PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 22,19,23
“COLGARÉ DE SU HOMBRO LA LLAVE DEL PALACIO DE DAVID”
Así dice el Señor Sobná, mayordomo del palacio:
Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. 'En ese día llamaré a mi siervo, a Eliaquim, hijo de Hilquías; lo vestiré con tu túnica, le pondré tu cinturón de honor y le daré tu autoridad. Será como un padre para los habitantes de Jerusalén y para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David; nadie podrá cerrar lo que él abra ni abrir lo que él cierre. Él será como un trono de honor para la familia de su padre. Yo haré que quede firme en su lugar, como si fuera un clavo.
REFLEXIÓN
El texto de Isaías se refiere, con mucha probabilidad, a la época inmediatamente anterior a la primera deportación del pueblo de Israel . Recordemos que como represalia a un intento de rebelión, el imperio babilónico exilió, en el año 597 a.e.c, a los miembros más prestantes de la sociedad y los trasladó a varias ciudades y campos de Mesopotamia. Esto significó un duro golpe para las pretensiones de la familia monárquica que se consideraba inamovible del trono. La profecía de David se dirige contra las pretensiones de la clase dirigente que se consideraba la propietaria perpetua del trono. El caso más patético era el de los primeros ministros que remplazaban al rey en su ausencia. Estos personajes, casi siempre provenientes de la alta aristocracia, cobraban singular importancia cuando podían gobernar el país y darse todos los honores regularmente reservados al rey.
Parece que el mayordomo del palacio real de Jerusalén, llamado Sobna, se excedió en sus pretensiones y no se contentó con ostentar la ‘banda’ del rey sino que convirtió las llaves del palacio en símbolo de su creciente poder. Todas estas manifestaciones de arrogancia ponían en evidencia cuán arruinadas estaban las instituciones monárquicas y su decadencia. Isaías pronuncia un oráculo de condenación contra este ministro presuntuoso, denunciando todas las arbitrariedades que había cometido y anunciándole cuál sería el final de todas sus hazañas. El que se había construido una tumba elegante moriría en un campo desolado en tierras extranjeras. La llave que el primer ministro ostentaba, terminaría en manos de otra persona más capaz. Los caminos del Señor no son los del individuo engreído, alienado y deseoso de poder. Todo lo que un sistema social construye sobre la explotación, el abuso del derecho y la falsedad, termina irremediablemente condenado a la insignificancia. Más bien nosotros tomemos la llave del Señor, que es la llave del amor y que Él nos clave y nos mantenga firmes y fuertes en su Corazón.
SALMO RESPONSORIAL: 137 ORACIÓN DE GRATITUD AL SEÑOR
R: Señor, tu misericordia es eterna
Te daré gracias, Señor, de todo corazón; te cantaré himnos delante de los ángeles. Tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario,
Daré gracias a tu nombre. R.
Pues has puesto tu nombre y tu palabra por encima de todas las cosas. Cuando te llamé, me respondiste, y aumentaste mis fuerzas. R.
El Señor es sublime, se fija en el hombre humilde, y de lejos reconoce al orgulloso. R
¡El Señor llevará a feliz término su acción en mi favor! Señor, tu amor es eterno; ¡no dejes incompleto lo que has emprendido!.R.
SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 11,33-36
“ÉL ES EL ORIGEN, GUÍA Y META EL UNIVERSO”.
¡Qué profundas son las riquezas de Dios, y su sabiduría y entendimiento! Nadie puede explicar sus decisiones, ni llegar a comprender sus caminos. Pues "¿quién conoce la mente del Señor? ¿Quién podrá darle consejos? ¿Quién le ha dado algo antes, para que él tenga que devolvérselo?" Porque todas las cosas vienen de Dios, y existen por él y para él. ¡Gloria para siempre a Dios! Amén.
REFLEXIÓN
Pablo, haciendo eco de los himnos a la sabiduría, recuerda la distancia enorme que hay entre las absurdas pretensiones individualistas y egoístas del hombre, y el sabio designio de Dios que dispone únicamente lo que es provechoso para el ser humano.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 16,13-20
“TÚ ERES PEDRO Y TE DARÉ LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS”
Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos:
--¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
--Algunos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta.
--Y ustedes, ¿quién dicen que soy? --les preguntó.
Simón Pedro le respondió:
--Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
Entonces Jesús le dijo:
--Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no lo conociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que tú ates aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que tú desates aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo.
Luego Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
REFLEXIÓN:
La contraposición entre las desmedidas pretensiones de ciertos individuos y grupos sedientos de poder y los insondables caminos del Señor, se hace presente en el episodio del evangelio. A la mitad del camino de Jerusalén, o sea, en la exacta mitad del proceso de formación de los discípulos, Jesús los interroga sobre aquello que han podido captar en el tiempo en que los ha acompañado y orientado.
Las respuestas nos sorprenden. De una parte el gentío que sigue a Jesús lo identifica correctamente como uno de los profetas. De otra, el grupo en la voz de Pedro lo reconoce correctamente como Mesías e Hijo de Dios. Pero, subsiste un problema de fondo: tanto la multitud como los discípulos quieren imponerle a Jesús un estilo de ser profeta y una manera de ser Mesías. Discípulos y muchedumbre piden lo que es contrario a la voluntad de Dios e inconsecuente con la enseñanza de Jesús. Pareciera que el enorme esfuerzo de Jesús no hubiese surtido el efecto esperado, y que los discípulos, en lugar de cambiar de mentalidad, hubieran afianzado sus antiguas y erróneas ideas. Sin embargo, el evangelio nos quiere mostrar que los discípulos aún deben pasar por la experiencia de la cruz para comprender el verdadero alcance de las palabras y obras de Jesús.
Jesús sí es el Mesías, pero no el Mesías triunfalista y prepotente del nacionalismo, sino una persona al servicio de las más hondas y profundas Causas humanas. Jesús sí es el profeta; pero no el profeta que anuncia la supremacía de la propia religión o de la ideología de su grupo, sino el profeta del amor, de la justicia y la paz.
Las tres lecturas nos muestran cuán impredecibles y certeras son las sendas de Dios y cuán caducos y esquemáticos son nuestros trillados caminos. El evangelio nos invita a aprender de Jesús cuál es el camino auténtico que nos conduce al Padre, porque «no todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos».
PARA REFLEXIONAR
Haciendo un pare en la mitad del camino, como lo hicieron Jesús y sus discípulos, Jesús también nos llama a hacer un pare y preguntarnos ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Corresponde para nosotros la respuesta dada por Pedro?, ¿Cuál es nuestra respuesta, después de todo lo que hemos vivido en la Escuela del Señor?
ORACIÓN
Jesús, Señor mío, eres todo amable, infinitamente amable y digno de ser infinitamente amado. Te reconozco como el verdadero Señor mi vida, como el verdadero Mesías, guíame Señor en tus caminos y en tu voluntad, que mi espíritu permanezca en ti, que mi corazón jamás se canse de amarte. Amén
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