lunes, 1 de abril de 2013

Miércoles 24 de abril de 2013



“NADIE DEBE ANUNCIAR A CRISTO A TÍTULO PERSONAL”

PRIMERA LECTURA
HECHOS 12, 24-13,5a

“Oración y misión”
En aquellos días, la palabra de Dios cundía y se propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos. En la Iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado." Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando como asistente a Juan.
REFLEXIÓN
El pasaje de la primera lectura nos recuerda el estrecho vínculo que hay entre oración y misión. Ni la oración es pura quietud ni la misión es pura actividad. Cuando carece del vigor misionero, la oración se adormece y tiende a encerrarse en sí misma con egoísmo y búsqueda de autosatisfacción. Por otra parte, cuando la misión carece del sustento de la oración se vuelve ruido, y no palabra; espectáculo para hombres y no gloria para Dios.
Notemos también que el mismo Espíritu Santo que hace posible la oración lanza hacia la misión. A través de la oración, el Espíritu nos mantiene en la verdad de Jesús. A Jesús no lo terminaremos de conocer nunca porque en él se muestra el misterio insondable de Dios mismo; y sin embargo, la oración nos sumerge muy hondamente en esas aguas. De ellas tomamos las palabras que calman la sed, también honda y misteriosa, del corazón humano.

SALMO RESPONSORIAL: 66
R: ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.


LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 12, 44-50

“Yo he venido al mundo como luz ”

Jesús dijo con voz fuerte: "El que cree en mí, no cree solamente en mí, sino también en el Padre, que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve también al que me ha enviado. Yo, que soy la luz, he venido al mundo para que los que creen en mí no se queden en la oscuridad. Pero a aquel que oye mis palabras y no las obedece, no soy yo quien lo condena; porque yo no vine para condenar al mundo, sino para salvarlo. El que me desprecia y no hace caso de mis palabras, ya tiene quien lo condene: las palabras que yo he dicho lo condenarán en el día último. Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me ha enviado, me ha ordenado lo que debo decir y enseñar. Y sé que el mandato de mi Padre es para vida eterna. Así pues, lo que yo digo, lo digo como el Padre me ha ordenado."

REFLEXIÓN:
Las reacciones, tan contrarias a lo que se esperaba después de un testimonio así de claro y directo como el de Jesús, son las que utiliza Juan para ilustrar la oscuridad y las tinieblas en que se halla su pueblo; pero más especialmente, sus líderes y guías. De ahí que el contenido de las palabras de Jesús comienza a orientarse hacia el tema de la luz como contraposición a la oscuridad y tinieblas en que viven sus oyentes.
Como ya lo ha hecho Jesús en otros pasajes del evangelio de Juan, él se autoproclama como esa luz que les hace falta a quienes lo escuchan: “Yo soy la luz”, luz que no ha venido a juzgar ni a condenar, sino a rescatar y a iluminar el camino de quienes dicen creer en Dios. Quien recibe esta luz está salvado, ha entrado en la órbita de una humanidad nueva, regenerada por el enviado de Dios; pero quien la rechaza, no es condenado por Dios ni por su Hijo Jesucristo; él mismo se condena, se extravía del camino, porque no sabe a dónde va.
Y es que siguiendo esta “luz” cambia nuestra manera de ver las cosas, cambia nuestro entendimiento, porque efectivamente vemos otras cosas, hace que nuestros ojos mismos sean transformados y puedan encontrarse en sintonía con la voluntad, con el querer y con la claridad de Dios.
Que el poder de esta luz de Jesús se adueñe de nosotros, y que con esa obra maravillosa, aparte toda área de tinieblas y oscuridad en nuestra vida.

ORACIÓN
Amado Jesús el testimonio y las palabras con las que te anuncian tus apóstoles, no vienen de sí mismos(as), sino del Espíritu Santo que les ha escogido para esa misión. Por favor Señor que no caigamos en orgullos y prepotencias y mucho menos en que nos vanagloriemos por la gracia que viene solo de ti. Para ti sea siempre la gloria, la honra, el honor y la gratitud. Amén

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