿quién me hará temblar? R.

 

Una cosa pido al Señor,

eso buscaré:

habitar en la casa del Señor

por los días de mi vida;

gozar de la dulzura del Señor,

contemplando su templo. R.

 

Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

 Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

La presencia de Dios en el templo es fuente de atracción constante y de alegría confiada. La presencia de Dios entre los hombres se hace definitiva a través de su Hijo Jesucristo, quien es la luz que ilumina a todo hombre. Él puso su morada entre nosotros para hacernos participar de su vida 

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 14,25-33

 

“El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: "Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar". ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

Mucha gente seguía a Jesús; y él se volvió y dijo: "Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Si alguno de ustedes quiere construir una torre, ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? De otra manera, si pone los cimientos y después no puede terminarla, todos los que lo vean comenzarán a burlarse de él, diciendo: 'Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar.' O si algún rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil soldados puede hacer frente a quien va a atacarlo con veinte mil? Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos, le mandará mensajeros a pedir la paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no deje todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Muchas personas se postulaban como candidatas para seguir a Jesús, y ser sus discípulos(as). “Maestro, te seguiré a donde vayas”, le decían algunos, tal vez en un arrebato, en un momento de emotividad, de efervescencia y calor, porque a la hora de hacer realidad sus anhelos, empezaban a llover las condiciones: “Déjame primero ir a enterrar a mi padre” “primero déjame despedirme de mi familia” etc. Por eso hoy Jesús en el evangelio nos vuelve a recordar que el discipulado es una misión que nos pone a pensar con cabeza fría, como el que quiere construir una torre, o el rey que se dispone a luchar con su adversario. Para ser auténticos discípulos de Jesús es necesario desligarnos de aquellos vínculos que nos mantienen atados al pasado y no nos permiten avanzar con libertad hacia la meta como hijos de Dios. Un verdadero discípulo de Jesús hace una elección radical, da un giro de 180 grados a su vida, huye del conformismo y de la mediocridad, no puede estar con un pie adentro y el otro afuera. Aquí el cambio de mentalidad es decisivo, pues se necesita “pensar como Jesús pensó” para estar en condiciones de cargar con la cruz de cada día.

 

El  discipulado que propone Jesús es exigente: hay que reorientar valores, en ocasiones lazos familiares,  renunciar a bienes, y  “tomar la cruz” como ya lo hemos dicho. El discípulo al ponerse en “camino”, tiene que reorientar su experiencia de vida y comenzar a construir comunidades alternativas. Para los seguidores de Jesús, nada puede interponerse en su “caminar” discipular. Cargar la cruz no es algo que se busca, es el resultado de vivir y poner en práctica los valores y las exigencias del reinado de Jesús. La cruz no tiene sentido si no se ve por medio de ella al Dios que se solidariza con los crucificados de todos los tiempos. Para nuestra espiritualidad latinoamericana,  el “tomar la cruz” ha sido su destino desde la llegada de la fe. La cruz no solo se ha abrazado, sino se ha hecho una bendición y un valor sublime al sufrimiento. Pero una cruz que no lleve a signos de vida, de justicia y de libertad, no son los signos del discipulado que Jesús requiere.

ORACIÓN

Señor necesitamos adquirir el don de dejar todo aquello que nos ata para poder llegar como mensajeros y obreros  a donde está la necesidad, la ceguera, sordera y distracción, incluso en  nuestros cercanos, quita de nosotros todo lo que impide descubrir que eres la esencia de nuestra existencia, para alcanzar la sanidad y la santidad, el estilo de vida que tu quieres para nosotros, basados en el amor. Por favor fortalécenos para ser capaces de decir y hacer el “Heme aquí que dispuestos(as) estamos a seguirte”.  Amén

 

“Dios  nos llama a cargar  la cruz del día a día, a poner a Cristo en absoluto primer lugar,  y promete a ayudarnos  a asumir todas sus consecuencias”

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