domingo, 1 de diciembre de 2013

Jueves 12 de Diciembre de 2013


Nuestra Señora de Guadalupe

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS  7 10-14; 8,10
 El Señor dijo también a Acaz: «Pide al Señor tu Dios que haga un milagro que te sirva de señal, ya sea abajo en lo más profundo o arriba en lo más alto.»  Acaz contestó: «No, yo no voy a poner a prueba al Señor pidiéndole una señal.»
Entonces Isaías dijo:
«Escuchen ustedes, los de la casa real de David.
¿Les parece poco molestar a los hombres,
que quieren también molestar a mi Dios?
 Pues el Señor mismo les va a dar una señal:
La joven está encinta
y va a tener un hijo,
al que pondrá por nombre Emanuel.
Hagan planes, que serán desbaratados;
propongan lo que quieran, que no se realizará,
porque Dios está con nosotros. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Al celebrar hoy la fiesta de la Guadalupana, es bueno aclarar que se celebra a María, no por sí misma, sino por lo que Dios hizo en ella:  “ en previsión de los meritos de Cristo Jesús”.  Por eso, toda fiesta mariana ante todo y en lo fundamental es una fiesta “Cristológica”. Tal vez, una de las cosas hermosas de celebrar esta advocación de la Virgen María, es ver en su rostro indígena  a nuestro pueblo latinoamericano, a nuestra propia raza, a nuestros campesinos, a nuestra propia tierra. María se identifica con cada uno, que orgullosamente reconocemos nuestras raíces, en gran medida aborígenes, recordándonos que Dios no ha hace acepción de personas, sino que mira con ojos de amor, bondad y misericordia, a los sencillos y humildes, no importando de la parte del mundo de donde provengan. Entonces sinteticemos diciendo que toda celebración mariana,  no es por ella misma, sino que Dios hizo en ella; por eso las lecturas de este día  tienen como centro a la persona de Jesús.
En la profecía de Isaías, Dios por medio de este se dirige al rey Acaz, quien se encuentra desesperado     por el temor a una posible invasión extranjera, al punto de casi ofrecer en sacrificio a su propio hijo, y le dice que no tema, que conserve su “fe” en Dios, y él y su dinastía estarán asegurados. Le promete un nuevo heredero, un descendiente, que afianzará su reino. Ese hijo será Ezequías, el rey piadoso que reinara en Jerusalén, pero, leído a la luz de la fe, en Jesús, detrás de ese contexto histórico se perfila el futuro y tan esperado Mesías. Esto lo concluye la primitiva comunidad cristiana cuando empezó a celebrar la llegada de la gran promesa a través del niño, que nacería de una virgen. Como suele ocurrir en la historia de Israel  es mucho tiempo después de realizada la profecía,  cuando esta resulta  esclarecida.
SALMO 66
R./ Oh Dios,     Que te alaben los Pueblos; 
 ¡Que Todos Los pueblos te alaben!

Que el Señor tenga compasión y nos bendiga,
que nos mire con buenos ojos,
para que todas las naciones de la tierra
conozcan su voluntad y salvación. R.

Que las Naciones griten de alegría, 
Pues tú gobiernas los pueblos estafa justicia; 
¡tú diriges Las Naciones del Mundo! R.

La tierra ha de dado do Fruto; 
¡Nuestro Dios nos ha bendecido! 
¡Que Dios nos bendiga! 
¡Que le honra Rinda El Mundo entero! R.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 1, 39-48

Por aquellos días, María se fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea,  y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.  Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le estremeció en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces, con voz muy fuerte, dijo:
—¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor?  Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se estremeció de alegría en mi vientre.  ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!
 María dijo:
«Mi alma alaba la grandeza del Señor;
 mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.
Porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava,
y desde ahora siempre me llamarán dichosa. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
En el evangelio de hoy, la comunidad lucana nos narra cómo María,  después de la anunciación no se queda instalada egoístamente en su propio bienestar, sino el Espíritu de Dios que lleva dentro de su vientre, la lleva al servicio, a la misión; dando a entender que lleva a Jesús en su corazón y vida por naturaleza   debe colocarse en una continua disposición  a la misión.  María emprende el camino, hasta la casa  (comunidad) de su prima Isabel, madre de Juan el Bautista, para ayudarla en los meses que le restan de embarazo; en esta misión se da el encuentro de dos generaciones:  María,  que representa al proyecto y generación nueva, traída por Jesús el Señor, e Isabel que representa la antigua alianza en la generación de los adultos mayores. Al saludo de María (palabra de bendición), el pequeño que se gesta en el vientre de Isabel “salta de alegría”, como reconocimiento al salvador que llega a visitarle. Entonces Isabel responde a aquel saludo también con una alabanza de bendición que exalta a María como la feliz, la bienaventurada, la llena de la gracia, del  favor de Dios.    Pero también reconoce la fe de María que libremente  “creyó” en el anuncio del ángel  y acepto el plan salvador y liberador de Dios. Ella, tú y yo que creemos, somos los favorecidos de Dios.
En María, Dios nos invita y enseña a estar abiertos a la acción del Espíritu, que todo lo puede, a la escucha de la palabra para ponerla en práctica, a optar con una disposición libre  a trabajar, por hacer realidad el Reino de Dios, que es amor , justicia, perdón  y solidaridad entre todos nosotros.
Esta experiencia de encuentro transformador entre María e Isabel se sigue dando a diario en personas que como tú y yo, le creemos al Señor y creemos en  sus promesas de bendición y vida.

ORACIÓN
Nos levantamos en este nuevo día, con el deseo y decisión, de agradecerte y bendecirte. Señor Jesús, eres el oxigeno fresco y el aliento de vida que nuestra vida respira. Te buscamos y anhelamos  en cada situación. Te amamos y toda nuestra vida se engrandece en tu amor.  Que así como tu presencia irrumpió en nuestro existir para darnos felicidad,  hoy tu presencia llegue a muchos, que todavía no te conocen y necesitan de ti, de una vida de esperanza, sentido, fortaleza, y propósito. Habítanos con tu Espíritu por completo, y muévenos  a entregarnos en servicio a los demás. Amén.

     

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