lunes, 1 de agosto de 2011

Jueves 11 de agosto de 2011

“DEBEMOS PERDONAR SIEMPRE PARA SER PERDONADOS POR DIOS”


PRIMERA LECTURA
JOSUÉ 3,7-10ª.11.13-17


“VA DELANTE EL ARCA, VA DELANTE LA ALIANZA ”


En aquellos días, el Señor dijo a Josué: "Hoy empezaré a engrandecerte ante todo Israel, para que vean que estoy contigo como estuve con Moisés. Tú ordena a los sacerdotes portadores del arca de la alianza que cuando lleguen a la orilla se detengan en el Jordán." Josué dijo a los israelitas: "Acercaos aquí a escuchar las palabras del Señor, vuestro Dios. Así conoceréis que un Dios vivo está en medio de vosotros, y que va a expulsar ante vosotros a los cananeos. Mirad, el arca de la alianza del Dueño de toda la tierra va a pasar el Jordán delante de vosotros. Y cuando los pies de los sacerdotes que llevan el arca de la alianza del Dueño de toda la tierra pisen el Jordán, la corriente del Jordán se cortará: el agua que viene de arriba se detendrá formando un embalse."
Cuando la gente levantó el campamento para pasar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza caminaron delante de la gente. Y, al llegar al Jordán, en cuanto mojaron los pies en el agua -el Jordán va hasta los bordes todo el tiempo de la siega-, el agua que venía de arriba se detuvo, creció formando un embalse que llegaba muy lejos, hasta Adam, un pueblo cerca de Sartán, y el agua que bajaba al mar del desierto, el mar Muerto, se cortó del todo. La gente pasó frente a Jericó. Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza del Señor estaban quietos en el cauce seco, firmes en medio del Jordán, mientras Israel iba pasando por el cauce seco, hasta que acabaron de pasar todos.


REFLEXIÓN
Concluida la lectura de los libros del Pentateuco, seguimos con el relato del libro de Josué. El pueblo ha cambiado de líder, a Moisés le ha sucedido su fiel discípulo Josué, pero Dios sigue al frente de su pueblo: “para que vean que estoy contigo como estuve con Moisés”, dice el Señor.

El prodigio que hoy contemplan nuestros ojos en la primera lectura tiene un hondo significado, la redacción de este pasaje quiere indudablemente que comprendamos cuáles son las fuerzas que pueden darle la victoria al pueblo de Dios. En realidad, la triunfante marcha de los israelitas, presididos por el arca de la alianza, es una inolvidable enseñanza que tendía que marcar su memoria: "somos el pueblo elegido, somos el pueblo del Señor".
El “agua”, en muchos pasajes de la Biblia, aparece como señal y recordatorio de aquel caos original sobre el que se cernía el espíritu de Dios (Génesis 1,2). El agua es implacable, inapelable, inflexible en su obrar, imprevisible en su fuerza. Pero, los israelitas no emularon a sus vecinos los fenicios en la capacidad de aprovechar las bondades de los caminos acuáticos. Por el contrario, padecieron tanto la escasez como el diluvio y por ello tenían la idea muy arraigada de que sólo Dios puede dominar las aguas. Hoy la actuación salvadora de Dios sigue todavía más intensa, nuevamente lo hace en el río Jordán. Esta clave nos ayuda a entender muchos pasajes de la Escritura, desde el diluvio hasta el caminar de Cristo sobre las aguas.


SALMO RESPONSORIAL: 113a
R: Aleluya.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 18, 21-19,1


“¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE PERDONAR? HASTA SETENTA VECES SIETE”


Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús:
--Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete?
Jesús le contestó:
--No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
La parábola del funcionario que no quiso perdonar
"Por esto, sucede con el reino de los cielos como con un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios. Estaba comenzando a hacerlas cuando le presentaron a uno que le debía muchos millones. Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, para que quedara pagada la deuda. El funcionario se arrodilló delante del rey, y le rogó: 'Tenga usted paciencia conmigo y se lo pagaré todo.' Y el rey tuvo compasión de él; así que le perdonó la deuda y lo puso en libertad.
"Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero suyo que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y comenzó a estrangularlo, diciéndole: '¡Págame lo que me debes!' El compañero, arrodillándose delante de él, le rogó: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.' Pero el otro no quiso, sino que lo hizo meter en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Esto dolió mucho a los otros funcionarios, que fueron a contarle al rey todo lo sucedido. Entonces el rey lo mandó llamar, y le dijo: '¡Malvado! Yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste. Pues tú también debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti.' Y tanto se enojó el rey, que ordenó castigarlo hasta que pagara todo lo que debía."
Jesús añadió: --Así hará también con ustedes mi Padre celestial, si cada uno de ustedes no perdona de corazón a su hermano.
Cuando acabó Jesús acabó estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

REFLEXIÓN:
Perdonar se vuelve posible, espontáneo, casi forzoso, cuándo uno se reconoce amado y perdonado. El evangelio de hoy nos presenta dos enseñanzas de Jesús: La primera condensada en una máxima; la segunda representada en una parábola. La primera se refiere a los estándares de generosidad o de tolerancia con el prójimo. El ofendido, bien fuera a título personal o a nombre de la comunidad, podía en un gesto superior soportar una ofensa, o lo que consideraba como tal, por un máximo de siete ocasiones. Pero la propuesta de Jesús supera ampliamente esa medida y muestra cómo la generosidad no debe tener medida, sino como dice Él “hasta setenta veces siete” que quiere decir siempre. La medida de nuestra capacidad de perdón debe ser tal que estemos siempre en condiciones de superar cualquier mecanismo de agresión automática, o alguna respuesta en tono de represalia, inmediata e irracional. La segunda enseñanza matiza la primera, ya que nos muestra por medio del un lenguaje comparativo, y la parábola exagera a propósito, que la generosidad de Dios con nosotros es incomparablemente mayor que la que nosotros podemos tener con cualquiera de nuestros prójimos que nos haya ofendido. Lo propio de Dios es perdonar, y así también han de hacer los seguidores de Jesús, ese es nuestro llamado. Ser seguidores de Jesús nos obliga a hacer cosas difíciles, pero libera el corazón para centrarse en lo fundamental.


ORACIÓN
¡Cuántas veces tenemos que perdonar, y cuán difícil hacerlo!, Señor tu sabes que nos cuesta demasiado. Señor tú conoces nuestras limitaciones, nuestra resistencia a hacerlo, te pedimos fortalécenos con tu Espíritu para cumplir tus mandatos, vive tu en nosotros, perdona tu en nosotros, queremos caminar con tu ayuda y ser fieles seguidores tuyos, siempre revestidos con tu amor. Amén

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