lunes, 1 de abril de 2013

Martes 2 de abril de 2013



“LA LIBERACIÓN DE DIOS EN CRISTO ES PARA TODAS LAS PERSONAS SIN DISTINCIÓN”

PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2,36-11

“Bautícense todos en nombre de Jesucristo”

El día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos: "Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías." Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: "¿Qué tenemos que hacer, hermanos?" Pedro les contestó: "Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos."
Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: "Escapad de esta generación perversa." Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.

REFLEXIÓN
La primitiva comunidad cristiana comprendió que la Buena Noticia no era puramente espiritual, sino que obligaba a asumir un compromiso real en el orden social y económico. Ese aspecto particular de la realidad comunitaria es lo que conocemos hoy como la “comunicación cristiana de bienes”, es parte de la naturaleza misma de la vocación de Jesucristo que un verdadero discípulo debe poner en práctica.
La conversión tiene unos pasos, que empiezan por el hecho de la Resurrección y que siguen este orden: testimonio, acogida de la palabra, conciencia del propio límite, acto de la fe, expresión pública de la fe, expresión de su conversión, cambios concretos, integración en la comunidad cristiana, formación en la escucha de la enseñanza, la práctica de la caridad y la celebración de la fe. Tal es el itinerario básico para todo aquel que va caminando buscando el Señor y finalmente llega a Cristo Resucitado.

SALMO RESPONSORIAL: 32
R. / La misericordia del Señor llena la tierra

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.


LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,11-18

“He visto al Señor y ha dicho esto”
En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."

REFLEXIÓN
Jesús resucitado se encuentra con María Magdalena, figura de la comunidad, como la esposa del Cantar de los Cantares. En el huerto-jardín se encuentra la nueva pareja que comienza la nueva humanidad. El relato comienza con el llanto de María y su diálogo con los ángeles (20,11-13); en el centro de la escena se describe el encuentro con Jesús, el reconocimiento y su encargo a María (20,14-17) y termina con el cumplimiento del encargo (20,18). Jesús y María Magdalena tienen un encuentro que se transforma en misión. Jesús está vivo y presente entre los suyos, primicias de la nueva creación, destinada a toda la humanidad. Existe una vida nueva, ya presente, pero en tensión hacia el futuro. Existe ya el Reino de Dios, pero ha de crecer hasta su estadio final, en que culminará la realidad que se ha vivido y preparado. Están realizados los preparativos para las nupcias, pero la unión definitiva queda en futuro, cuando los discípulos hayan recorrido el camino de Jesús. -- Cada uno de nosotros somos hoy María Magdalena, en encuentro pleno con Jesús y enviados a la misión, a anunciar su mensaje a los hermanos.

ORACIÓN
Señor, que reconfortante es recordar que tu amor es universal, no se queda en una región, ni solo para el pueblo elegido, sino que incluye a toda aquella persona que decida volverse a ti, a buscarte, seguirte, sin importar su condición. Gracias, porque en  María Magdalena las mujeres se identifican  como perdonadas, liberadas y promovidas para dignificar su vida en el amor y la entrega. Amén 

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