lunes, 1 de agosto de 2011

Jueves, 18 de agosto de 2011

“LA PRUDENCIA QUE HACE VERDADEROS SABIOS”

PRIMERA LECTURA
JUECES 11,29-39


“EL PRIMERO QUE SALGA DE MI CASA A RECIBIRME, SERÁ PARA EL SEÑOR”


Entonces el espíritu del Señor vino sobre Jefté, y este recorrió Galaad y Manasés, pasando por Mispá de Galaad, para invadir el territorio de los amonitas. Y Jefté le hizo esta promesa al Señor: "Si me das la victoria sobre los amonitas, yo te ofreceré en holocausto a quien primero salga de mi casa a recibirme cuando yo regrese de la batalla."
Jefté invadió el territorio de los amonitas, y los atacó, y el Señor le dio la victoria. Mató Jefté a muchos enemigos, y conquistó veinte ciudades entre Aroer, Minit y Abel-queramim. De este modo los israelitas dominaron a los amonitas.

Cuando Jefté volvió a su casa en Mispá, la única hija que tenía salió a recibirlo bailando y tocando panderetas. Aparte de ella, no tenía otros hijos, así que, al verla, se rasgó la ropa en señal de desesperación y le dijo:

--¡Ay, hija mía, qué gran dolor me causas! ¡Y eres tú misma la causa de mi desgracia, pues le he hecho una promesa al Señor, y ahora tengo que cumplírsela!

Y ella le respondió:

--Padre mío, haz conmigo lo que le prometiste al Señor, ya que él ha cumplido su parte al darte la victoria sobre tus enemigos los amonitas. Te ruego, sin embargo, que me concedas dos meses para andar por los montes, con mis amigas, llorando por tener que morir sin haberme casado.


Jefté le concedió los dos meses, y en ese tiempo ella anduvo por los montes, con sus amigas, llorando porque iba a morir sin haberse casado. Después de ese tiempo volvió a donde estaba su padre, y él cumplió la promesa que le había hecho al Señor.

REFLEXIÓN
Es extraño y truculento el episodio de Jefté, que sacrifica la vida de su hija por la promesa que había hecho. Jefté uno de los jueces que ayudaron al pueblo israelita en sus escaramuzas contra los enemigos, en este caso los amonitas, se muestra poco maduro en su vida de fe. Cree en Yahvé, pero su fe está mezclada con actitudes paganas. Hace un voto que resulta totalmente irreconciliable con el espíritu de la Alianza: si le da la victoria, sacrificará la vida de la primera persona que salga a recibirle, a la vuelta. Que resulta ser, nada menos, que su hija. Hasta dónde puede llegar una persona en busca de su victoria, ¿qué es propio ofrecer a Dios?... ¿Hasta la vida de otro?
Recordemos que otros pueblos vecinos practicaban sacrificios humanos, pero Israel no. De hecho estaban prohibidos, "No habrá entre vosotros quien pase por el fuego a su hijo o a su hija" dice Deuteronomio 18,10.
Por eso es de reflexionar en esta historia, "¿Fue realmente Jefté el vencedor o fue el vencido?" Mientras Jefté estaba venciendo militarmente a los amonitas, con una “gran derrota” donde los amonitas quedaron sujetos a Israel, los amonitas estaban venciendo espiritualmente a Jefté. Jefté, era un general vencedor, militarmente, pero cada vez más era menos israelita, cada vez más su fe se confundía con las creencias, con las supersticiones, con la magia, con los ritos de esos otros pueblos, de los pueblos vecinos a Israel.
Lo amonitas fueron aplastados, vencidos, pero no fue una victoria al estilo de Dios. Aparentemente, una gran victoria; pero el corazón se llenó de soberbia, el corazón se llenó de razones solamente humanas, su fe se mezcló con la del vencido. La característica de esta victoria, es que fue individual y personal dice : "Lo logré completamente", la gloria es para él y no para Dios. En cambio es triunfar en confianza en Dios, en su presencia, creerle a Él sin condicionamientos, aunque las cosas parece que salen mal, aunque la enfermedad nos aplaste, aunque la vejez nos amenace, aunque la incomprensión nos rodee, aunque las fuerzas nos falten, esa es la verdadera victoria: “Cuando soy débil, entonces mas fuerte soy”, 2 Corintios 12,10..
Que Dios nos conceda verdaderas victorias y que no permita que seamos engañados, como lo fue Jefté, con falsas victorias que en realidad son derrotas.


