lunes, 1 de abril de 2013

Lunes 29 de abril de 2013



“LA PALABRA QUE PROCLAMAMOS CON VALENTÍA NO ES NUESTRA”

PRIMERA LECTURA
HECHOS 14, 5-17

“Les predicamos para que dejen los dioses y se conviertan”
En aquellos días, se produjeron en Iconio conatos de parte de los gentiles y de los judíos, a sabiendas de las autoridades, para maltratar y apedrear a Pablo y a Bernabé; ellos se dieron cuenta de la situación y se escaparon a Licaonia, a las ciudades de Listra y Derbe y alrededores, donde predicaron el Evangelio.
Había en Listra un hombre lisiado y cojo de nacimiento, que nunca había podido andar. Escuchaba las palabras de Pablo, y Pablo, viendo que tenía una fe capaz de curarlo, le gritó, mirándolo: "Levántate, ponte derecho." El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia: "Dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos." A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad, trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio.
Al darse cuenta los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando: "Hombres, ¿qué hacéis? Nosotros somos mortales igual que vosotros; os predicamos el Evangelio, para que dejéis los dioses falsos y os convirtáis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen. En el pasado, dejó que cada pueblo siguiera su camino; aunque siempre se dio a conocer por sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia." Con estas palabras disuadieron al gentío, aunque a duras penas, de que les ofrecieran sacrificio.

REFLEXIÓN
Es bien interesante en la primera lectura de hoy las respuestas extremas que recibe este par de predicadores audaces, Pablo y Bernabé. En Iconio los quieren apedrear como si fueran lo peor del universo; en Listra los quieren adorar como si estuvieran por encima del mundo entero y ya se les pudiera llamar “dioses”.
Aprendamos de este hecho cuán variables son las opiniones que encontraremos si queremos seguir el camino del Señor. No faltará el que nos mire como basura, aunque es también probable que aparezca alguno que nos trate como si fuéramos grandes santos y magníficos testimonios de Dios. ¡Qué poco se puede confiar en las opiniones de la gente, que hoy nos desprecia y mañana nos alaba; hoy nos echan en olvido y mañana piden nuestra opinión; hoy se burlan de nosotros y mañana nos piden que oremos por sus intenciones!
La actitud de estos grandes del apostolado nos muestra cómo responder cuando nos pretendan amarrar los lazos del miedo o de la vanidad. Perseguidos, no buscan la muerte ni se exponen a riesgos innecesarios, pero tampoco dejan de predicar. Aclamados, no fomentan la ovación, ni  el aplauso, sino que obran varonilmente y proclaman claramente su condición de seres humanos como los demás, aunque bendecidos por la gracia que trae salvación.

SALMO RESPONSORIAL: 113
R/No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria.
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
"Dónde está su Dios"? R.

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas. R.

Benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 14, 21-26

“El Defensor que enviará el Padre os enseñará todo”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él." Le dijo Judas, no el Iscariote: "Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?" Respondió Jesús y le dijo: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho."

REFLEXIÓN
El texto de hoy es la última parte de la respuesta de Jesús a Felipe. En las preguntas que van haciendo los discípulos se puede ver qué lejos se hallan de una percepción precisa o una comprensión exacta sobre Jesús y su propuesta de vida. “¿Por qué te vas a manifestar…?” Según esto, ellos esperan esa manifestación extraordinaria y espectacular del Mesías.
Como quien dice, ni las palabras ni los signos que los discípulos hasta aquí han visto y oído les han servido para ir experimentando esa manifestación de Dios en Jesús. En la respuesta a Judas, Jesús declara que es cuestión de entendimiento, comprensión y de amor. Quien es capaz de vivir la experiencia del amor, es capaz de ir viendo y descubriendo en cada acontecimiento, por simple que sea, la presencia y la acción siempre amorosa y tierna de Dios. Pero el “mundo” no está capacitado para ello. Según Juan, existe el “mundo” y existe la “comunidad” de los que no son del mundo. El “mundo” significa todo lo que es contrario al querer de Dios. Por supuesto que Dios se reveló, y continúa revelándose, al mundo; sin embargo, no todos pueden percibir esa acción divina.
Sólo observando el mandamiento del amor al prójimo (Jn 15,17) demostraremos  nuestro amor por Jesús y seremos amados por el Padre. Así pues, la manifestación del Padre está impresa en el corazón de la humanidad y se observa en cada persona que practica el amor y que hace de su vida una entrega a los demás. El criterio de preferencia del Señor es la práctica del amor; el Padre se manifiesta a todo aquel que vive el amor a su prójimo.

ORACIÓN
Ayúdanos por favor, Señor, a dejarnos conducir por tu Espíritu Santo para transmitir de ti, de tu esencia, a ser testigos, pero con la humildad, sencillez y amor con que Tú lo hiciste, dando toda la gloria al Padre, sin presumir grandezas, ni buscar halagos. Todo lo que de ti recibimos y damos no es por nuestros méritos, sino por pura gracia y misericordia tuya. Amén      

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