lunes, 1 de abril de 2013

Lunes 22 de abril de 2013



“LA SALVACIÓN NO ES UN PRIVILEGIO SINO UN DON DEL ESPÍRITU”

PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 11,1-18

“También a los gentiles Dios les ha otorgado la conversión que lleva a la vida”
En aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los partidarios de la circuncisión le reprocharon: "Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos."
Pedro entonces se puso a exponerles los hechos por su orden: "Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: Algo que bajaba, una especie de toldo grande, cogido de los cuatro picos, que se descolgaba del cielo hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos, fieras, reptiles y pájaros. Luego oí una voz que me decía: "Anda, Pedro, mata y come." Yo respondí: "Ni pensarlo, Señor; jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro." La voz del cielo habló de nuevo: "Lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano." Esto se repitió tres veces, y de un tirón lo subieron todo al cielo.
En aquel preciso momento se presentaron, en la casa donde estábamos, tres hombres que venían de Cesarea con un recado para mí. El Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin más. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: "Manda recado a Jafa e invita a Simón Pedro a que venga; lo que te diga te traerá la salvación a ti y a tu familia."
En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; me acordé de lo que había dicho el Señor: "Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo." Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?"
Con esto se calmaron y alabaron a Dios diciendo: "También a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida."
REFLEXIÓN
Podemos mirar la obra de la evangelización con una imagen muy sencilla. Es como cuando arrojamos una piedra a un lago o estanque de aguas tranquilas y se van formando ondas desde el lugar donde la piedra hirió la superficie del lago, en círculos cada vez más amplios. Al final alguna de las ondas alcanza la orilla.
Ese lago de aparente tranquilidad es el mundo. Su paz es aparente porque por dentro se mueven muchas cosas y falta mucha luz. La piedra que cae al lago es aquella "piedra que desecharon los arquitectos", es decir, Cristo mismo, que hundiéndose en el misterio del mundo ha asumido a través de su encarnación y de su humillación en la cruz todo lo que somos y lo que escondíamos bajo la superficie.
Las ondas que ha producido esa piedra es la obra del Evangelio. Parten del lugar donde se humilló la piedra, es decir, de Jerusalén, y se van abriendo en círculos más y más amplios, abriéndose paso hacia nuevos lugares, nuevas culturas y nuevas lenguas y naciones.
Finalmente, las ondas alcanzan la orilla. La orilla, el lugar habitable y de suelo firme, es el cielo. El Evangelio atraviesa todo el lago, es decir, toda la inestabilidad de las cosas de este mundo, hasta llegar a la gloria que no acaba y la firmeza que no engaña, o sea, hasta la patria celestial.
Hoy, por ejemplo, en esta primera lectura, hemos asistido a un episodio de esa obra de difusión de la Palabra de Salvación. Pedro es iluminado con la acción poderosa del Espíritu Santo y descubre que hay una nueva frontera a atravesar y un nuevo obstáculo por vencer. Ya no debe subsistir esa separación entre judíos y no judíos. ¡Todos somos herederos de la triste herencia, que es el pecado, y llamados a la hermosa herencia, que es la gracia! ¡Todos necesitamos amor, todos necesitamos perdón, para todos es el anuncio de la vida nueva en Cristo Jesús!

SALMO RESPONSORIAL: 41
R./ Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
 hasta tu morada. R.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
 Dios, Dios mío. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 10,1-10

“Yo soy la puerta de las ovejas”
En aquel tiempo, dijo Jesús: "Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños."
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: "Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante."

REFLEXIÓN
Jesús no es sólo la puerta del aprisco; también es el pastor, y no un pastor cualquiera, como hay tantos, que a duras penas ejercen su labor porque no tienen más qué hacer; él es bueno, sabe lo que necesita cada oveja, sabe en qué condición se encuentra cada una, las conoce por su nombre, las llama y ellas le siguen sin temor ni desconfianza.

Ya el Antiguo Testamento había aplicado a Yahvé esa imagen del pastor ideal, único capaz de defender hasta el límite a sus ovejas; ello porque los pastores de carne y hueso que estaban al frente del pueblo, no daban la talla, descuidaban sus deberes y su función de guías.

Pues bien, esa es la realidad con la que se enfrenta Jesús: Unos pastores codiciosos, envidiosos y abusivos, que “no respetan ni a Dios ni al prójimo” y que, sin embargo, están ahí, haciendo creer que han sido designados por Dios y que, antes que nada, son servidores suyos. En contraste con esos pastores, Jesús se presenta a sus seguidores como el verdadero y único pastor bueno, porque está en capacidad de dar hasta su vida por sus ovejas.
Jesús, es el Pastor, cuya voz reconocen sus ovejas; él es pastor y maestro a quien sus ovejas siguen. Es la puerta de la entrada para la salvación, para la vida en libertad, para sentir el amor de Dios en plenitud. Ésta es la puerta de la vida que Jesús ofrece. – ¿Entramos por ella?.

ORACIÓN
Señor este don tan grande de tu Espíritu, que como regalo nos entregas: la liberación, solo puede ser posible en nuestra vida,  si creemos y  reconocemos que Tú eres el Enviado del Padre, que da vida abundante a quienes te acogen con fe y se abandonan a tus Palabras y signos. Te pedimos nos ayudes para que esto se realice y permanezca en nuestras vidas. Amén


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