lunes, 1 de octubre de 2012

Lunes 08 de Octubre de 2012



“EL EVANGELIO DEL AMOR”

PRIMERA LECTURA
Gálatas 1, 6-12

“No he recibido ni aprendido de ningún hombre el Evangelio, sino por revelación de Jesucristo”

Hermanos: Me sorprende que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó a la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio, lo que pasa es que algunos os turban para volver del revés el Evangelio de Cristo. Pues bien, si alguien os predica un evangelio distinto del que os hemos predicado-seamos nosotros mismos o un ángel del cielo, ¡sea maldito! Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡ sea maldito! Cuando dijo esto, ¿busco la aprobación de los hombres, o la de Dios?; ¿trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La Carta a los Gálatas es uno de los documentos más fuertes del Nuevo Testamento. Raya en la dureza. Pablo, hombre muy bien educado para los estándares de su tiempo, sabía escribir con la cortesía propia de una correspondencia amable, y por eso no faltan en sus epístolas elogios y expresiones de afecto al saludar a las distintas comunidades. Incluso cuando tiene que tratar temas dolorosos o escandalosos, como sucede en la Primera carta a los Corintios, este apóstol une la severidad con la gentileza. Así sucede en casi todos los escritos suyos menos en esta Carta a los Gálatas. Y uno se pregunta: ¿qué le disgustó tanto?

La dureza, aclarémoslo de una vez, no es por nada que ellos le hayan hecho a él, No es su sensibilidad humana, o sea su "carne," la que está protestando en la vehemencia de las palabras de esta Carta. Al contrario, lo que le duele es la  manera como ponen su confianza en las prácticas exteriores propias de la Ley de Moisés y van descuidando más y más los elementos que son centrales de nuestra fe.


Pablo enseña en la carta a los Gálatas, a no dejarse engañar y permanecer fieles a la buena noticia.  El testimonio de Jesús no puede estar condicionado por modas culturales o religiosas, o por fenómenos espectaculares, de Él habla una vida coherente que no busca ganarse favores o admiraciones humanas.
La radicalidad de la vida y predicación de Pablo, quien sacrificó todo por anunciar a ese Cristo que le habló en el camino, debe movernos también hoy a nosotros a vivir a fondo el discipulado de Jesús. Con mucha facilidad nos dejamos confundir y pactamos con los criterios del mundo y olvidamos las exigencias de ser un verdadero cristiano. Hoy se nos llama a vivir en la radicalidad del amor, la justicia y la verdad.


Salmo responsorial: 110
R. / El Señor recuerda siempre su alianza.

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud. R.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
La alabanza del Señor dura por siempre. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
Lucas 10, 25-37

“¿Quién es mi prójimo?”

En aquel tiempo se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" El le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?" El letrado contestó: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo" El le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida" Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.

Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó en una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más, yo te lo pagaré a la vuelta. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?" El letrado contestó: "El que practicó la misericordia con él".  Díjole Jesús: "Anda, haz tú lo mismo". Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La pregunta que hace el maestro de la Ley, “¿Quién es mi prójimo?”, revela una de las más graves limitaciones que se le impone a la Sagrada Escritura y es pensar que su significado solamente afecta a los compromisos religiosos. En la época de Jesús la interpretación más difundida de la Escritura era que los prójimos eran los correligionarios o los hermanos de raza. Se creía entonces que estas obligaciones no se extendían estrictamente a las mujeres y a los niños. El prójimo entonces era el hermano de tribu o el hermano de raza. Jesús cambia esa manera de pensar al hacernos descubrir que todo ser humano, sin excepción, es nuestro prójimo y que nuestra vocación es ir hacia ese prójimo venciendo los obstáculos de credo, raza, nación o clase social. La invitación de Jesús nos convoca a hacer más fuerte nuestra humanidad en el contacto con otros seres humanos, que están en una situación de precariedad. Para Jesús las obligaciones con los demás no provienen de otra fuente que de nuestro común origen y destino en Dios. Y la obligación del creyente es descubrir cómo puede amar a Dios en el amor universal a la humanidad, superando esos afectos egoístas hacia su propia raza, cultura, nación o clase social.
ORACIÓN
Señor ayúdame a desarrollar un amor al prójimo que se capaz de conmoverme desde las entrañas  ante la situación que padece otro humano necesitado de ayuda para vivir, para levantarse y para reconocer la grandeza de tu Amor.  Despójame de toda torpeza e indiferencia para hacer vida Tú proyecto, tu Palabra, tu Evangelio de entrega y despojo. Amén


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