lunes, 1 de abril de 2013

Viernes 5 de abril 2013



“JESÚS ES NUESTRO SEÑOR Y LIBERTADOR”

PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 4,1-12

“Ningún otro puede salvar”

En aquellos días, mientras hablaban al pueblo Pedro y Juan, se les presentaron los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Les echaron mano y, como ya era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los que habían oído el discurso, unos cinco mil hombres, abrazaron la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas; entre ellos el sumo sacerdote Anás, Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y los interrogaron: "¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso?" Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió: "Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos."

REFLEXIÓN
Pedro portavoz de los demás discípulos, también ahora, como lo había sido en la vida de Jesús, no se calla: aprovecha la ocasión para dar testimonio del Mesías delante de las autoridades, como lo había hecho delante del pueblo. Es su tercer discurso y siempre dice lo mismo: que los judíos, mataron a Jesús, pero Dios lo resucitó y así lo glorificó y reivindicó, y hay que creer en él, porque es el único que salva. Si antes eran valientes los apóstoles, ahora delante de las autoridades y experimentando ya lo que es la persecución y la cárcel, aparecen admirablemente decididos y cambiados.
El amor que Pedro había mostrado hacia Cristo en vida, pero con debilidad y malentendidos, ahora se ha convertido en una convicción madura y en un entusiasmo valiente que lo llevará a soportar todas las contradicciones y, al final, la muerte en Roma, para dar testimonio de aquel a quien había negado delante de la criada. Ya Jesús les había dicho que los llevarían a los tribunales, pero que no se preocuparan porque su Espíritu los ayudaría.
Cada año celebramos la Pascua, y cada semana el domingo, y cada día podemos celebrar la Eucaristía. No es rutina. Es convicción, y es como el motor de toda nuestra existencia. Y en nuestro trabajo también repetimos una y otra vez con toda la pedagogía de que somos capaces, el anuncio central de Cristo muerto y resucitado.

SALMO RESPONSORIAL : 117
R./ La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 21,1-14

“Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, lo mismo el pescado”

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar." Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo." Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?" Ellos contestaron: "No." Él les dice: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis." La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor." Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: "Traed de los peces que acabáis de coger." Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: "Vamos, almorzad." Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

REFLEXIÓN
La aparición de Jesús hace que la fe de sus discípulos renazca. Recuperen el tiempo perdido y comiencen a pensar cómo se van a organizar nuevamente, entendiendo que en ese momento su vida la están dedicando únicamente a la subsistencia.
La presencia y actividad de Jesús es necesaria para que la misión de la comunidad sea fecunda. Jesús está presente, no como patrón que manda, sino como amigo que colabora con los suyos y se pone a su servicio para dar fecundidad a su esfuerzo. “Echen la red a la derecha y encontrarán pesca”. Tan pronto como habla, la comunidad le reconoce. Necesita ella de esa presencia que la siga iluminando y acompañando. El fruto de la misión depende de la docilidad a la palabra de Jesús. Él nos pide la decisión de seguirlo hasta dar la vida, y nos orienta en el campo de nuestro trabajo. La misión cristiana, en unión con Jesús, termina en la comunión del grupo con él en la fracción del pan. En ella ofrece él su alimento -que es su misma persona- y a él se agrega el aporte de los discípulos. En la comunión de vida y misión se verifica la unión de la comunidad con Jesús.

ORACIÓN
La misión cristiana que se realiza en unión contigo tiene sus frutos, ya que está en sintonía con el amor y la solidaridad. Señor, nos ofreces el alimento como símbolo de tu entrega personal, integrado con nuestro aporte como discípulos(as),  para que juntos(as) ayudemos a que muchas personas sean liberadas y te hagan también el Señor de sus vidas. Gracias Jesús, ayúdanos y fortalécenos para continuar la  misión. Amén.

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