domingo, 1 de diciembre de 2013

Viernes 27 de Diciembre de 2013


San Juan apóstol y evangelista

“TESTIMONIANDO LO VIVIDO EN LA COMUNIDAD”

Hoy celebramos la fiesta de San Juan, Apóstol y evangelista. Hacemos memoria de un testigo de la resurrección, que nos invita a nosotros también a ser testigos, a creer y palpar la presencia de Cristo resucitado en la comunidad.

PRIMERA LECTURA
1JUAN 1,1-4

Os anunciamos lo que hemos visto y oído
Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Dos características se destacan indudablemente, en los escritos de Juan; dos notas que parecen contradecirse en términos físicos, pero se complementan bellamente cuando se trata de espiritualidad: altura y profundidad, es decir: ojo a lo alto y mirada a lo profundo. Este es el evangelista que hunde su mirada en el misterio admirable del Verbo, donde la audacia de su mensaje compite con la belleza de su expresión. Apegado a lo concreto y a lo real, nos dice: "lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida...". No es un vendedor de quimeras, no es un soñador atorado en sus ilusiones: es ante todo un testigo. Es también difícil saber cuál podría ser la "gran palabra", el concepto clave de la enseñanza de Juan: ¿la Palabra?, ¿la pareja ver-creer?, ¿la vida? Lo más seguro es decir que, más que una palabra o una única idea, en el corazón de la enseñanza de Juan tenemos un conjunto armonioso y complementario de experiencias vividas desde Dios y hacia Dios. En este sentido el término clave es la "comunión". Estar "en comunión" es precisamente participar-de, recibir y compartir, aprender y ejercer un lenguaje, vivir lo mismo aunque no en la misma forma, en fin, llegar a ser con el otro. Estar en “comunión”, es respirar de un mismo Espíritu, haber aprendido juntos un modo de hablar sobre el Señor, llorar con las lágrimas del hermano y reír con su sola sonrisa.

SALMO RESPONSORIAL: 96
R./Alegraos, justos, con el Señor.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Himno de alabanza a la realeza de Dios, quien manifiesta su grandeza en los fenómenos naturales y en los juicios de la historiada .Se anuncia la venida de la luz para los justos.
Esa luz anunciada es Cristo, “que al venir a este mundo ilumina a toda la humanidad” (Jn1,9)

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,2-8

El otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Juan, el apóstol (y evangelista) que celebramos hoy, está íntimamente relacionado con la persona de Jesús. Él fue quien en la Cena “reclinó su cabeza en el pecho del Señor”, quien recibió a la Madre de Jesús al pie de la Cruz y el primero de los apóstoles que creyó en la Resurrección. Pero Juan es también el que proclama con más fuerza y convicción el Misterio de la Encarnación, llegando a expresar sintéticamente la teología de la Humanidad de Dios con la bella frase “La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”. Por eso es bueno celebrar su memoria dentro de la Octava de Navidad y leer hoy su Carta en la que nos habla de todo “lo que ha contemplado con sus propios ojos, lo que ha oído, lo que tocaron sus manos”.
Juan logró compartir momentos muy íntimos de Jesús: lo encontró en la ribera del lago, fue testigo, junto a Pedro y Santiago, de la , Transfiguración, lo acompañó en su agonía en Getsemaní, y fue el único de los Apóstoles que lo vio morir y sepultar. Descubrió en esta relación la Humanidad del Mesías y llegó a comprender que “Dios es amor”. Por eso simboliza al discípulo amado.

ORACIÓN

Señor Jesús, te alabamos y te bendecimos, de nuevo en gratitud, nuestros ojos se abren para contemplar tus maravillas; limpia nuestros oídos, purifica nuestro corazón y abre nuestros ojos para no ser ciegos ante tanta bondad tuya. Danos tu Espíritu para que podamos permanecer fieles, para que podamos seguir preparando tu camino y seguir anunciando tu Reino, con la valentía propia de los hijos de Dios. Que tu Espíritu Santo nos sostenga  y nos muestre todo aquello que revelas a los sencillos y más pequeños, a todos tus hijos predilectos. Amen   

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