Natividad del Señor
“CONTEMPLAR
EL ROSTRO DEL DIOS CERCANO”
Hoy celebramos la fiesta del nacimiento de Jesús de
Nazaret. Navidad es un tiempo precioso para adorar. Adorar es dejarnos
conquistar por el amor, dejarnos invadir por la belleza, abrir las puertas a la
pureza y darle permiso a la humildad para que irrumpa suavemente llenando todo
de orden y sentido. El alma humana necesita adorar porque si no tiene hacia dónde
dirigirse se precipita monstruosamente sobre sí misma, y se recome en su
egoísmo y su nada. Mas, ¿qué o quién es digno de adoración? La respuesta brota
en Navidad: hay Uno que es adorable. Uno que no engaña si le creemos, que no
decepciona si en él confiamos; hay Uno que cumple todo lo que promete y que
rebasa nuestros mejores deseos; Uno que nos ama bien y que desde su primer
aliento de vida, hasta su último suspiro sólo conoce el lenguaje del amor. Hoy
es Niño en el pesebre, mañana Sacerdote en la Cruz. Se llama Jesús.
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 52,7-10
Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios
¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona
la victoria, que dice a Sión: "Tu Dios es rey"! Escucha: tus vigías
gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión.
Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo,
rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las
naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La
lectura de Isaías es un canto de
alabanza de la próxima liberación de Jerusalén.
Dos
imágenes enmarcan la lectura, por una parte la de los mensajeros que sobre los montes
de Judá traen la noticia de la próxima liberación, y gritan: ¡Yahvé reina! La
segunda imagen es la de los centinelas que prorrumpen en júbilo porque ven el
retorno de Yahvé a Sión y exclaman alborozados como el Señor ha consolado a su
pueblo y ha rescatado a Jerusalén. Y es que en el contexto en que se escribe el
libro de Isaías, la mayoría del pueblo de Israel se encuentra exiliado en
Babilonia, son esclavos de los Asirios. Sin embargo, ven como muy positivo que
Darío asuma el poder, pues ponen sus esperanzas en que él será el «rescatador»,
que les permitirá retornar a su tierra. Esta realidad es inminente, por lo que
el escritor canta ya la alegría del retorno a la tierra. Para nosotros hoy,
esos pies del mensajero anuncian el nacimiento del Señor, y nosotros, como los
centinelas, proclamamos alegres la presencia del salvador que se hace vida en
medio de nosotros.
SALMO RESPONSORIAL: 97
R./Los confines de la tierra han
contemplado la victoria de nuestro Dios.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.
Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 1,1-6
Dios nos ha hablado por el Hijo
En distintas ocasiones y de muchas
maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en
esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de
todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es
reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su
palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está
sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que
los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué
ángel dijo jamás: "Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado", o:
"Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo"? Y en otro
pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: "Adórenlo todos
los ángeles de Dios." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La
carta a los Hebreos refuerza aún
más la alegría de esta celebración de la Natividad
del
Señor Jesús. Expresa que «muchas veces y de múltiples maneras habló Dios en el
pasado
a nuestros padres por medio de los profetas, pero en estos últimos tiempos nos
habló
por medio de su Hijo a quien instituyó heredero de todo. Estamos en los últimos
tiempos pues la revelación a llegado a su plenitud en Jesucristo. Él es imagen
de Dios invisible, quien le ve a él ve al Padre; pues al asumir la condición
humana y al nacer en
un
establo, como un hombre pobre; Dios se ha manifestado como solidario con todos
los hombres de la tierra y por medio de Jesús ha mostrado el camino de la
salvación.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 1,1-18
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros
En principio ya existía la Palabra, y
la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el
principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella
no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era
la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la
recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía
como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a
la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz
verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el
mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y
los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser
hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor
carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó
entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del
Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo:
"Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de
mí, porque existía antes que yo."" Pues de su plenitud todos hemos
recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la
gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto
jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a
conocer. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La
liturgia de hoy proclama el prólogo del evangelio de Juan. Un texto bien solemne, y muy especial. Haríamos mal en
leerlo como cualquier otro de los relatos evangélicos de la Navidad, en torno al nacimiento de Jesús,
como los evangelios de la infancia. En todo caso, es un texto clave, uno de los
pocos textos de los que se puede decir que han sido sencillamente decisivos
para la configuración concreta del desarrollo del cristianismo.
Y alegrémonos hoy es
Navidad, ¡Aleluya! Un decreto de amor
nos cobija, una palabra de gracia nos protege, un designio de misericordia ha
sido pronunciado a favor de nosotros. Es Cristo, es él, en la humildad de
Belén, quien nos invita a aprender el lenguaje siempre antiguo y siempre nuevo
del amor. Junto al pesebre la humanidad recomienza, en el seno de María todo
tiene una nueva oportunidad, un nuevo principio.
El lenguaje que triunfa no es el de los hombres. Las
palabras humanas desfallecen persiguiéndose unas a otras. Son como las olas,
que en su vaivén viajan sin llegar y se mueven sin cambiar. La Palabra Divina
es distinta, porque tiene una fuente y un término, a saber, el misterio de
Dios, misterio que no se esconde al revelarse pero que en su revelación nos
desborda con su riqueza, profundidad y hermosura.
Hoy el Niño Jesús ha nacido, y nace en nuestro
corazón, dentro cada uno de nosotros.
Démosle la libertad completa. Feliz Navidad.
ORACIÓN
Señor Jesús, gracias por haber venido
a nuestra vida; Padre Bueno gracias por habernos regalado a tu Hijo como
Salvador. Felicitaciones y bendiciones a ti Buen Señor en este tu nuevo
cumpleaños. Clamamos hoy a ti, fortaleza para nuestro carácter, sabiduría para nuestro
pensar y en la toma de decisiones, llena hoy lo más profundo de nuestro ser con
tu bendito amor que todo lo inunda y lo transforma. Nace transformando, sanando
y liberando las raíces de nuestro dolor y tristeza, enfermedad y opresión. Que
tu Santo Espíritu nos lleve a un nuevo tiempo de dar frutos en abundancia.
Síguenos mostrando el camino y danos la decisión de seguir buscando y
trabajando por tu Reino. Me alegro hoy en ti porque es Navidad. “Tú Señor Jesús
eres la gran razón de la Navidad”. Amén.
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