FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE
JERUSALÉN
“¡FAMILIA DEFIENDE TUS BASES CRISTIANAS!”
En
medio del tiempo de Navidad la Iglesia fija nuestra atención en una realidad
muy
humana
de la vida de Jesús: como todo ser humano Él contó con una familia que lo crió.
Tuvo
un padre y una madre humanos, un ambiente vital en el que se levantó hasta
llegar a ser un adulto, que lo modeló y preparó para realizar su misión.
PRIMERA LECTURA
El que teme al
Señor honra a sus padres
Dios hace al padre más
respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre la prole. El
que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula
tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos, y cuando rece, será escuchado;
el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor
lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones
mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras
vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar
tus pecados. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La primera lectura está tomada del libro
de Ben Sirá o “Sirácida” (llamado
antiguamente
“Eclesiástico”. Se prefieren ahora estas designaciones para evitar la confusión
muy frecuente con el libro del Eclesiastés o “Qohélet), que pertenece al grupo
de los libros sapienciales del Antiguo Testamento. En él se nos brindan
enseñanzas para saber vivir en la presencia de Dios y en la comunidad humana.
Muchas de dichas enseñanzas tienen que ver con la familia. Seguramente Jesús
amó, respetó y obedeció a sus padres como se nos enseña en la lectura. La mayor
parte de su vida la pasó en compañía de los suyos, aunque no sabemos casi nada
de las circunstancias de ese período de su vida que llamamos “vida oculta”. Los
judíos en la época de Jesús, y muchos de los pueblos primitivos, no conocían, ni
conocen, las actuales dificultades y crisis por las que atraviesa en nuestra
época la institución familiar. Lo normal era que la familia permaneciera unida,
que los vínculos entre sus miembros fueran muy estrechos y positivos. Es cierto
que entre los judíos existía el divorcio, a favor del varón, y que la mujer
estaba completamente sometida a la voluntad de su padre mientras era soltera y
de su esposo cuando se casaba; pero esto se vivía con naturalidad, pues no
existían los criterios y movimientos de autonomía femenina que existen en
nuestra época, ni los juicios de “machismo” o “sexismo” para ciertas actitudes,
como tenemos hoy. Otra cosa muy distinta es la actitud de Jesús frente a su
familia una vez comenzada su misión. Sabemos por los evangelios que abandonó su
casa, que no formó una familia propia sino que se dedicó por entero a su
vocación de proclamar la Buena Noticia; que cuando su familia intentó ponerle
alguna traba, recordándole quizá sus obligaciones, Jesús reaccionó con
independencia soberana. No obstante todo eso, el evangelista san Juan nos
presenta a la madre de Jesús al pie de la cruz, y san Lucas la coloca claramente
entre los miembros de la Iglesia naciente.
SALMO 127
R./Dichosos
los que temen al Señor y siguen sus caminos. R
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
OREMOS
CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU
CONTEXTO
El salmo
describe la felicidad doméstica del que es fiel al Señor .La paz en el hogar es
prenda de la prosperidad de todo el pueblo y de la iglesia, casa de Dios.
SEGUNDA LECTURA
La vida de familia vivida en el Señor
Hermanos: Como elegidos de Dios,
santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad,
dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga
quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por
encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la
paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido
convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite
entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría;
corregíos mutuamente.
Cantad
a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y,
todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús,
dando gracias a Dios Padre por medio de él. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El
pasaje de la carta paulina a los
Colosenses es una exhortación a la vida de amor
en
el seno de una comunidad cristiana. Si Dios nos amó y nos perdonó en
Jesucristo,
también
nosotros debemos amarnos y perdonarnos los unos a los otros. La Iglesia es como
una gran familia que vive en la presencia del padre Dios con los sentimientos
tan elevados y nobles que San Pablo enumera en su carta: misericordia
entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión, perdón mutuo, paz... Se nos
llega a decir que somos un solo cuerpo y que Cristo es como el árbitro en
nuestro corazón.
LECTURA DEL EVANGELIO
Coge al niño y a su
madre y huye a Egipto
Cuando
se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le
dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí
hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo."
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se
quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el
profeta: "Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto".
Cuando
murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en
Egipto y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel;
ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño." Se levantó,
cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que
Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir
allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo
llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría
Nazareno. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
En el evangelio de San Mateo se nos presenta un momento
concreto de la vida de la sagrada familia: el de su huida a Egipto para evitar
la persecución desatada por Herodes. ¿Acaso no debemos admirar la valentía, la
solicitud y la prudencia con que José cumple las instrucciones del ángel, y la
docilidad de María? ¿Acaso no es el pasaje un ejemplo de la providencia
paternal de Dios sobre estos humildes esposos, a los cuales ha confiado los
primeros pasos de su enviado? José buscó para los suyos, siguiendo las inspiraciones
divinas, un lugar tranquilo y seguro, en donde pudieran vivir honestamente,
dedicados a sus humildes oficios, en la paz doméstica. Por todo esto la Iglesia
propone a las familias cristianas este ejemplo: el de la sagrada familia de
Nazaret, en la que seguramente se daban las virtudes de que se nos habla en las
dos primeras lecturas.
Mirando un poco más allá del cuadro idílico de la casa de
Nazaret, podemos hacernos esta reflexión: la familia no fue para Jesús un
obstáculo a la hora de emprender su tarea salvadora. Seguramente María sintió
la separación de su hijo. Como toda madre hubiera querido retenerlo junto a la
seguridad de su amor. Pero, como toda madre consciente, comprendió que su hijo
debía ser él mismo, debía encontrar el sentido y la meta de su existencia, y a
este deber ella se plegó humilde y amorosamente, ella que sabía de escuchar la
Palabra y acogerla en el corazón.
El Evangelio de hoy también pinta con suficiente sencillez
y claridad el drama del Jesús niño, como un migrante forzoso más sobre esta
tierra. Como aquellos pequeños de África o de Asia, de Colombia o de Bolivia,
que son arrancados de su suelo y deben partir a prisa, sin entender nada, hacia
tierras desconocidas. Las causas pueden ser naturales, como la falta de lluvias,
o humanas, como la violencia. No podemos separar el destino de Cristo del de
tantos desplazados que pasan necesidad lejos de su lugar de sustento.
Estos desplazamientos suelen destruir las familias,
desmembrarlas, someterlas a tensiones extremas que terminan por reventar los
lazos del amor, la fidelidad y la confianza. Cuando pensamos en la situación de
los migrantes o de los desplazados por la violencia es fácil caer en cuenta de
sus duras condiciones de escasez, junto a eso está aconteciendo siempre un
dolor emocional que no es menor. Consuela mucho saber que el momento de penuria
que vivió la Sagrada Familia no la destruyó sino que la unió más en el amor
mutuo y en la absoluta confianza en Dios.
ORACIÓN
Dios Padre y Madre bueno, tu enviaste a tu hijo para que
naciera y viviera en el seno de una familia humana al lado de José y María,
ellos son el modelo de familia humana y creyente que debemos imitar y seguir. Te
damos gracias por nuestras familias, por los aciertos y las dificultades, te
damos gracias por los padres, los hijos, los hermanos, los abuelos. Tu nos
quieres unidos y viviendo en comunión contigo. Que seamos capaces de trabajar
con ardor, para vivir los valores cristianos de tu reino y ser testigos ante el
mundo que está en crisis de una familia creyente y santa. Bendice a todas las
familias, especialmente a las que están divididas. Amén
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