lunes, 1 de abril de 2013

Lunes 15 de abril de 2013



“LOS SIGNOS DE DIOS NOS HABLAN DE SU AMOR”

PRIMERA LECTURA
HECHOS APOSTOLES 6,8-15

“No lograban hacer frente a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba”

En aquellos días, Esteban, lleno del poder y la bendición de Dios, hacía milagros y señales entre el pueblo. Algunos de la sinagoga llamada de los Esclavos Libertados, junto con algunos de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, comenzaron a discutir con Esteban; pero no podían hacerle frente, porque hablaba con la sabiduría que le daba el Espíritu Santo. Pagaron entonces a unos para que afirmaran que lo habían oído decir palabras ofensivas contra Moisés y contra Dios. De este modo alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la ley; por lo cual atacaron a Esteban, lo apresaron y lo llevaron ante la Junta Suprema. Además buscaron testigos falsos, que dijeron:
--Ese hombre no deja de hablar contra este santo templo y contra la ley. Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret va a destruir el templo y que va a cambiar las costumbres que nos dejó Moisés.

Las autoridades y todos los que estaban allí sentados, al mirar a Esteban, vieron que su cara era como la de un ángel.

REFLEXIÓN
Lo que dijo Jesús se cumplió: "me han odiado a mí; los odiarán a ustedes" (Jn 15,18). Y es irónico que los de la sinagoga "de los libertos" estuviesen padeciendo tan grave esclavitud como para llegar a acudir al soborno con tal de cerrar la boca de Esteban, a quien no podían vencer con argumentos.

¿Por qué ese odio?, nos atrevemos a preguntar. Odio a Jesús; odio a los discípulos de Jesús. ¿Por qué? ¿Qué clase de amenaza es el amor, como para que reciba tan dura oposición y padezca persecución tan cruel?
Cristo da una explicación, en el texto que citábamos del evangelio de Juan: "Si ustedes fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no son del mundo, antes yo los elegí del mundo, por eso el mundo los aborrece" (Jn 15,19). ¿Qué pertenece entonces al mundo? Este mismo evangelista nos responde en su Primera Carta: "todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo" (1 Jn 2,16).

La "lógica del mundo" supone el libre comercio de los deseos que no son de Dios,  los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Y un hombre como Esteban, amador de la gloria divina, no entra en ese comercio, se sale de ese esquema y se convierte en una denuncia viva de todo ese sistema de esclavitudes conectadas. Por eso fue odiado y perseguido, pero su rostro "parecía el de un ángel" (Hch 6,15).

SALMO RESPONSORIAL: 118
R./ Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus leyes;
tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros. R.

Te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus leyes;
instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas. R.

Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 6,22-29

“Trabajen por el alimento que perdura para la vida eterna”
Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo has venido aquí?" Jesús les contestó: "Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios." Ellos le preguntaron: "Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?" Respondió Jesús: "La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado."

REFLEXIÓN
Ni los discípulos ni la gente entendieron muy bien el signo de la multiplicación del pan, lo cual quedó reflejado en la escena del lago; y, como nadie entendió, la reacción inmediata fue proclamar a Jesús como el profeta de los últimos tiempos (escatológico), “el que había de venir a este mundo”, o, en el peor de los casos, proclamarlo como rey.

En este relato Jesús explica por última vez el significado del reparto de los panes. Jesús apela nuevamente al entendimiento de los discípulos, quienes hasta el momento lo ven solamente como aquel que les puede saciar el hambre física. El punto central está en su afirmación sobre el don de sí mismo, y lo ha mostrado a través  de muchos  signos. Él no ha venido a dar cosas, sino a darse a sí mismo y por completo a la humanidad. Se trata de una comida y una bebida que no pueden comprarse con dinero. Por tanto el pan no era más que un gesto simbólico de su propia entrega.

El seguimiento de Jesús no es para buscar en él la respuesta a las necesidades materiales. Se busca a Jesús para ver -ver y entender- sus signos y para dejar que sus palabras penetren el corazón y lo dispongan para comenzar a generar un modelo de hombre y de mujer renovados, conscientes de la necesidad de transformar la realidad en que se vive. No es que Jesús esté en desacuerdo sobre la necesidad de luchar por lo material, sino que eso que llamamos material no puede reducir al ser humano exclusivamente a la lucha por la subsistencia material; como persona, tiene que aspirar a su realización aquí y ahora.
El evangelio de hoy nos invita a reflexionar en nuestra manera de seguir a Jesús. Las palabras del Señor son duras al desenmascarar las intenciones de muchos de sus discípulos:"Les aseguro que no me buscan por los signos que vieron, sino porque comieron pan hasta saciarse" (Jn 6,26). Es cosa saludable entonces que cada uno de nosotros se pregunte qué beneficios espera recibir de seguir a Jesús.
"Esto es lo que Dios espera de ustedes: que crean en aquél que él envió" nos dice el Señor. El que espera beneficios terminará queriendo "comprar" a Dios. Y Dios no está de venta. Está de regalo, y la acogida a su regalo es lo que nos viene a través del don de de la fe.

ORACIÓN
Señor un signo tan grande de tu presencia amorosa es el compartir el alimento material y espiritual, no el milagro como tal. Por eso ayúdanos por favor a saber cómo hacer en nuestra vida cotidiana para que nuestra vida sea alimento disponible para los demás. Pues partir y repartir el pan de la vida es un imperativo cristiano, no esperar que tú obres mágicamente, sino misericordiosamente y eso esperas de tus discípulos(as) y comunidades. Amén  

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