domingo, 1 de diciembre de 2013

Domingo 1 de diciembre de 2013


“CON LAS MANOS OCUPADAS EN LA ESPERA DEL SEÑOR”

Hoy comienza el «año litúrgico», que no coincide con el año civil, ni con el curso lectivo, ni tal vez con el «ejercicio económico anual». El año litúrgico es una periodización propia de la Iglesia católica. Comienza con el tiempo de  «Ad-viento», apócope de «ad-venimiento», significa venida, llegada, y alude a «la venida de Cristo», que, bíblicamente hablando, son dos: la venida que ya tuvo lugar, que celebraremos en Navidad, y la futura, la llamada «segunda venida» de Jesús, «en poder y majestad», que, en la visión clásica tradicional, pondrá fin al mundo, inaugurará el «juicio final» o «juicio de las naciones», y abrirá la era definitiva, la «vida eterna».

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 2,1-5

“El Señor reúne a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios”

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: "Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor." Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La primera lectura nos presenta una hermosa visión de la ciudad santa, Jerusalén, como centro bendito de peregrinación de todos los pueblos. Es como un Babel al revés: si en aquella ocasión de un punto todos salieron sin poder entenderse y se alejaron unos de otros, ahora de todos los puntos sale un solo clamor, surgen un solo anhelo, nace un solo lenguaje, de camino hacia una misma meta: Jerusalén. Jerusalén es Babel vencida, como ya nos lo enseñó el Apocalipsis en los ecos de la última semana del año litúrgico pasado.

Jerusalén es así el centro del mundo. Mas hay un centro en la misma Jerusalén: el templo; y hay un corazón en el templo: la ley, la palabra del Señor. La peregrinación universal hacia Jerusalén no es la búsqueda de un lugar turístico sino es la expresión del hambre profunda que todo ser humano tiene por eso que sólo puede saciarse con la Palabra de Dios. En el fondo todos vienen a la misma ciudad porque a todos les empuja una misma necesidad y les convoca una misma hambre: hambre de la luz, de la verdad, de la vida.

SALMO RESPONSORIAL: 121
R. / Vamos alegres a la casa del Señor.

Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.

Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios". R.

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Canto entonado por los peregrinos que se dirigen al templo de Jerusalén para celebrar una fiesta. El encuentro con Dios es motivo de profunda alegría.
La casa definitiva de Dios, el lugar de encuentro de Dios con la humanidad, es Cristo, presente en su comunidad discipular. La paz es símbolo de todos los beneficios divinos.     

SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 13,11-14

“Nuestra salvación está cerca”

Hermanos: Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En la carta a los Romanos encontramos, el énfasis que Pablo hace a la comunidad sobre la distinción necesaria que deben tener los creyentes.  Asumir la fe en el proyecto de Jesús revoluciona todo, transforma todo, hacerlo hace  que la vida misma se asuma de un modo distinto. La vida de un creyente no puede ser igual a la de uno que no cree. Es decir, que creer en Jesús conlleva una visión nueva de la vida, una actitud nueva una toma de postura bien definida; vivir en esta vida teniendo siempre presente que pensar con los criterios de la sociedad injusta es no darse cuenta del tiempo en que vivimos, del tiempo de la salvación, del tiempo de Jesús. Aquí, las “las actividades de las tinieblas” hacen referencia no sólo a la vida desordenada de los paganos, sino al mismo ser pagano que es tinieblas. El creyente que vive a lo pagano es una contradicción en la vida. Dos maneras de vivir: a lo pagano o mundano o a lo cristiano. Para mantener la fe hoy, y para darle nuevo aliento, es preciso caer en la cuenta, de que ser discípulo del Señor o cristiano implica una serie de exigencias de tipo espiritual y existencial.          

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 24,37-44

“Estad en vela para estar preparados”
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En el evangelio a la comunidad mateana, se insiste en el tema de la vigilancia que los creyentes debemos tener como condición para participar en la vida del Reino de Dios. Jesús compara la venida del Hijo del Hombre (Mesías) a lo que sucedió cuando el diluvio; pero a diferencia de la venida del Hijo del Hombre no será ya un diluvio devastador sino una lluvia pacífica y fecunda. Lo que pasa es que no avisa, no es algo previsible e incalculable. Y eso hace que cuando llegue, la gente no esté preparada ni se de cuenta ( la muerte). Los grandes acontecimientos de la vida que regularmente son los más sencillos pero los más cargados de sentido, no suelen hacer bulla, ni anunciarse al son de trompetas, el ladrón tampoco avisa, ni la muerte, ni los cambios culturales. Estas cosas simplemente pasan, suceden de improviso, por algún hecho desencadenante y cuando nos damos cuenta, ya están ahí. Pues de eso se trata el mensaje de hoy de estar vigilantes, el darse cuenta a tiempo. No es que hayamos de vivir temerosos, como si en cualquier esquina nos alcanzara la “mala hora asesina”, ni el desbocado ángel destructor, ni nada de eso que pertenece más a los de Hollywood que a la realidad. Temerosos no, porque es falta de fe; pero tampoco inconscientes o dormidos. La consigna es “vigilad”. Vigilad porque el Hijo del Hombre (Jesús) viene en cada momento; porque la verdad y la justicia necesitan ser defendidas en cada instante; porque la solidaridad, como el amor no descansan; porque la libertad hay que ejercitarla en cada hora; vigilar para que no perdamos la gracia del encuentro. La gente como tú y yo, a veces tenemos días tranquilos y sin conciencia, como en los tiempos de Noé, comemos, bebemos, trabajamos, compramos, consumimos, nos divertimos, lloramos, viajamos, jugamos, etc, pero por dentro a veces estamos insatisfechos y vacíos y no nos damos cuenta de nada. Por tanto la invitación es a mirar la vida con los ojos atentos de quien encuentra sentido incluso en las adversidades porque sabe que la historia está en las manos del Señor.     

ORACIÓN:

Te saludamos en gratitud, Buen Dios, al comenzar este nuevo mes. Reconocemos que finalizando el año tenemos todavía muchas cosas por cambiar en nuestra vida. Muchas veces con nuestra palabra y actitudes hemos creado roces, división y discordia, sembrando cizaña en nuestras relaciones interpersonales con los demás. En este tiempo de Adviento queremos empezar a preparar tu llegada, siendo a partir del hoy instrumentos de paz, reconciliación, justicia, fraternidad y unidad. Desde ya nuestro gran clamor es: “Ven Señor Jesús, a nuestras vidas, que te esperamos anhelante con gozo y amor”. Amén.      

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