“NADIE
DEBE ANUNCIAR A CRISTO A TÍTULO PERSONAL”
PRIMERA LECTURA
HECHOS 12, 24-13,5a
HECHOS 12, 24-13,5a
“Oración y misión”
En aquellos días, la palabra de Dios cundía y se
propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron de
Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos. En la Iglesia de Antioquía había
profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo,
Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y
daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: "Apartadme a Bernabé y a
Saulo para la misión a que los he llamado." Volvieron a ayunar y a orar,
les impusieron las manos y los despidieron. Con esta misión del Espíritu Santo,
bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina,
anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando como
asistente a Juan.
REFLEXIÓN
El pasaje de la primera lectura nos recuerda el estrecho vínculo
que hay entre oración y misión. Ni la oración es pura quietud ni la misión es
pura actividad. Cuando carece del vigor misionero, la oración se adormece y
tiende a encerrarse en sí misma con egoísmo y búsqueda de autosatisfacción. Por
otra parte, cuando la misión carece del sustento de la oración se vuelve ruido,
y no palabra; espectáculo para hombres y no gloria para Dios.
Notemos también que el mismo Espíritu Santo que hace posible la
oración lanza hacia la misión. A través de la oración, el Espíritu nos mantiene
en la verdad de Jesús. A Jesús no lo terminaremos de conocer nunca porque en él
se muestra el misterio insondable de Dios mismo; y sin embargo, la oración nos
sumerge muy hondamente en esas aguas. De ellas tomamos las palabras que calman
la sed, también honda y misteriosa, del corazón humano.
SALMO RESPONSORIAL: 66
R: ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
R: ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y
nos bendiga,
ilumine su rostro sobre
nosotros;
conozca la tierra tus
caminos,
todos los pueblos tu
salvación. R.
Que canten de alegría
las naciones,
porque riges el mundo
con justicia,
riges los pueblos con
rectitud
y gobiernas las naciones
de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben
los pueblos,
que todos los pueblos te
alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman
hasta los confines del
orbe. R.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 12, 44-50
JUAN 12, 44-50
“Yo he venido al mundo como luz ”
Jesús dijo con voz fuerte: "El que cree en mí, no cree
solamente en mí, sino también en el Padre, que me ha enviado. Y el que me ve a
mí, ve también al que me ha enviado. Yo, que soy la luz, he venido al mundo
para que los que creen en mí no se queden en la oscuridad. Pero a aquel que oye
mis palabras y no las obedece, no soy yo quien lo condena; porque yo no vine
para condenar al mundo, sino para salvarlo. El que me desprecia y no hace caso
de mis palabras, ya tiene quien lo condene: las palabras que yo he dicho lo
condenarán en el día último. Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me
ha enviado, me ha ordenado lo que debo decir y enseñar. Y sé que el mandato de
mi Padre es para vida eterna. Así pues, lo que yo digo, lo digo como el Padre
me ha ordenado."
REFLEXIÓN:
Las reacciones, tan contrarias a lo que se esperaba después de un testimonio así de claro y directo como el de Jesús, son las que utiliza Juan para ilustrar la oscuridad y las tinieblas en que se halla su pueblo; pero más especialmente, sus líderes y guías. De ahí que el contenido de las palabras de Jesús comienza a orientarse hacia el tema de la luz como contraposición a la oscuridad y tinieblas en que viven sus oyentes.
Las reacciones, tan contrarias a lo que se esperaba después de un testimonio así de claro y directo como el de Jesús, son las que utiliza Juan para ilustrar la oscuridad y las tinieblas en que se halla su pueblo; pero más especialmente, sus líderes y guías. De ahí que el contenido de las palabras de Jesús comienza a orientarse hacia el tema de la luz como contraposición a la oscuridad y tinieblas en que viven sus oyentes.
Como ya lo ha hecho Jesús en otros pasajes del evangelio de Juan,
él se autoproclama como esa luz que les hace falta a quienes lo escuchan: “Yo
soy la luz”, luz que no ha venido a juzgar ni a condenar, sino a rescatar y a
iluminar el camino de quienes dicen creer en Dios. Quien recibe esta luz está
salvado, ha entrado en la órbita de una humanidad nueva, regenerada por el
enviado de Dios; pero quien la rechaza, no es condenado por Dios ni por su Hijo
Jesucristo; él mismo se condena, se extravía del camino, porque no sabe a dónde
va.
Y es que siguiendo esta “luz” cambia nuestra manera de ver las
cosas, cambia nuestro entendimiento, porque efectivamente vemos otras cosas,
hace que nuestros ojos mismos sean transformados y puedan encontrarse en
sintonía con la voluntad, con el querer y con la claridad de Dios.
Que el poder de esta luz de Jesús se adueñe de nosotros, y que con
esa obra maravillosa, aparte toda área de tinieblas y oscuridad en nuestra
vida.
ORACIÓN
Amado
Jesús el testimonio y las palabras con las que te anuncian tus apóstoles, no
vienen de sí mismos(as), sino del Espíritu Santo que les ha escogido para esa
misión. Por favor Señor que no caigamos en orgullos y prepotencias y mucho
menos en que nos vanagloriemos por la gracia que viene solo de ti. Para ti sea
siempre la gloria, la honra, el honor y la gratitud. Amén
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: