lunes, 1 de abril de 2013



“LA VIDA VENCIÓ LA MUERTE”

“ESTE EL EL DÍA EN QUE ACTÚO EL SEÑOR, SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO”  (Salmo 117, 24)

Este canto de victoria y alegría resuena en toda la Iglesia durante estos 50 días de tiempo pascual. Experimentamos días de alegría y gozo porque Jesús ha resucitado y con este hecho se abre un camino nuevo de esperanza y liberación para todos los desfigurados y crucificados del mundo. Si Cristo se transfiguro y resucito, también nosotros seremos trasfigurados y resucitaremos con Él.  Por eso es importante en estos días dejarnos contagiar de ese espíritu de alegría y de esperanza. No es cualquier alegría  barata o pasajera. Es la alegría que nace en el corazón de las personas de buena voluntad. Y esto sí que lo saben  los pobres, los enfermos que si viven su fe en esta perspectiva.

PASCUA es un tiempo nuevo, es como dice el profeta Isaías, olvidar el ayer y descubrir un nuevo camino que se abre en medio de nuestros desiertos (Isaías 43, 16-18). Es un tiempo para la comunión; pues lo vamos a reconocer y a experimentar vivo cuando estamos reunidos en comunión. La común-unidad debe ser la carta de presentación de todos los cristianos. Ante  la realidad de un mundo dividido por toda clase de problemas, el testimonio de fraternidad y unidad compacta en los creyentes será el mejor anuncio del Resucitado. Sólo cuando nos esforzamos en vivir en la solidaridad y la caridad  estamos dando testimonio del “Verdadero Evangelio”. Sin testimonio de unidad corremos el riesgo de no ser convincentes en lo que anunciamos. Por eso PASCUA es el tiempo de optar por la vida comunitaria; es el tiempo como Tomás el discípulo, para regresar a la comunidad.  PASCUA como lo esperamos con el nuevo Papa, sucesor de Pedro,  es un tiempo nuevo de esperanza que el Espíritu Santo nos trae a la Iglesia de Cristo. Esperanza en que Jesús nunca nos deja solos, sino que Él a través de su Espíritu esta guiando la barca de la Comunidad Cristiana aún en medio de las tormentas y tempestades que quieran hundir la Iglesia.

Pero esta experiencia de la Resurrección tiene una tarea o un costo  para el discípulo (la) de Jesús. Quien ha experimentado a Jesús Vivo no puede quedarse tranquilo en el mismo lugar. Hay que ponerse en camino. La experiencia del Resucitado los debe llevar  del individualismo a la vida comunitaria, al servicio misionero, en la vida de los necesitados. Vayan por todo el mundo a compartir y anunciar la experiencia del Resucitado.

De aquí se desprende que la Pascua, la experiencia de la Resurrección es ante todo un compromiso misionero. Compromiso a vivir en comunidad, la existencia del Evangelio del Reino.

Oro por ti y los tuyos  en este tiempo de Pascua. Declaro que en este nuevo mes la bendición de Jesucristo Resucitado te transfigurará, Bendiciones. Amén.

Roberto Zamudio     

PROMESA BÍBLICA DEL MES

“ESTE EL EL DÍA EN QUE ACTÚO EL SEÑOR, SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO”  (Salmo 117, 24)


ORACIÓN AL COMENZAR EL DÍA

Buenos días mi Liberador. Gracias cada día de este mes de abril te quiero dar porque te haces novedad en mi vida al darme cada año más claves para profundizar y comprender el sentido Redentor de tu Amor. Gracias por resucitar en mi corazón y darme la fuerza para seguir adelante en este trasegar por el mundo. Ayúdame a transmitirte con mi testimonio de vida. Cuida mis reacciones, palabras, sentimientos, que no haga nada que dañe a mis semejantes, ni a todo lo que fue creado para nuestro bienestar; nada que este fuera de tu proyecto de amor. No me permitas olvidar esta mañana y todos los días de mi existencia que cuento con el regalo maravilloso de tu Espíritu Santo para vivir en ti que eres luz, camino verdad y vida, que se da, se entrega sin medida, ni recompensa y que obedece a este Padre-Madre nuestro  creador, al que renuncia y vuelve a crear  por amor.  Que tu Palabra,  la oración y la comunidad sigan siendo mi alimento.   Mantenme hoy en Pascua y despierto(a) en ti por favor. Amen 

ORACIÓN AL FINALIZAR EL DÍA

Ya es de noche y el día a día ha sido más llevadero contigo en mi mente y corazón. Gracias por todo lo que me has dado. Confió en tu poder y misericordia, por eso me pongo en tus manos ahora cuando voy a dormir y tengo la conciencia de mi fragilidad y de mis fallas. Quiero ser tuyo(a) y que en este momento tu fuerza y tu poder me cubran de tal manera que esté protegido(a) y que pueda recuperar todas la fuerzas invertidas hoy. Te suplico que refuerces tu actuar en mi corazón de tal manera que lo prepares para que yo pueda hacer tu voluntad, dócil a lo que me has  pedido y que sepa que  lo que me ordenas es lo mejor para mí. Que el don de tu Espíritu me envuelva con su docilidad. Te amo y confío plenamente en tu poder y por eso cierro los ojos para dormir con total tranquilidad y serenidad. Te pido que bendigas a los que amo y también a ellos los hagas dóciles a tu Palabra y tu voluntad, que siempre será para su bien. Amén  

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