lunes, 1 de octubre de 2012

Sábado 13 de Octubre de 2012


 “HIJOS DE DIOS POR LA FE Y LA ESCUCHA DE LA PALABRA”

PRIMERA LECTURA
Gálatas 3, 22-29

“Todos sois hijos de Dios por la fe”

Hermanos: La Escritura presenta al mundo entero prisionero del pecado, para que lo prometido se dé por la fe en Jesucristo a todo el que cree.
Antes de que llegara la fe estábamos prisioneros, custodiados por la ley, esperando que la fe se revelase.
Así, la ley fue nuestro pedagogo hasta que llegara Cristo y Dios nos justificara por la fe. Una vez que la fe ha llegado, ya no estamos sometidos al pedagogo, porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Pablo trata de explicar a los Gálatas que la Ley, la de Moisés, no es una perfección de la gracia que ya les fue anunciada, sino al contrario: la gracia vino a perfeccionar, a dar plenitud y remate al camino que la Ley había iniciado. ¿De qué manera?

En esto había como dos extremos. De un lado, los de tendencia judaizante, muy opuestos a Pablo, veían en la Ley el único camino real de la llegada del Reino de Dios, así como el único criterio firme de su realización. Para estos, había que predicar la obediencia a la Ley de Moisés con tanto o mayor énfasis que el que se diera al Evangelio de Jesús.

En el otro extremo, los de tendencia neopagana propagaban la idea de un Evangelio sin implicaciones morales de ninguna clase.

En realidad la posición de san Pablo es muy clara y vigorosa, pero también llena de sensatez y equilibrio.

La Ley denuncia el pecado pero no lo cura. Muestra su maldad pero no tiene el poder para arrancarnos de ella. Nos ayuda a dar claridad a la conciencia pero no a las obras. Enciende la luz, que ya es algo y es valioso e importante, pero no logra lo decisivo, lo que sólo logra la gracia: movernos realmente con eficacia hacia el bien.

Salmo responsorial: 104
R. / El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas;
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. R.

Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
Lucas 11, 27-28

“¡Dichoso el vientre que te llevó! Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios!”

En aquel tiempo, mientras hablaba a las turbas, una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo: "¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!" Pero él repuso: "Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!"  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Las bienaventuranzas son una forma especial de bendición, que se volvió distintivo de las primeras comunidades cristianas. Pero, mientras en el ambiente de la época se consideraba una bendición la riqueza, la fuerza física, el poder político, el origen racial o la nobleza de cuna, la comunidad cristiana valoró como bendición el amor universal, la solidaridad con los pobres y excluidos y la capacidad de discernir la voluntad de Dios en la escucha de la Palabra. La mujer que interrumpe y aclama a Jesús bendice a la familia en la que él nació y, ciertamente, su hogar de proveniencia debió ser un lugar muy especial, en el que se cultivaron de manera extraordinaria todos los valores que después él propuso a toda la humanidad. – Pero la bendición que Jesús nos propone es la del cultivo asiduo de su palabra, escuchada en clima de oración y vivida en ambiente de comunidad. Tenemos, pues, la bendición de Jesús, y la Iglesia nos proporciona algunos métodos de lectura y de oración: ¿Qué esperamos, para hacer de la Palabra el centro de nuestra vida?

ORACIÓN
Padre, mil gracias porque, sin merecerlo nos haces tus hijos, pastoreados por el Maestro, sin diferencias ni leyes apartadas del  verdadero sentido de obrar el bien por convicción de amor. Ayúdanos por favor a responderte como familia en el Espíritu que se siente amada, con la responsabilidad de escuchar, transmitir y vivir desde tu Palabra que nos da tu ejemplo. Amén 

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