lunes, 1 de agosto de 2011

Lunes, 8 de agosto de 2011

“EL CUMPLIMIENTO DE LA NUEVA LEY DEL AMOR”

PRIMERA LECTURA
DEUTERONOMIO 10, 12-22


“LO QUE DIOS EXIGE”


"Y ahora, israelitas, ¿qué pide de ustedes el Señor su Dios? Solamente que lo honren y sigan todos sus caminos; que lo amen y lo adoren con todo su corazón y con toda su alma, y que cumplan sus mandamientos y sus leyes, para que les vaya bien. Tengan en cuenta que del Señor su Dios son los cielos y lo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella. Sin embargo, el Señor prefirió a los antepasados de ustedes y los amó, y después escogió a los descendientes de ellos, que son ustedes, de entre todos los demás pueblos, tal como se puede ver hoy.
"Pongan en su corazón la marca de la alianza, y no sigan siendo tercos, porque el Señor su Dios es el Dios de dioses y el Señor de señores; él es el Dios soberano, poderoso y terrible, que no hace distinciones ni se deja comprar con regalos; que hace justicia al huérfano y a la viuda, y que ama y da alimento y vestido al extranjero que vive entre ustedes. Ustedes, pues, amen al extranjero, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto.
"Honren al Señor su Dios, y adórenlo solo a él; séanle fieles, y cuando tengan que hacer un juramento, háganlo en su nombre. Porque él es el motivo de la alabanza de ustedes; él es su Dios, que ha hecho por ustedes estas cosas grandes y maravillosas que han visto. Cuando los antepasados de ustedes llegaron a Egipto, eran solo setenta personas, pero ahora el Señor su Dios los ha hecho aumentar en número como las estrellas del cielo.


REFLEXIÓN
En esta primera lectura, Moisés sigue dando las últimas recomendaciones a su pueblo, al final de la travesía del desierto. La lógica es muy hermosa : Dios, que ha hecho los cielos y la tierra, ha amado “con amor de predilección” a Israel. Por tanto, ahora le toca a su pueblo corresponderle. Los verbos se suceden: “ que temas al Señor, que sigas sus caminos, que le ames, que le sirvas, que guardes sus preceptos….”

Seguimos leyendo hoy el libro de Deuteronomio que significa “ segunda ley”, y recibe su nombre del hecho de que la mayor parte de su contenido son disposiciones legales como las que hemos escuchado hoy y nos invita continuamente a la obediencia a la “ley Dios”. Moisés ha promulgado la Ley, cuando le dice al pueblo que la obedezca, lo primero que hace es recordarle todo lo que Dios ha hecho por él, por eso dice: Del Señor son los cielos, hasta el último cielo, tierra y todo cuanto la habita, con todo. Sólo de vuestros padres se enamoró el Señor, los amó y de su descendencia os escogió a vosotros como sucede hoy"


Y porque Dios nos conoce y porque nos ama, nos dice : “Por aquí sí y por aquí no”, nos indica sus mandamientos, que aunque nos parezcan restricciones para nuestra vida, las consideremos fastidiosas y que nos limitan, están hechas para nuestro bien. Comparemos por ejemplo, estas normas con las normas de tráfico. En una carretera hay un letrero que dice que la velocidad máxima permitida es de 60 k por hora. Un joven amante de la velocidad se pregunta por qué le limitan su deseo de correr en su automóvil nuevo y aprovecha una noche en que no ve ningún policía para correr hasta el tope de lo que le da su motor. Uno entiende que si alguien puso ese límite de velocidad no fue por capricho. El camino tiene algunas curvas con limitada visibilidad. El joven de nuestra historia va a más de 100 k por hora cuando no logra tomar una curva; su carro sale volando por la barda y el muchacho, aunque no muere, queda paralítico. Es una historia real.
Así también nosotros sólo tenemos una vida, una vida para cuidar, no para dañar ni acabar.¿Qué le pasa al mundo, a nosotros cuando no obedecemos a Dios? Pasa que al principio todo parece normal. Pero el tiempo pasa y empezamos a darnos cuenta del triste curso de los acontecimientos de la vida, del caos, del sin sentido, del desmoronamiento de las familias, de la misma vida. Dios nos da un Manual de Instrucciones y ese Manual de Instrucciones es la Ley maravillosa de Dios, la ley maravillosa del AMOR, que es en realidad protección para nuestras vidas y fue hecha para que llegara a nuestro corazón y fuéramos felices.


SALMO RESPONSORIAL: 147
R: Glorifica al Señor, Jerusalén.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 17, 22-26


“LO MATARÁN, PERO RESUCITARÁ. LOS HIJOS ESTÁN EXENTOS DE IMPUESTOS”


Mientras andaban juntos por la región de Galilea, Jesús les dijo:
--El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; pero al tercer día resucitará.
Esta noticia los llenó de tristeza.
El pago del impuesto para el templo
Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm, los que cobraban el impuesto para el templo fueron a ver a Pedro, y le preguntaron:
--¿Tu maestro no paga el impuesto para el templo?
--Sí, lo paga --contestó Pedro.
Luego, al entrar Pedro en la casa, Jesús le habló primero, diciendo:
--¿Tú qué opinas, Simón? ¿A quiénes cobran impuestos y contribuciones los reyes de este mundo: a sus propios súbditos o a los extranjeros?
Pedro le contestó:
--A los extranjeros.
Jesús añadió:
--Así pues, los propios súbditos no tienen que pagar nada.

REFLEXIÓN:
El impuesto del que nos habla el evangelio no es un impuesto general, como los que se cobran hoy día sobre el consumo de bienes y servicios, sino un impuesto especial al que estaban obligados los israelitas para el mantenimiento del Templo de Jerusalén. El origen de este impuesto se remontaba a épocas remotas, cuando los santuarios locales eran sostenidos por las familias del lugar, y los artículos que se ofrecían para el sacrificio eran consumidos por los mismos oferentes (Ex 30,13.24). Este mismo impuesto se había convertido en una carga extremadamente pesada para el pueblo pobre, después de las reformas religiosas y las ampliaciones del edificio que había introducido el rey Herodes. La respuesta de Jesús a los cobradores de impuestos que interpelan a Simón Pedro se refiere al abuso que cometían las autoridades al hacer doble recaudación para el Templo. Les cobraban a todos los judíos y judíos que vivían en el extranjero, y al mismo tiempo les cobraban a los que vivían en Israel, quienes, además de los impuestos ordinarios sobre el sacrificio, debían pagar este impuesto adicional.


ORACIÓN
Señor, ayúdanos a vivir bajo tus mandatos, a vivir en tu voluntad, a vivir en la ley del amor, a no desviarnos del camino, a recordar siempre lo bueno y maravillosos que has sido con nosotros, a trabajar cada día por un mundo más justo y equitativo donde todos vivamos como dignos hijos tuyos. Amén


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