SALMO RESPONSORIAL: 39
R./ Aquí Estoy Señor, para hacer tu voluntad.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 22,1-14

“LOS CONVIDADOS A LA BODA NO QUISIERON IR”

Jesús comenzó a hablarles otra vez por medio de parábolas. Les dijo:
"Sucede con el reino de los cielos como con un rey que hizo un banquete para la boda de su hijo. Mandó a sus criados que fueran a llamar a los invitados, pero estos no quisieron asistir. Volvió a mandar otros criados, encargándoles: 'Digan a los invitados que ya tengo preparada la comida. Mandé matar mis reses y animales engordados, y todo está listo; que vengan al banquete.' Pero los invitados no hicieron caso. Uno de ellos se fue a sus terrenos, otro se fue a sus negocios, y los otros agarraron a los criados del rey y los maltrataron hasta matarlos. Entonces el rey se enojó mucho, y ordenó a sus soldados que mataran a aquellos asesinos y quemaran su pueblo. Luego dijo a sus criados: 'El banquete está listo, pero aquellos invitados no merecían venir. Vayan, pues, ustedes a las calles principales, e inviten al banquete a todos los que encuentren.' Los criados salieron a las calles y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos; y así la sala se llenó de gente.

"Cuando el rey entró a ver a los invitados, se fijó en un hombre que no iba vestido con traje de boda. Le dijo: 'Amigo, ¿cómo has entrado aquí, si no traes traje de boda?' Pero el otro se quedó callado. Entonces el rey dijo a los que atendían las mesas: 'Átenlo de pies y manos y échenlo a la oscuridad de afuera. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.' Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos."


REFLEXIÓN
Entre el rey y sus súbditos se ha hecho un pacto que compromete al más fuerte a salir en defensa de sus aliados y a los aliados a favorecer, servir y respetar a quien les ofrece protección. Así se pone en claro que los aliados mantendrán sus compromisos con el heredero una vez que su predecesor desaparezca. La negativa a participar del matrimonio es una abierta declaración de guerra, ya que se desconoce el pacto y se descalifica al príncipe heredero. La intención con esta parábola es clara: el pueblo de Israel ha sido el primer invitado a la boda, pero como se resiste a reconocer en Jesús al Mesías, no sabe aprovechar la hora de gracia, entonces Dios invita a otros al banquete que tiene preparado. Jesús nos muestra también en esta parábola, cómo la lealtad de las autoridades del país no está con Dios, sino con sus propios afanes y preocupaciones. Con esto se hace una clara alusión de las autoridades frente a los profetas y sabios que los animan, exhortan y exigen el cumplimiento de la ‘alianza’, del pacto realizado con el Señor. La parábola tiene además un apéndice sorprendente: el amo despacha y castiga a uno de los comensales que no ha venido con vestido de boda. Pues, no basta con entrar en la fiesta, se requiere una actitud coherente con la invitación. Se requiere un vestido especial, no basta con pertenecer a una comunidad o familia cristiana se requiere de una actitud diferente, una actitud de conversión, Jesús pide a os suyos, no sólo palabras, sino obras, no apariencias, pide compromiso y una justicia diferente a la de los fariseos, una justicia diferente al de todo aquel que se apropia del poder.
ORACIÓN
En medio de un mundo lleno de falsas verdades, falsos valores, falsas victorias, queremos Señor, ser coherentes con tu llamado, ser rectos y honestos , sujetos a tu verdad, queremos vivir confiados en ti. Señor te pedimos que ninguna propuesta nos aparte del camino, que nada aparte nuestra mirada de ti y no perdamos el norte de nuestra vida y de tu proyecto. Amén

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